miércoles, 21 de febrero de 2024

EL QUE HACE LA VOLUNTAD DE MI PADRE. Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino

 


MIÉRCOLES DE LAS TÉMPORAS DE CUARESMA

 

Comentarios al Evangelio

de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino

 

Mateo 12, 38-40 
Entonces le respondieron ciertos escribas y fariseos diciendo: "Maestro, queremos ver señal de ti"; y les respondió diciendo: "la generación mala y adulterina, señal pide: mas no le será dada señal sino la señal de Jonás el profeta: porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre de la ballena, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el corazón de la tierra". (vv. 38-40)
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1

Como el Señor había hecho ya muchas veces enmudecer la lengua impertinente de los fariseos por las respuestas que les había dado, acuden ahora a las obras, que es lo que el evangelista admirado dice: "Entonces le respondieron ciertos escribas", etc. Entonces, es decir, cuando les convenía doblegarse, admirarse y quedarse estupefactos. Pero aun entonces no desisten de su malicia; porque dicen: "Queremos ver de ti una señal", para prenderle.
 

San Jerónimo

Exigen una señal como si no fueran señales las obras que habían visto. San Lucas expresa de una manera más explícita las señales que pedían ( Lc 11,15). Nosotros deseamos ver de ti un milagro del cielo. O un fuego como el de Elías, que bajó del cielo ( 2Re 1) , o bien un milagro como el de Samuel, que a pesar de la temperatura del clima hizo tronar, relampaguear y llover. ( 1Sam 7-12) Como si no pudieran ellos llevar su calumnia sobre semejantes milagros, diciendo que eran resultados de influencias ocultas y distintas de la atmósfera. Porque si tú calumnias lo que ves con los ojos, lo que tocas con las manos y de lo que conoces su utilidad, ¿qué harías de lo que viniera del cielo? Contestarías sin duda que también los Magos en Egipto han hecho muchos prodigios en los aires ( Ex 7-8).
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1

Sus palabras respiran adulación e ironía. Antes injuriaban al Señor, llamándolo endemoniado y ahora lo adulan denominándolo maestro, por eso les arguye el Señor con energía, y al contestarles les dice: "Generación perversa". Cuando ellos ultrajaban al Señor, éste les contestaba con dulzura; y cuando lo adulan les responde con energía, manifestándonos con esto que El es superior a la adulación, y que el ultraje no enciende en El la cólera. Todo lo que dice el Señor se reduce a lo siguiente: ¿Qué extraño es que vosotros, que no me conocéis, hagáis todas estas cosas contra mí, cuando lo hacéis también contra el Padre, y a pesar de que tenéis de El una grande experiencia, lo abandonáis y corréis tras del demonio? Por eso los llama "generación perversa", porque han sido ingratos con sus bienhechores, y se han vuelto peores con los beneficios, que es el último grado de la malicia.
 

San Jerónimo

Y los llamó también con mucha razón "adulterina", porque había abandonado a su marido, y según Ezequiel ( Ez 16) se había entregado a muchos amantes.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1

De esta manera se manifiesta El igual al Padre, porque el no creerlo así los hace generación adúltera.
 

Rábano

Empieza en seguida a contestarles, no dándoles una señal del cielo (de que eran indignos), sino del profundo infierno. Mas dio una señal del cielo a sus discípulos, a quienes enseñó sobre la montaña un símbolo de su gloria eterna ( Mt 17), y después la realidad de verlo elevarse al cielo ( Mc 16) . Por eso sigue: "Y no será dada la señal".
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1

No hacía El los milagros para atraerlos (porque conocía que eran de piedra) sino para convertir a los demás. O también, no les dio la señal que ellos pedían porque no la recibirían; pero se la dio después haciéndoles conocer su poder por aquello que ocurrió posteriormente. Esto es lo que quiso decir, aunque de una manera algo encubierta, con las palabras: "Y no será dada la señal a ellos" que equivale a decir: os he manifestado muchos beneficios, ninguno de ellos ha sido suficiente para inclinaros a que respetéis mi virtud, que conoceréis cuando veáis destruida vuestra ciudad. En seguida intercala el evangelista algunas palabras del Señor sobre su resurrección, de que ellos tendrían conocimiento por los castigos que tenían que sufrir; y así dice: "sino la señal de Jonás profeta": Nadie en realidad hubiera tenido fe en la Cruz, si no hubiera estado apoyada en los milagros, y si no hubiera sido creída la cruz, tampoco lo hubiera sido la resurrección. Por eso la llama señal, y para que se tenga como una verdad, la presenta como una figura profética. Por eso sigue: "Como estuvo Jonás en el vientre de la ballena", etc.
 

