MIÉRCOLES DE LAS TÉMPORAS DE CUARESMA
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Mateo 12, 38-40
Entonces le respondieron ciertos escribas y fariseos
diciendo: "Maestro, queremos ver señal de ti"; y les respondió
diciendo: "la generación mala y adulterina, señal pide: mas no le será
dada señal sino la señal de Jonás el profeta: porque así como Jonás estuvo tres
días y tres noches en el vientre de la ballena, así estará el Hijo del hombre
tres días y tres noches en el corazón de la tierra". (vv. 38-40)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
Como el
Señor había hecho ya muchas veces enmudecer la lengua impertinente de los
fariseos por las respuestas que les había dado, acuden ahora a las obras, que
es lo que el evangelista admirado dice: "Entonces le respondieron ciertos
escribas", etc. Entonces, es decir, cuando les convenía doblegarse,
admirarse y quedarse estupefactos. Pero aun entonces no desisten de su malicia;
porque dicen: "Queremos ver de ti una señal", para prenderle.
San Jerónimo
Exigen una
señal como si no fueran señales las obras que habían visto. San Lucas expresa
de una manera más explícita las señales que pedían ( Lc 11,15). Nosotros
deseamos ver de ti un milagro del cielo. O un fuego como el de Elías, que bajó
del cielo ( 2Re 1) , o bien un milagro como el de Samuel, que a pesar de la
temperatura del clima hizo tronar, relampaguear y llover. ( 1Sam 7-12) Como si
no pudieran ellos llevar su calumnia sobre semejantes milagros, diciendo que
eran resultados de influencias ocultas y distintas de la atmósfera. Porque si
tú calumnias lo que ves con los ojos, lo que tocas con las manos y de lo que
conoces su utilidad, ¿qué harías de lo que viniera del cielo? Contestarías sin
duda que también los Magos en Egipto han hecho muchos prodigios en los aires ( Ex
7-8).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
Sus palabras
respiran adulación e ironía. Antes injuriaban al Señor, llamándolo endemoniado
y ahora lo adulan denominándolo maestro, por eso les arguye el Señor con
energía, y al contestarles les dice: "Generación perversa". Cuando
ellos ultrajaban al Señor, éste les contestaba con dulzura; y cuando lo adulan
les responde con energía, manifestándonos con esto que El es superior a la
adulación, y que el ultraje no enciende en El la cólera. Todo lo que dice el
Señor se reduce a lo siguiente: ¿Qué extraño es que vosotros, que no me
conocéis, hagáis todas estas cosas contra mí, cuando lo hacéis también contra
el Padre, y a pesar de que tenéis de El una grande experiencia, lo abandonáis y
corréis tras del demonio? Por eso los llama "generación perversa",
porque han sido ingratos con sus bienhechores, y se han vuelto peores con los
beneficios, que es el último grado de la malicia.
San Jerónimo
Y los llamó también con mucha razón "adulterina", porque había abandonado a su marido, y según Ezequiel ( Ez 16) se había entregado a muchos amantes.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
De esta
manera se manifiesta El igual al Padre, porque el no creerlo así los hace
generación adúltera.
Rábano
Empieza en
seguida a contestarles, no dándoles una señal del cielo (de que eran indignos),
sino del profundo infierno. Mas dio una señal del cielo a sus discípulos, a
quienes enseñó sobre la montaña un símbolo de su gloria eterna ( Mt 17), y
después la realidad de verlo elevarse al cielo ( Mc 16) . Por eso sigue: "Y
no será dada la señal".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1
No hacía El
los milagros para atraerlos (porque conocía que eran de piedra) sino para
convertir a los demás. O también, no les dio la señal que ellos pedían porque
no la recibirían; pero se la dio después haciéndoles conocer su poder por
aquello que ocurrió posteriormente. Esto es lo que quiso decir, aunque de una
manera algo encubierta, con las palabras: "Y no será dada la señal a
ellos" que equivale a decir: os he manifestado muchos beneficios, ninguno
de ellos ha sido suficiente para inclinaros a que respetéis mi virtud, que
conoceréis cuando veáis destruida vuestra ciudad. En seguida intercala el
evangelista algunas palabras del Señor sobre su resurrección, de que ellos tendrían
conocimiento por los castigos que tenían que sufrir; y así dice: "sino la
señal de Jonás profeta": Nadie en realidad hubiera tenido fe en la Cruz,
si no hubiera estado apoyada en los milagros, y si no hubiera sido creída la
cruz, tampoco lo hubiera sido la resurrección. Por eso la llama señal, y para
que se tenga como una verdad, la presenta como una figura profética. Por eso
sigue: "Como estuvo Jonás en el vientre de la ballena", etc.
