COMENTARIO AL PADRE NUESTRO
San Cirilo de Alejandría
"Padre
nuestro que estás en los cielos" (Mt 6,9)
(6). ¡Oh gran misericordia de Dios para con los hombres!, juntamente con su
amor. Hasta tal punto se compadeció de quienes se apartaron de él y se
afirmaron en los mayores males que les concedió el olvido de las injurias y la
participación en la gracia de modo que le llamasen Padre: "Padre nuestro
que estás en los cielos". Pues del cielo habían de ser quienes llevaran la
imagen del cielo (7), en quienes Dios habita y con quienes él camina (8).
12. "Santificado sea tu nombre". Por su naturaleza el nombre de Dios
es santo, digámoslo nosotros o no lo digamos. Pero ya que, por medio de quienes
pecan, se le profana en ocasiones, según aquello de que "el nombre de
Dios, por vuestra causa, es blasfemado entre las naciones" (Is 52,5,
tal como aparece citado en Rm 2,24),
oramos para que en nosotros sea santificado el nombre de Dios. Y no es que
comience a ser santo porque anteriormente no lo fuese, sino que en nosotros se
hace santo cuando nos santificamos nosotros mismos y hacemos cosas dignas de la
santidad.
13. "Venga tu Reino" (Mt 6,10).
Es propio del alma pura decir con confianza: "Venga tu Reino". Pues
quien haya oído a Pablo, que dice: "No reine, pues, el pecado en vuestro
cuerpo mortal" (Rm 6,12),
y sea consciente de su pureza en obras, pensamientos y palabras, clamara a Dios:
"Venga tu Reino".
14. "Hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo". Los
bienaventurados ángeles de Dios hacen la voluntad de éste, como decía David en
los Salmos: "Bendecid a Yahvé, ángeles suyos, héroes potentes, ejecutores
de sus ordenes, en cuanto oís la voz de su palabra" (Ps 103,20)
(9). Tu oración, por consiguiente, tiene esta fuerza y esta significación, como
si dijeras: "Como se hace tu voluntad en los ángeles, así se haga, Señor,
en la tierra sobre mí".
15. "Danos hoy nuestro pan necesario" (Mt 6,11)9
(10), El pan ordinario no es sustancial. Pero este pan, que es santo, es
sustancial, como si dijeras que está dirigido a la sustancia del alma. Este pan
no va a parar al vientre ni entra en la defecación, sino que se reparte entre
todo tu ser para utilidad del cuerpo y del alma. El "hoy" se dice por
"todos los días". Como también Pablo decía: "Cada día mientras
dure este hoy" (He 3,13)
(11).
16. "Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores" (Mt 6,12).
Tenemos realmente muchos pecados, puesto que causamos ofensas con la palabra y
el pensamiento y realizamos muchas cosas, merecedoras de condenación. Y
"si decimos: "No tenemos pecado", nos engañamos y la verdad no
está en nosotros", como dice Juan (1Jn 1,8).
Hacemos, pues, un pacto con Dios, orando para que nos perdone los pecados, como
también nosotros perdonamos sus deudas a nuestros prójimos. Sopesando, por
tanto, lo que recibimos a cambio, no titubeemos ni dudemos en perdonar las
mutuas ofensas. Las ofensas que se nos hacen son pequeñas, ligeras y fáciles de
olvidar. Pero las que cometemos contra Dios son grandes y solo pueden borrarse
con la ayuda de su sola benignidad. Guárdate, pues, de que, por cosas pequeñas
y por naderías dirigidas a ti, te excluyas a ti mismo del perdón de los pecados
ante Dios.
17. "Y no nos dejes caer en la tentación (Mt 6,13),
Señor". ¿Acaso el Señor nos enseña a pedir que no seamos tentados en
absoluto? ¿Y cómo es que en otro lugar se dice: "Quien no ha pasado
pruebas poco sabe" (Si 34,10)
(12), y también: "Considerad como un gran gozo, hermanos míos, el estar
rodeados por toda clase de pruebas". Pero entrar en tentación, ¿acaso no
significa hundirse en ella? Pues la tentación es algo semejante a un torrente
difícil de atravesar. Pero, aquellos a quienes no se los traga la tentación, la
atraviesan como hábiles nadadores sin ser arrastrados por nada. Pero los que no
son así, se hunden nada más entrar. Así fue, por poner un ejemplo, Judas. Al
entrar en la tentación de la avaricia, no nado sino que se hundió, y se ahogo
en cuerpo y en Espíritu. Pedro entro en la tentación de la negación, pero, a
pesar de haber entrado, no se hundió, sino que, llorando intensamente, fue
liberado de la tentación. Oye también, por su parte, al coro de los santos
incólumes, que prorrumpe en acción de gracias al ser liberado de la tentación:
"Tú nos probaste, oh Dios,
nos purgaste, cual se purga la plata;
nos prendiste en la red,
pusiste una correa a nuestros lomos,
dejaste que un cualquiera a nuestra cabeza cabalgara,
por el fuego y el agua atravesamos;
mas luego nos sacaste para cobrar aliento" (Ps 66,10-12).
¿No ves la alegría confiada de quienes han pasado sin haberse hundido?
"Mas luego, se añade, nos sacaste para cobrar aliento". Que ellos
llegaran a cobrar aliento significa que fueron liberados de la tentación (13).
18. "Mas líbranos del maligno". Si el "no nos dejes caer en la
tentación" quisiese decir no ser tentado en modo alguno, no habría añadido
"mas líbranos del maligno (14). El maligno es el diablo como adversario
del que pedimos ser liberados. Y después, acabada la oración, dices:
"Amén". Por este "Amén", que significa "así sea",
refrendas y confirmas lo que se contiene en esta oración que Dios nos ha
entregado.