Rábano

Da a entender que los judíos eran tan criminales como los ninivitas y estaban próximos a ser destruidos si no hacían penitencia, pero así como les anuncia Jonás el castigo y el modo de evitarlo ( Jon 3) , así también los judíos no deben desesperarse creyendo que no obtendrán perdón, si al menos después de la resurrección del Señor hacen penitencia. Porque Jonás (palabra que significa paloma o el que gime), es señal de aquél sobre quien desciende el Espíritu Santo en forma de paloma ( Lc 3), y del que cargó con nuestros pecados ( Is 53). El pez que tragó a Jonás en el mar ( Jon 2), significa la muerte que sufrió Cristo en el mundo. Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre de la ballena y Cristo en el sepulcro. Jonás fue lanzado sobre la playa árida y Cristo resucitó en la gloria.
 

San Agustín, de consensu evangelistarum, 3,24

Quieren algunos, que no comprenden el modo en que se expresa la Escritura, contar por una noche aquellas tres horas desde las seis hasta las nueve en que estuvo obscurecido el sol, y por día aquellas otras tres horas durante las cuales el sol volvió a iluminar la tierra, esto es, desde las nueve hasta la postura del sol. Sigue la noche del sábado con su correspondiente día, da por resultado dos noches y dos días, porque después del sábado sigue la noche del primer día (esto es, del amanecer del domingo) en que resucitó el Señor. Serán, pues, dos días y dos noches, más otra noche, que podría tomarse en toda su extensión, aun cuando no contemos la aurora de la resurrección como la parte extrema de esta noche, por lo cual contando seis horas, tres de tinieblas y tres de luz, resultan tres días y tres noches. Nos resta, pues, como solución para la inteligencia el modo de expresarse las Escrituras, al tomar la parte por el todo.
 

San Jerónimo

No quiere decir que estuviera el Señor tres días y tres noches en el infierno, sino para que se entienda en parte la Pascua y una parte del domingo, y todo el día sábado.
 

San Agustín, de Trinitate, 4,6

La misma Escritura nos asegura que no fueron completos estos tres días, sino que la tarde del primer día se cuenta como día entero, al igual que la mañana del tercer día. El segundo día divide las veinticuatro horas en doce de día y doce de noche. La noche que termina en la aurora que anunció la resurrección del Señor pertenece al tercer día. Así como los días primeros fueron contados desde la luz hacia la noche, a causa de la caída del hombre, así estos días son contados desde las tinieblas hacia la luz, a causa de la reparación del hombre.
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,1-2

No dijo de una manera clara que resucitaría, porque serviría esto de burla a los fariseos, sino que lo hizo con palabras encubiertas, para que aceptaran ellos por la fe lo que El preveía. Y no dijo en la tierra, sino en el corazón de la tierra, a fin de anunciarles su sepulcro, y de que nadie creyera que había sido aparente su muerte. Y puso tres días para no dar lugar a la menor duda de que realmente había muerto. Pero hasta la misma figura demuestra la verdad, porque Jonás no estuvo de una manera aparente tres días en el vientre de la ballena, sino que estuvo en realidad; de donde resulta bien claro que son hijos del diablo los que siguen la doctrina de Marción, quien sostuvo que fue una quimera la pasión de Cristo. Al decir que la señal del profeta Jonás se daría a aquella generación, el Señor indica que había de padecer por ellos, aunque no les aprovecharía su pasión.


41-42         
"Los Ninivitas se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán: porque hicieron penitencia por la predicación de Jonás. Y he aquí en este lugar más que Jonás. La reina del Austro se levantará en juicio con esta generación, y la condenará: porque vino desde los fines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón. Y he aquí más que Salomón". (vv. 41-42)
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,2

El Señor, a fin de que nadie creyera que los judíos habían de tener el mismo fin que los ninivitas, es decir, que así como éstos se convirtieron por la predicación de Jonás y salvaron su ciudad del peligro que los amenazaba, también aquéllos se convertirían vista la resurrección, nos hace ver todo lo contrario y nos dice que ningún fruto sacaron ellos de la pasión, y que por lo mismo sufrirán más severamente por su pecado, como dice más abajo valiéndose del ejemplo del demonio. Entretanto nos manifiesta la justicia de su condenación con las palabras: "Los ninivitas se levantarán en juicio con esta generación".
 