Rábano
Da a
entender que los judíos eran tan criminales como los ninivitas y estaban
próximos a ser destruidos si no hacían penitencia, pero así como les anuncia
Jonás el castigo y el modo de evitarlo ( Jon 3) , así también los judíos no
deben desesperarse creyendo que no obtendrán perdón, si al menos después de la resurrección
del Señor hacen penitencia. Porque Jonás (palabra que significa paloma o el que
gime), es señal de aquél sobre quien desciende el Espíritu Santo en forma de
paloma ( Lc 3), y del que cargó con nuestros pecados ( Is 53). El pez que tragó
a Jonás en el mar ( Jon 2), significa la muerte que sufrió Cristo en el mundo.
Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de la ballena y Cristo en el
sepulcro. Jonás fue lanzado sobre la playa árida y Cristo resucitó en la
gloria.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,24
Quieren
algunos, que no comprenden el modo en que se expresa la Escritura, contar por
una noche aquellas tres horas desde las seis hasta las nueve en que estuvo
obscurecido el sol, y por día aquellas otras tres horas durante las cuales el
sol volvió a iluminar la tierra, esto es, desde las nueve hasta la postura del
sol. Sigue la noche del sábado con su correspondiente día, da por resultado dos
noches y dos días, porque después del sábado sigue la noche del primer día
(esto es, del amanecer del domingo) en que resucitó el Señor. Serán, pues, dos
días y dos noches, más otra noche, que podría tomarse en toda su extensión, aun
cuando no contemos la aurora de la resurrección como la parte extrema de esta
noche, por lo cual contando seis horas, tres de tinieblas y tres de luz,
resultan tres días y tres noches. Nos resta, pues, como solución para la
inteligencia el modo de expresarse las Escrituras, al tomar la parte por el
todo.
San Jerónimo
No quiere
decir que estuviera el Señor tres días y tres noches en el infierno, sino para
que se entienda en parte la Pascua y una parte del domingo, y todo el día
sábado.
San Agustín, de Trinitate, 4,6
La misma
Escritura nos asegura que no fueron completos estos tres días, sino que la
tarde del primer día se cuenta como día entero, al igual que la mañana del
tercer día. El segundo día divide las veinticuatro horas en doce de día y doce
de noche. La noche que termina en la aurora que anunció la resurrección del
Señor pertenece al tercer día. Así como los días primeros fueron contados desde
la luz hacia la noche, a causa de la caída del hombre, así estos días son
contados desde las tinieblas hacia la luz, a causa de la reparación del hombre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1-2
No dijo de una manera clara que resucitaría, porque serviría esto de burla a los fariseos, sino que lo hizo con palabras encubiertas, para que aceptaran ellos por la fe lo que El preveía. Y no dijo en la tierra, sino en el corazón de la tierra, a fin de anunciarles su sepulcro, y de que nadie creyera que había sido aparente su muerte. Y puso tres días para no dar lugar a la menor duda de que realmente había muerto. Pero hasta la misma figura demuestra la verdad, porque Jonás no estuvo de una manera aparente tres días en el vientre de la ballena, sino que estuvo en realidad; de donde resulta bien claro que son hijos del diablo los que siguen la doctrina de Marción, quien sostuvo que fue una quimera la pasión de Cristo. Al decir que la señal del profeta Jonás se daría a aquella generación, el Señor indica que había de padecer por ellos, aunque no les aprovecharía su pasión.
41-42
"Los Ninivitas se levantarán en juicio con esta
generación, y la condenarán: porque hicieron penitencia por la predicación de
Jonás. Y he aquí en este lugar más que Jonás. La reina del Austro se levantará
en juicio con esta generación, y la condenará: porque vino desde los fines de
la tierra a oír la sabiduría de Salomón. Y he aquí más que Salomón". (vv.
41-42)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,2
El Señor, a
fin de que nadie creyera que los judíos habían de tener el mismo fin que los
ninivitas, es decir, que así como éstos se convirtieron por la predicación de Jonás
y salvaron su ciudad del peligro que los amenazaba, también aquéllos se
convertirían vista la resurrección, nos hace ver todo lo contrario y nos dice
que ningún fruto sacaron ellos de la pasión, y que por lo mismo sufrirán más
severamente por su pecado, como dice más abajo valiéndose del ejemplo del
demonio. Entretanto nos manifiesta la justicia de su condenación con las
palabras: "Los ninivitas se levantarán en juicio con esta
generación".
Remigio
En estas
palabras dice bien claro el Señor que no habrá más que una sola resurrección
para los buenos y los malos, y refuta a los herejes que sostuvieron que había
dos resurrecciones: una para los buenos y otra para los malos. También destruye
con estas palabras la fábula de los judíos de que se celebraría la resurrección
mil años antes que el juicio, puesto que nos demuestra que en seguida de la
resurrección, se celebrará también el juicio. "Y ellos la
condenarán".
San Jerónimo
No por el
poder de su sentencia sino por el ejemplo de su conducta, por lo que añade:
"Porque hicieron penitencia por la predicación de Jonás". "Y he
aquí en este lugar más que Jonás": La palabra hic es adverbio de lugar, y
no pronombre. Jonás predicó tres días, según interpretación de los Setenta; yo
durante un tiempo más largo. Aquél a los Asirios, gente incrédula; yo a los
judíos, pueblo de Dios. Aquél no hizo más que predicar simplemente y sin hacer
milagro alguno; y yo después de haber hecho tantos, sufro la calumnia de que me
llamen Beelzebub.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3
No se
contenta el Señor con lo dicho sino que añade la cita de "la Reina de
Sabá", etc. Esta cita da aún más fuerza que la anterior. Porque Jonás
marchó a los ninivitas; pero la Reina de Sabá no esperó que Salomón fuese a
donde estaba ella, sino que ella misma marchó a donde estaba Salomón a pesar de
ser mujer y extranjera, y de países lejanos, y sin tener miedo a la muerte,
llevada sólo del atractivo de las palabras llenas de sabiduría. Llegó allí,
pues, la mujer, y yo he llegado aquí; venía ella de los confines de la tierra,
y yo recorro las ciudades y las aldeas; disputó ella sobre los árboles y las
maderas, yo sobre los inefables misterios.
San Jerónimo
Del mismo
modo condenará la Reina de Sabá al pueblo de los judíos, con que los ninivitas
condenarán al incrédulo Israel. Esa Reina es la Reina de Sabá, de que se habla
en el libro de los Reyes ( 1Re 10), y en las Crónicas ( 2Cró 9), que llegó a
Jerusalén después de haber abandonado su reino, pasando por tantas
dificultades, con el objeto de oír la sabiduría de Salomón y ofrecerle muchos
regalos. En la figura de Ninive y de la Reina de Sabá vemos la fe de las
naciones, que fueron preferidas a Israel.
Rábano
Los
ninivitas representan a todos los que dejan de pecar y la Reina a los que no
saben pecar, porque la penitencia borra el pecado y la sabiduría lo evita.
Remigio
Con razón se aplica el nombre de Reina a la Iglesia, compuesta de muchas naciones; porque sabe ella gobernar sus costumbres. De ella dice el Salmista: "La Reina ha estado sentada a nuestra derecha" ( Sal 44,10). La Reina de Sabá, porque superabunda en ella el fuego del Espíritu Santo, y el viento cálido del Sur es figura del Espíritu Santo. Y Salomón, que significa pacífico, representa a aquel de quien se ha dicho: "El es nuestra paz" ( Ef 2,14).
43-45
"Cuando el espíritu inmundo ha salido de un
hombre, anda por los lugares secos buscando reposo, y no le halla. Entonces
dice: Me volveré a mi casa, de donde salí. Y cuando viene, hállala desocupada,
barrida y alhajada. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que
él, y entran dentro, y moran allí; y lo postrero de aquel hombre es peor que lo
primero. Así también acontecerá a esta generación muy mala". (vv. 43-45)
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3
Después de
haber dicho el Señor a los judíos: "Los ninivitas se levantarán en juicio
y condenarán a esta generación", a fin de que no desprecien sus amenazas
por la tardanza de su realización y se hagan más perezosos para convertirse,
les manifiesta que no sólo en el otro mundo, sino también en éste, sufrirán
grandísimas desgracias, y les presenta la pena que les está reservada bajo
cierto velo. Por eso dice: "Cuando el espíritu inmundo", etc.