Remigio

En estas palabras dice bien claro el Señor que no habrá más que una sola resurrección para los buenos y los malos, y refuta a los herejes que sostuvieron que había dos resurrecciones: una para los buenos y otra para los malos. También destruye con estas palabras la fábula de los judíos de que se celebraría la resurrección mil años antes que el juicio, puesto que nos demuestra que en seguida de la resurrección, se celebrará también el juicio. "Y ellos la condenarán".
 

San Jerónimo

No por el poder de su sentencia sino por el ejemplo de su conducta, por lo que añade: "Porque hicieron penitencia por la predicación de Jonás". "Y he aquí en este lugar más que Jonás": La palabra hic es adverbio de lugar, y no pronombre. Jonás predicó tres días, según interpretación de los Setenta; yo durante un tiempo más largo. Aquél a los Asirios, gente incrédula; yo a los judíos, pueblo de Dios. Aquél no hizo más que predicar simplemente y sin hacer milagro alguno; y yo después de haber hecho tantos, sufro la calumnia de que me llamen Beelzebub.
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3

No se contenta el Señor con lo dicho sino que añade la cita de "la Reina de Sabá", etc. Esta cita da aún más fuerza que la anterior. Porque Jonás marchó a los ninivitas; pero la Reina de Sabá no esperó que Salomón fuese a donde estaba ella, sino que ella misma marchó a donde estaba Salomón a pesar de ser mujer y extranjera, y de países lejanos, y sin tener miedo a la muerte, llevada sólo del atractivo de las palabras llenas de sabiduría. Llegó allí, pues, la mujer, y yo he llegado aquí; venía ella de los confines de la tierra, y yo recorro las ciudades y las aldeas; disputó ella sobre los árboles y las maderas, yo sobre los inefables misterios.
 

San Jerónimo

Del mismo modo condenará la Reina de Sabá al pueblo de los judíos, con que los ninivitas condenarán al incrédulo Israel. Esa Reina es la Reina de Sabá, de que se habla en el libro de los Reyes ( 1Re 10), y en las Crónicas ( 2Cró 9), que llegó a Jerusalén después de haber abandonado su reino, pasando por tantas dificultades, con el objeto de oír la sabiduría de Salomón y ofrecerle muchos regalos. En la figura de Ninive y de la Reina de Sabá vemos la fe de las naciones, que fueron preferidas a Israel.
 

Rábano

Los ninivitas representan a todos los que dejan de pecar y la Reina a los que no saben pecar, porque la penitencia borra el pecado y la sabiduría lo evita.
 

Remigio

Con razón se aplica el nombre de Reina a la Iglesia, compuesta de muchas naciones; porque sabe ella gobernar sus costumbres. De ella dice el Salmista: "La Reina ha estado sentada a nuestra derecha" ( Sal 44,10). La Reina de Sabá, porque superabunda en ella el fuego del Espíritu Santo, y el viento cálido del Sur es figura del Espíritu Santo. Y Salomón, que significa pacífico, representa a aquel de quien se ha dicho: "El es nuestra paz" ( Ef 2,14).


43-45         
"Cuando el espíritu inmundo ha salido de un hombre, anda por los lugares secos buscando reposo, y no le halla. Entonces dice: Me volveré a mi casa, de donde salí. Y cuando viene, hállala desocupada, barrida y alhajada. Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entran dentro, y moran allí; y lo postrero de aquel hombre es peor que lo primero. Así también acontecerá a esta generación muy mala". (vv. 43-45)
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3

Después de haber dicho el Señor a los judíos: "Los ninivitas se levantarán en juicio y condenarán a esta generación", a fin de que no desprecien sus amenazas por la tardanza de su realización y se hagan más perezosos para convertirse, les manifiesta que no sólo en el otro mundo, sino también en éste, sufrirán grandísimas desgracias, y les presenta la pena que les está reservada bajo cierto velo. Por eso dice: "Cuando el espíritu inmundo", etc.
 