San Jerónimo
Opinan
algunos que este pasaje dice relación a los herejes, a quienes abandona el
demonio de que antes estaban poseídos, cuando pasan de la incredulidad a la fe;
pero después, cuando se vuelven a la herejía y adornan su casa con fingidas
virtudes, el diablo se va a ellos en compañía de otros siete espíritus malos,
habita en ellos y es su fin peor que su principio. Son efectivamente los
herejes de peor condición que los incrédulos, porque de éstos hay esperanza de
que crean, pero en los otros lucha y discordia. Y aunque sus explicaciones
tengan alguna vez algún aplauso o visos de probabilidad, no sé si tengan la
verdad. Por esta razón termina la parábola o el ejemplo que precede, con las
siguientes palabras: "Así acontecerá a esta generación muy mala". Sin
embargo, nos vemos obligados a aplicar este pasaje, no a los herejes y a otros
hombres de cualquier clase que sean, sino al pueblo judío, porque no es el
contexto de este lugar vago, indeterminado y susceptible, como acostumbran a
hacer los necios, hablando de distintos sentidos; sino que ofrece una unidad
compacta y forma con lo que antecede y con lo que sigue, desde el principio
hasta el fin, un todo. De donde resulta, que cuando los judíos recibieron la
ley salió de ellos el espíritu inmundo. Arrojado de los judíos anduvo por las
soledades de las naciones.
Remigio
Los lugares
secos son los corazones de los gentiles, que no están humedecidos por las aguas
saludables, es decir, que son extraños a las Escrituras, a los dones
espirituales y al Espíritu Santo.
Rábano
O también
son lugares secos los corazones de los fieles que después de haber sido
despojados de la molicie de los pensamientos disolutos, explora el enemigo
astuto, a fin de fijar en ellos sus pasos; pero no podrá el diablo, que huye de
los espíritus castos, encontrar el descanso que apetece, más que en el corazón
de los malvados. Por eso sigue el evangelista: "Y no encuentra".
Remigio
Creía el
diablo que podía tener un descanso eterno en el corazón del pueblo gentil.
"Y no lo encontró". Porque la gentilidad creyó en el Hijo de Dios
cuando apareció por el misterio de la Encarnación.
San Jerónimo
No hallando
el demonio lugar alguno entre los gentiles después de su conversión al Señor,
dijo: Volveré a mi casa, de donde salí; tengo a los judíos, a quienes había
dejado. Y cuando llegó, encontró su casa vacía, barrida y adornada; en efecto,
estaba vacío el templo de los judíos, y no hospedaba a Cristo que decía:
"Levantaos, y salgamos de aquí" ( Jn 14,31). Y como estaba vacío de
Dios y de los ángeles protectores y estaba adornado con las observancias
superfluas de la ley y las tradiciones de los fariseos, el diablo volvió a este
lugar, que ya había ocupado otras veces y tomó posesión de su antigua casa en
compañía de otros siete demonios. Y lo postrero de este pueblo es peor que lo
primero, porque están poseídos de mayor número de demonios los que blasfeman en
sus sinagogas contra Cristo Jesús, que aquellos que lo estaban en Egipto antes
de conocer la ley, porque es más culpable no creer en Cristo después de su
llegada al mundo, que el no creer en El antes de venir. El número de siete
demonios que se unieron al diablo, significa o el día del sábado, o los siete
dones del Espíritu Santo, porque, así como se lee en Isaías ( Is 11) que
bajaron siete especies de virtudes sobre la flor de la vara de Jesé, así
también por contraposición se consagró al diablo el número de siete vicios. Con
razón, pues, se puede decir, que él tomó siete espíritus, o por razón de la
violación del sábado, o a causa de los siete pecados capitales contrarios a los
siete dones del Espíritu Santo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3-4
O también es
expresión del castigo de los judíos; porque dice el Salvador que atraerán sobre
sí gravísimos males todos aquellos que después de haber estado poseídos del
demonio y haber sido librados de él cayeron en una grande desidia. Así os
sucederá a vosotros mismos, porque cuando adorabais a los ídolos y
sacrificabais vuestros hijos a los demonios estabais antes apresados por el
demonio, y sin embargo no os abandoné, sino que lancé de vosotros al demonio