San Jerónimo

Opinan algunos que este pasaje dice relación a los herejes, a quienes abandona el demonio de que antes estaban poseídos, cuando pasan de la incredulidad a la fe; pero después, cuando se vuelven a la herejía y adornan su casa con fingidas virtudes, el diablo se va a ellos en compañía de otros siete espíritus malos, habita en ellos y es su fin peor que su principio. Son efectivamente los herejes de peor condición que los incrédulos, porque de éstos hay esperanza de que crean, pero en los otros lucha y discordia. Y aunque sus explicaciones tengan alguna vez algún aplauso o visos de probabilidad, no sé si tengan la verdad. Por esta razón termina la parábola o el ejemplo que precede, con las siguientes palabras: "Así acontecerá a esta generación muy mala". Sin embargo, nos vemos obligados a aplicar este pasaje, no a los herejes y a otros hombres de cualquier clase que sean, sino al pueblo judío, porque no es el contexto de este lugar vago, indeterminado y susceptible, como acostumbran a hacer los necios, hablando de distintos sentidos; sino que ofrece una unidad compacta y forma con lo que antecede y con lo que sigue, desde el principio hasta el fin, un todo. De donde resulta, que cuando los judíos recibieron la ley salió de ellos el espíritu inmundo. Arrojado de los judíos anduvo por las soledades de las naciones.
 

Remigio

Los lugares secos son los corazones de los gentiles, que no están humedecidos por las aguas saludables, es decir, que son extraños a las Escrituras, a los dones espirituales y al Espíritu Santo.
 

Rábano

O también son lugares secos los corazones de los fieles que después de haber sido despojados de la molicie de los pensamientos disolutos, explora el enemigo astuto, a fin de fijar en ellos sus pasos; pero no podrá el diablo, que huye de los espíritus castos, encontrar el descanso que apetece, más que en el corazón de los malvados. Por eso sigue el evangelista: "Y no encuentra".
 

Remigio

Creía el diablo que podía tener un descanso eterno en el corazón del pueblo gentil. "Y no lo encontró". Porque la gentilidad creyó en el Hijo de Dios cuando apareció por el misterio de la Encarnación.
 

San Jerónimo

No hallando el demonio lugar alguno entre los gentiles después de su conversión al Señor, dijo: Volveré a mi casa, de donde salí; tengo a los judíos, a quienes había dejado. Y cuando llegó, encontró su casa vacía, barrida y adornada; en efecto, estaba vacío el templo de los judíos, y no hospedaba a Cristo que decía: "Levantaos, y salgamos de aquí" ( Jn 14,31). Y como estaba vacío de Dios y de los ángeles protectores y estaba adornado con las observancias superfluas de la ley y las tradiciones de los fariseos, el diablo volvió a este lugar, que ya había ocupado otras veces y tomó posesión de su antigua casa en compañía de otros siete demonios. Y lo postrero de este pueblo es peor que lo primero, porque están poseídos de mayor número de demonios los que blasfeman en sus sinagogas contra Cristo Jesús, que aquellos que lo estaban en Egipto antes de conocer la ley, porque es más culpable no creer en Cristo después de su llegada al mundo, que el no creer en El antes de venir. El número de siete demonios que se unieron al diablo, significa o el día del sábado, o los siete dones del Espíritu Santo, porque, así como se lee en Isaías ( Is 11) que bajaron siete especies de virtudes sobre la flor de la vara de Jesé, así también por contraposición se consagró al diablo el número de siete vicios. Con razón, pues, se puede decir, que él tomó siete espíritus, o por razón de la violación del sábado, o a causa de los siete pecados capitales contrarios a los siete dones del Espíritu Santo.
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 43,3-4

O también es expresión del castigo de los judíos; porque dice el Salvador que atraerán sobre sí gravísimos males todos aquellos que después de haber estado poseídos del demonio y haber sido librados de él cayeron en una grande desidia. Así os sucederá a vosotros mismos, porque cuando adorabais a los ídolos y sacrificabais vuestros hijos a los demonios estabais antes apresados por el demonio, y sin embargo no os abandoné, sino que lancé de vosotros al demonio por mis profetas, y yo después he venido para libraros mucho mejor. Pero no queréis hacerme caso, caísteis en un crimen mayor (porque es más grave quitar la vida a Cristo que a su profeta). Por esta razón experimentaréis castigos más afrentosos. Porque los castigos que experimentó en tiempos de Vespasiano y Tito este pueblo miserable, fueron mucho más terribles que los que sufrió en Egipto y en Babilonia, y en tiempo de Antíoco. Y no sólo les hace ver el Señor todo esto, sino la desolación de sus almas, destituidas de toda clase de virtud, y más accesibles ahora que antes al demonio. Esta doctrina tiene aplicación no solamente a los judíos, sino también a nosotros, si después de haber sido iluminados y arrancados de nuestros primeros pecados nos entregamos a la corrupción, y el castigo de estos últimos pecados será más terrible que el de los primeros, por eso dijo Cristo al paralítico "Mira, ya estás curado; no vuelvas a pecar, no te acontezca otra cosa peor" ( Jn 5).
 