por mis profetas, y yo después he venido para libraros mucho mejor. Pero no
queréis hacerme caso, caísteis en un crimen mayor (porque es más grave quitar
la vida a Cristo que a su profeta). Por esta razón experimentaréis castigos más
afrentosos. Porque los castigos que experimentó en tiempos de Vespasiano y Tito
este pueblo miserable, fueron mucho más terribles que los que sufrió en Egipto
y en Babilonia, y en tiempo de Antíoco. Y no sólo les hace ver el Señor todo
esto, sino la desolación de sus almas, destituidas de toda clase de virtud, y
más accesibles ahora que antes al demonio. Esta doctrina tiene aplicación no
solamente a los judíos, sino también a nosotros, si después de haber sido
iluminados y arrancados de nuestros primeros pecados nos entregamos a la
corrupción, y el castigo de estos últimos pecados será más terrible que el de
los primeros, por eso dijo Cristo al paralítico "Mira, ya estás curado; no
vuelvas a pecar, no te acontezca otra cosa peor" ( Jn 5).
Rábano
Todo hombre
convertido a la fe abandona al demonio, del que queda libre por el bautismo. Y
el demonio, viéndose arrojado del hombre, recorre los lugares áridos, esto es,
los corazones de los fieles.
San Gregorio Magno, Moralia, 33,3
Los lugares
áridos y secos son los corazones de los justos. La fortaleza de la disciplina
los ha secado de los humores de las concupiscencias carnales. Los lugares
húmedos son las almas de los hombres terrenales, a quienes, llenándoles de
humores la concupiscencia carnal, les hace caer en la corrupción. En éstos es
en quienes imprime el diablo su perversa huella con tanta más profundidad, cuanto
más desciende al terreno húmedo de esas desgraciadas almas.
Rábano
Y volviendo
a su casa, de donde había salido, la halló vacía de todo acto bueno, a causa de
los efectos de la negligencia. Limpia de la inmundicia (esto es, de los
antiguos vicios), mediante el bautismo, adornada de falsas vestiduras a causa
de la hipocresía.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,8
Significó el
Señor por esas palabras, que creerán algunos de tal manera, que volverán al
mundo por no poder sufrir las fatigas de la continencia. Las palabras:
"Tomó consigo otros siete espíritus", significan que aquel que cayere
de la justicia, tendrá la hipocresía, porque expulsados los apetitos de la
carne por las obras ordinarias de la penitencia, y no encontrando donde reposar,
vuelven con mayores deseos y ocupan otra vez las almas negligentes, a fin de
que la palabra de Dios, predicada por la sana doctrina, no pueda entrar
nuevamente en esas almas como habitante de una casa limpia de toda inmundicia.
Y no sólo porque habitarán en ellas los siete vicios contrarios a las siete
virtudes espirituales, sino porque fingirá por medio de la hipocresía tener
esas siete virtudes. Por eso la concupiscencia, a fin de hacer peores los
extremos de esas almas que sus principios, vuelve acompañada de otros siete
espíritus más perversos (esto es, de los mismos siete fingimientos).
San Gregorio Magno, Moralia, 7,8
Sucede con frecuencia, que cuando las almas se engríen por sus primeros progresos, presentan, desde el momento en que se dejan llevar de la vanidad, una puerta abierta al terrible enemigo, por donde él se precipita en las almas con tanto más estrago cuanto mayor fue su dolor durante el tiempo en que estuvo privado de su dominio.
46-50
Cuando estaba todavía hablando a las gentes, he aquí su
madre y sus hermanos estaban fuera, que le querían hablar. Y le dijo uno:
"Mira que tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan". Y El,
respondiendo al que le hablaba, le dijo: "¿Quién es mi madre, y quiénes
son mis hermanos?" Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo:
"Ved aquí mi Madre y mis hermanos: Porque todo aquél que hiciere la
voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y
Madre". (vv. 46-50)
San Hilario, in Matthaeum, 12
Como había
anunciado todo lo que precede en nombre de la majestad de su Padre, ahora el
evangelista nos manifiesta lo que contestó al que le dijo que su Madre y sus
hermanos le estaban esperando a la parte de afuera: "Cuando estaba todavía
hablando a las gentes".