Rábano

Todo hombre convertido a la fe abandona al demonio, del que queda libre por el bautismo. Y el demonio, viéndose arrojado del hombre, recorre los lugares áridos, esto es, los corazones de los fieles.
 

San Gregorio Magno, Moralia, 33,3

Los lugares áridos y secos son los corazones de los justos. La fortaleza de la disciplina los ha secado de los humores de las concupiscencias carnales. Los lugares húmedos son las almas de los hombres terrenales, a quienes, llenándoles de humores la concupiscencia carnal, les hace caer en la corrupción. En éstos es en quienes imprime el diablo su perversa huella con tanta más profundidad, cuanto más desciende al terreno húmedo de esas desgraciadas almas.
 

Rábano

Y volviendo a su casa, de donde había salido, la halló vacía de todo acto bueno, a causa de los efectos de la negligencia. Limpia de la inmundicia (esto es, de los antiguos vicios), mediante el bautismo, adornada de falsas vestiduras a causa de la hipocresía.
 

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,8

Significó el Señor por esas palabras, que creerán algunos de tal manera, que volverán al mundo por no poder sufrir las fatigas de la continencia. Las palabras: "Tomó consigo otros siete espíritus", significan que aquel que cayere de la justicia, tendrá la hipocresía, porque expulsados los apetitos de la carne por las obras ordinarias de la penitencia, y no encontrando donde reposar, vuelven con mayores deseos y ocupan otra vez las almas negligentes, a fin de que la palabra de Dios, predicada por la sana doctrina, no pueda entrar nuevamente en esas almas como habitante de una casa limpia de toda inmundicia. Y no sólo porque habitarán en ellas los siete vicios contrarios a las siete virtudes espirituales, sino porque fingirá por medio de la hipocresía tener esas siete virtudes. Por eso la concupiscencia, a fin de hacer peores los extremos de esas almas que sus principios, vuelve acompañada de otros siete espíritus más perversos (esto es, de los mismos siete fingimientos).
 

San Gregorio Magno, Moralia, 7,8

Sucede con frecuencia, que cuando las almas se engríen por sus primeros progresos, presentan, desde el momento en que se dejan llevar de la vanidad, una puerta abierta al terrible enemigo, por donde él se precipita en las almas con tanto más estrago cuanto mayor fue su dolor durante el tiempo en que estuvo privado de su dominio.


46-50         
Cuando estaba todavía hablando a las gentes, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera, que le querían hablar. Y le dijo uno: "Mira que tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan". Y El, respondiendo al que le hablaba, le dijo: "¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?" Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: "Ved aquí mi Madre y mis hermanos: Porque todo aquél que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y Madre". (vv. 46-50)
 

San Hilario, in Matthaeum, 12

Como había anunciado todo lo que precede en nombre de la majestad de su Padre, ahora el evangelista nos manifiesta lo que contestó al que le dijo que su Madre y sus hermanos le estaban esperando a la parte de afuera: "Cuando estaba todavía hablando a las gentes".
 

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,40

Es indudable que sucedió a continuación de lo anterior lo que aquí nos refiere el evangelista, quien se vale, antes de referirlo, de la transición siguiente: "Cuando estaba todavía hablando a las gentes". ¿Y qué quiere decir la palabra todavía, sino que El estaba hablando aun las cosas que hemos referido? También San Marcos, después de habernos contado todo lo concerniente a la blasfemia contra el Espíritu Santo, dijo: "Y llegan su Madre y sus hermanos" ( Mc 3,31). San Lucas no siguió este orden, sino que puso primero el hecho, y lo refirió según ( Lc 8) lo iba recordando.
 