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,40
Es indudable
que sucedió a continuación de lo anterior lo que aquí nos refiere el
evangelista, quien se vale, antes de referirlo, de la transición siguiente:
"Cuando estaba todavía hablando a las gentes". ¿Y qué quiere decir la
palabra todavía, sino que El estaba hablando aun las cosas que hemos referido?
También San Marcos, después de habernos contado todo lo concerniente a la
blasfemia contra el Espíritu Santo, dijo: "Y llegan su Madre y sus
hermanos" ( Mc 3,31). San Lucas no siguió este orden, sino que puso
primero el hecho, y lo refirió según ( Lc 8) lo iba recordando.
San Jerónimo
De aquí,
esto es, de decir el Evangelio los hermanos del Señor, deduce Helvidio su
error. ¿Cómo, dice él, se llaman en el Evangelio hermanos del Señor los que no
eran hermanos suyos? Pero es necesario tener presente que el nombre de hermanos
se toma bajo cuatro sentidos en las Sagradas Escrituras: hay hermanos de
naturaleza, de nación, de parentesco y de cariño. Por naturaleza, como Esaú y
Jacob ( Gén 25); por nacionalidad, así todos los judíos se llaman entre sí
hermanos, como en el Deuteronomio ( Dt 17,15); "No podrás constituir como
rey sobre ti un hombre extranjero que no es tu hermano". Además, se llaman
hermanos los que son de una misma familia, como en el Génesis: "Y dijo
Abraham a Lot: no haya disputa entre tú y yo, porque somos hermanos" ( Gén
13,8). Los hermanos de cariño lo son, o de una manera general, o de una manera
individual. Así se llaman de una manera más especial hermanos todos los
cristianos, como dice el Salvador: "Ve y di a mis hermanos" ( Jn
20,17), y de una manera general, porque todos los hombres reconocen un solo
padre y están unidos entre sí por un parentesco común y esto es lo que se lee
en Isaías: "Decid a los que os aborrecieron: Vosotros sois nuestros
hermanos" ( Is 66,9). Pregunto yo ahora: ¿de qué manera son hermanos del
Señor los que así llama el Evangelio? ¿Por naturaleza? Pero la Escritura no lo
dice ni los llama hijos de María ni de José. ¿Por la nacionalidad? Pero esto es
un absurdo, porque sería llamar hermanos a unos cuantos judíos, y no a los
demás; siendo así que todos los judíos que estaban allí presentes tenían
derecho a la misma denominación. ¿Es según el sentimiento humano o
sobrenatural? Pero en este sentido ¿quién mejor que los Apóstoles, a quienes
daba el Señor instrucciones íntimas, merecía llamarse hermano? O si todos
(porque son hombres) son hermanos, fue una cosa necia anunciar como cosa propia
a los que lo esperaban fuera diciendo: "Mira, tus hermanos te
buscan". Resulta, pues, que la palabra hermano debe tomarse no en el
sentido de la naturaleza, ni en el de la nacionalidad, ni en el de afecto, sino
en el de parentesco.
San Jerónimo
Las palabras
"hermanos del Señor" hacen suponer a algunos, siguiendo las locuras
de algunos apócrifos, y fingiendo la existencia de una mujerzuela llamada Esca,
que José había tenido otros hijos de una esposa anterior. Pero nosotros
comprendemos bajo la palabra hermano, no los hijos de José, sino a los
consobrinos del Salvador, a los hijos de la tía materna del Señor, la cual es
llamada en el Evangelio madre de Santiago el menor, de José y de Judas, a
quienes en otro lugar del Evangelio ( Mc 6; Gál 1), se les llama hermanos del
Señor. Toda la Escritura nos da testimonio de que el nombre de hermanos se
extiende hasta los consobrinos.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Ved ahí el
orgullo de sus parientes, porque debían entrar y mezclarse con las turbas para
oírle, o si no querían esto, esperar hasta el final del discurso y acercársele
entonces. Pero ellos lo llaman afuera y lo hacen en presencia de todos para
manifestar su vanidad y hacer ver a todos que mandan con autoridad a Cristo, cosa
que manifiesta el evangelista e insinúa bajo cierto velo, cuando dice:
"Cuando estaba todavía hablando", que es como si dijera: ¿No lo
podían haber hecho en otra ocasión? ¿Y qué deseaban ellos hablar? Si era en
favor de los dogmas de la verdad, debían de haberse contentado de una manera
ordinaria a fin de ganar de este modo las almas de sus oyentes; y si era de
cosas pertenecientes a ellos no era oportuno llamarle con tanta prontitud, de
donde resulta que lo hacían llevados de la vanagloria.