San Jerónimo

De aquí, esto es, de decir el Evangelio los hermanos del Señor, deduce Helvidio su error. ¿Cómo, dice él, se llaman en el Evangelio hermanos del Señor los que no eran hermanos suyos? Pero es necesario tener presente que el nombre de hermanos se toma bajo cuatro sentidos en las Sagradas Escrituras: hay hermanos de naturaleza, de nación, de parentesco y de cariño. Por naturaleza, como Esaú y Jacob ( Gén 25); por nacionalidad, así todos los judíos se llaman entre sí hermanos, como en el Deuteronomio ( Dt 17,15); "No podrás constituir como rey sobre ti un hombre extranjero que no es tu hermano". Además, se llaman hermanos los que son de una misma familia, como en el Génesis: "Y dijo Abraham a Lot: no haya disputa entre tú y yo, porque somos hermanos" ( Gén 13,8). Los hermanos de cariño lo son, o de una manera general, o de una manera individual. Así se llaman de una manera más especial hermanos todos los cristianos, como dice el Salvador: "Ve y di a mis hermanos" ( Jn 20,17), y de una manera general, porque todos los hombres reconocen un solo padre y están unidos entre sí por un parentesco común y esto es lo que se lee en Isaías: "Decid a los que os aborrecieron: Vosotros sois nuestros hermanos" ( Is 66,9). Pregunto yo ahora: ¿de qué manera son hermanos del Señor los que así llama el Evangelio? ¿Por naturaleza? Pero la Escritura no lo dice ni los llama hijos de María ni de José. ¿Por la nacionalidad? Pero esto es un absurdo, porque sería llamar hermanos a unos cuantos judíos, y no a los demás; siendo así que todos los judíos que estaban allí presentes tenían derecho a la misma denominación. ¿Es según el sentimiento humano o sobrenatural? Pero en este sentido ¿quién mejor que los Apóstoles, a quienes daba el Señor instrucciones íntimas, merecía llamarse hermano? O si todos (porque son hombres) son hermanos, fue una cosa necia anunciar como cosa propia a los que lo esperaban fuera diciendo: "Mira, tus hermanos te buscan". Resulta, pues, que la palabra hermano debe tomarse no en el sentido de la naturaleza, ni en el de la nacionalidad, ni en el de afecto, sino en el de parentesco.
 

San Jerónimo

Las palabras "hermanos del Señor" hacen suponer a algunos, siguiendo las locuras de algunos apócrifos, y fingiendo la existencia de una mujerzuela llamada Esca, que José había tenido otros hijos de una esposa anterior. Pero nosotros comprendemos bajo la palabra hermano, no los hijos de José, sino a los consobrinos del Salvador, a los hijos de la tía materna del Señor, la cual es llamada en el Evangelio madre de Santiago el menor, de José y de Judas, a quienes en otro lugar del Evangelio ( Mc 6; Gál 1), se les llama hermanos del Señor. Toda la Escritura nos da testimonio de que el nombre de hermanos se extiende hasta los consobrinos.
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1

Ved ahí el orgullo de sus parientes, porque debían entrar y mezclarse con las turbas para oírle, o si no querían esto, esperar hasta el final del discurso y acercársele entonces. Pero ellos lo llaman afuera y lo hacen en presencia de todos para manifestar su vanidad y hacer ver a todos que mandan con autoridad a Cristo, cosa que manifiesta el evangelista e insinúa bajo cierto velo, cuando dice: "Cuando estaba todavía hablando", que es como si dijera: ¿No lo podían haber hecho en otra ocasión? ¿Y qué deseaban ellos hablar? Si era en favor de los dogmas de la verdad, debían de haberse contentado de una manera ordinaria a fin de ganar de este modo las almas de sus oyentes; y si era de cosas pertenecientes a ellos no era oportuno llamarle con tanta prontitud, de donde resulta que lo hacían llevados de la vanagloria.
 

San Agustín, de natura et gratia, 36

Cuanto se diga de los parientes del Señor, si se trata del pecado, bajo ningún concepto quiero que se diga de la Virgen María (por el honor de Cristo). Nosotros sabemos que le fueron concedidas las mayores gracias para triunfar de todo pecado, porque ella era la destinada a concebir y a dar a luz a quien nos consta que jamás tuvo pecado alguno.

Sigue: le dijo un cierto hombre: "Mira, tu Madre y tus hermanos están afuera buscándote".
 