San Agustín, de natura et gratia, 36
Cuanto se diga de los parientes del Señor, si se trata del pecado, bajo ningún concepto quiero que se diga de la Virgen María (por el honor de Cristo). Nosotros sabemos que le fueron concedidas las mayores gracias para triunfar de todo pecado, porque ella era la destinada a concebir y a dar a luz a quien nos consta que jamás tuvo pecado alguno.
Sigue: le
dijo un cierto hombre: "Mira, tu Madre y tus hermanos están afuera
buscándote".
San Jerónimo
Se me figura
que el anunciante no habla por casualidad ni con sinceridad, sino para tenderle
algún lazo, sin duda para ver si prefería a la obra espiritual la carne y la
sangre. Por eso el Señor, sin negar a su Madre y a sus parientes, sino para
contestar al que le avisaba, rehusó el salir.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Y no dijo:
"Marcha, dile que no es mi Madre", sino que se dirigió al que le
avisaba, y contestándole cuando le hablaba, le dijo: "¿Cuál es mi Madre, y
cuáles son mis hermanos? 1"
San Hilario, in Matthaeum, 12
No se debe
juzgar por estas palabras que en ellas dio El un testimonio de desaire hacia su
Madre, puesto que desde lo alto de la cruz le dio pruebas de solicitud y amor
filial ( Jn 19).
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1
Si hubiera
El querido negar a su Madre, lo hubiera hecho cuando los judíos se mofaban de
El con ocasión de su Madre ( Mc 6).
San Jerónimo
No negó El,
pues, como pretenden Marción y Maniqueo, a su Madre, de quien nació, para no
dar lugar a que se creyese que era hijo de un fantasma, sino que quiso destacar
el vínculo con los discípulos sobre el vínculo de parentesco, para enseñarnos a
preferir el vínculo del espíritu al de los parientes.
San Ambrosio, In Lucam, 6
Es propio
del Maestro ofrecer a los demás un ejemplo en su persona cuando dicta un
precepto. Así, el comienza por cumplirlo. Antes de determinar que quien no deja
a su padre y a su madre no es digno del Hijo de Dios ( Lc 14,26) El se somete
al principio señalado. Ciertamente, no reprueba el cariño filial debido a su
madre, pues de El viene el mandamiento: "Honra a tu padre y a tu
madre" ( Ex 50). Más bien quiere enseñar que más que los piadosos
sentimientos y cariño para su madre por ser físicamente tal, los que no
descarta, busca destacar la unión a la voluntad de su Padre celestial, en la
que se da la mayor unión de las almas 2.
San Gregorio, homiliae in Evangelia, 3,2
El Señor se
dignó llamar hermanos a los discípulos, diciendo: "Id y anunciad a mis
hermanos" ( Mt 28,10). Pero se preguntará: ¿Cómo el que por la fe se ha
hecho hermano de Cristo, puede llegar a ser madre? Para contestar a esta
pregunta debemos tener presente que el que por la fe se hace hermano o hermana
de Cristo, se hace madre por la predicación, porque viene como a dar a luz al
Señor infundiéndolo en el corazón de los oyentes. Y se hace madre de El, si
mediante su voz engendra en el alma del prójimo el amor del Señor.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,2
Lo que se
acaba de decir nos enseña también otra cosa, a saber: que no se debe despreciar
la virtud dejándose llevar de la confianza que puede inspirar el parentesco;
porque si nada aprovecha a la Madre el ser Madre, si no tiene virtud, ¿quién
podrá gloriarse de encontrar su salvación en el parentesco? Porque no hay más
que una sola nobleza, el hacer la voluntad de Dios, y por eso sigue:
"Cualquiera, pues, que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los
cielos, es mi hermano, mi hermana y mi Madre". Muchas mujeres glorificaron
a aquella Virgen santa, y a su vientre, y desearon ser madres parecidas a ella.
¿Quién se lo impide? Abierto tenéis el camino, y no sólo las mujeres, sino
también los hombres pueden llegar a ser Madre de Dios.
San Jerónimo
Digámoslo de
otra manera, el Salvador habla a las turbas, y en sentido más íntimo, enseña a
las naciones: su Madre y sus parientes, esto es, la sinagoga y el pueblo de los
judíos, están a la parte de afuera.
San Hilario, in Matthaeum, 12
Tenían
ellos, lo mismo que los demás, la facultad de entrar hasta El; pero porque
había venido entre los suyos y no le recibieron ( Jn 1,2), se abstienen de
entrar y de aproximarse a El.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 3,2
De donde su
Madre está afuera, como si no la conociese, pues no es reconocida la sinagoga
por aquel que la fundó, en atención a que, ateniéndose a la observancia de la
ley, perdió la inteligencia espiritual, y se quedó en la puerta guardando la
letra.
San Jerónimo
Después de
haber rogado, de haber buscado y de haber mandado un mensajero, recibieron la
respuesta: tenéis libre albedrío; si queréis podéis entrar y creer.
Notas
1. La interpretación de los Padres es general en cuanto a destacar que no se debe entender por esa frase un rechazo a la Madre de Jesús. Más bien, son muchos los que destacan que se trata de una alabanza a la Virgen Santísima. ¿Quien mejor que Ella ha escuchado el designio de Dios y lo ha puesto por obra? Precisamente, el mensaje del pasaje resulta claro si se lee en dos planos. Uno primero, en el que se da importancia al aspecto biológico, que Jesús esclarece remitiéndolo a la más importante unión espiritual. La Madre queda así adherida públicamente a la familia escatológica de los discípulos de Jesús, de los cuales Ella es la primera y más aventajada de todos. Esta enseñanza ha sido cada vez más esclarecida por la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo. La presencia de María y sus parientes, en el pasaje, sirve como una especie de disparador de la gran lección que destaca que María, su Madre, es importante para su misión principalmente por que pronunció el "Fiat" y es modelo ejemplar de quien escucha la palabra divina y la pone permanentemente por obra. Aparece así como trasfondo de las palabras que Ella es Madre y Modelo ejemplar de todos los discípulos.
2. (Aldama) Tanto la hiperdulía a María, y la teología mariana "entroncan directamente con las alabanzas a su fe en Lc 1,45; a su maternidad virginal y divina en Lc 1,42s y 46-48, y a ambas juntas en la perspectiva de Lc 8, 20s". S.S. Juan Pablo II: "¿Se aleja con esto de la que ha sido su madre según la carne? ¿Quiere tal vez dejarla en la sombra del escondimiento, que ella misma ha elegido? Si así puede parecer en base al significado de aquellas palabras, se debe constatar, sin embargo, que la maternidad nueva y distinta, de la que Jesús habla a sus discípulos, concierne concretamente a María de un modo especialísimo. ¿No es tal vez María la primera entre "aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen"? Y por consiguiente ¿no se refiere sobre todo a ella aquella bendición pronunciada por Jesús en respuesta a las palabras de la mujer anónima? Sin lugar a dudas, María es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre según la carne ("¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!"), pero también y sobre todo porque ya en el instante de la anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque fue obediente a Dios, porque "guardaba" la palabra y "la conservaba cuidadosamente en su corazón" (cf. Lc 1, 38. 45; 2, 19. 51) y la cumplía totalmente en su vida. Podemos afirmar, por lo tanto, que el elogio pronunciado por Jesús no se contrapone, a pesar de las apariencias, al formulado por la mujer desconocida, sino que viene a coincidir con ella en la persona de esta Madre-Virgen, que se ha llamado solamente "esclava del Señor" ( Lc 1, 38). Si es cierto que "todas las generaciones la llamarán bienaventurada" (cf. Lc 1, 48), se puede decir que aquella mujer anónima ha sido la primera en confirmar inconscientemente aquel versículo profético del Magníficat de María y dar comienzo al Magníficat de los siglos ( Redemptoris Mater, 20)".