San Jerónimo

Se me figura que el anunciante no habla por casualidad ni con sinceridad, sino para tenderle algún lazo, sin duda para ver si prefería a la obra espiritual la carne y la sangre. Por eso el Señor, sin negar a su Madre y a sus parientes, sino para contestar al que le avisaba, rehusó el salir.
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1

Y no dijo: "Marcha, dile que no es mi Madre", sino que se dirigió al que le avisaba, y contestándole cuando le hablaba, le dijo: "¿Cuál es mi Madre, y cuáles son mis hermanos? 1"
 

San Hilario, in Matthaeum, 12

No se debe juzgar por estas palabras que en ellas dio El un testimonio de desaire hacia su Madre, puesto que desde lo alto de la cruz le dio pruebas de solicitud y amor filial ( Jn 19).
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,1

Si hubiera El querido negar a su Madre, lo hubiera hecho cuando los judíos se mofaban de El con ocasión de su Madre ( Mc 6).
 

San Jerónimo

No negó El, pues, como pretenden Marción y Maniqueo, a su Madre, de quien nació, para no dar lugar a que se creyese que era hijo de un fantasma, sino que quiso destacar el vínculo con los discípulos sobre el vínculo de parentesco, para enseñarnos a preferir el vínculo del espíritu al de los parientes.
 

San Ambrosio, In Lucam, 6

Es propio del Maestro ofrecer a los demás un ejemplo en su persona cuando dicta un precepto. Así, el comienza por cumplirlo. Antes de determinar que quien no deja a su padre y a su madre no es digno del Hijo de Dios ( Lc 14,26) El se somete al principio señalado. Ciertamente, no reprueba el cariño filial debido a su madre, pues de El viene el mandamiento: "Honra a tu padre y a tu madre" ( Ex 50). Más bien quiere enseñar que más que los piadosos sentimientos y cariño para su madre por ser físicamente tal, los que no descarta, busca destacar la unión a la voluntad de su Padre celestial, en la que se da la mayor unión de las almas 2.
 

San Gregorio, homiliae in Evangelia, 3,2

El Señor se dignó llamar hermanos a los discípulos, diciendo: "Id y anunciad a mis hermanos" ( Mt 28,10). Pero se preguntará: ¿Cómo el que por la fe se ha hecho hermano de Cristo, puede llegar a ser madre? Para contestar a esta pregunta debemos tener presente que el que por la fe se hace hermano o hermana de Cristo, se hace madre por la predicación, porque viene como a dar a luz al Señor infundiéndolo en el corazón de los oyentes. Y se hace madre de El, si mediante su voz engendra en el alma del prójimo el amor del Señor.
 

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 44,2

Lo que se acaba de decir nos enseña también otra cosa, a saber: que no se debe despreciar la virtud dejándose llevar de la confianza que puede inspirar el parentesco; porque si nada aprovecha a la Madre el ser Madre, si no tiene virtud, ¿quién podrá gloriarse de encontrar su salvación en el parentesco? Porque no hay más que una sola nobleza, el hacer la voluntad de Dios, y por eso sigue: "Cualquiera, pues, que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, es mi hermano, mi hermana y mi Madre". Muchas mujeres glorificaron a aquella Virgen santa, y a su vientre, y desearon ser madres parecidas a ella. ¿Quién se lo impide? Abierto tenéis el camino, y no sólo las mujeres, sino también los hombres pueden llegar a ser Madre de Dios.
 

San Jerónimo

Digámoslo de otra manera, el Salvador habla a las turbas, y en sentido más íntimo, enseña a las naciones: su Madre y sus parientes, esto es, la sinagoga y el pueblo de los judíos, están a la parte de afuera.
 

San Hilario, in Matthaeum, 12

Tenían ellos, lo mismo que los demás, la facultad de entrar hasta El; pero porque había venido entre los suyos y no le recibieron ( Jn 1,2), se abstienen de entrar y de aproximarse a El.
 

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 3,2

De donde su Madre está afuera, como si no la conociese, pues no es reconocida la sinagoga por aquel que la fundó, en atención a que, ateniéndose a la observancia de la ley, perdió la inteligencia espiritual, y se quedó en la puerta guardando la letra.
 

San Jerónimo

Después de haber rogado, de haber buscado y de haber mandado un mensajero, recibieron la respuesta: tenéis libre albedrío; si queréis podéis entrar y creer.
 

Notas

1. La interpretación de los Padres es general en cuanto a destacar que no se debe entender por esa frase un rechazo a la Madre de Jesús. Más bien, son muchos los que destacan que se trata de una alabanza a la Virgen Santísima. ¿Quien mejor que Ella ha escuchado el designio de Dios y lo ha puesto por obra? Precisamente, el mensaje del pasaje resulta claro si se lee en dos planos. Uno primero, en el que se da importancia al aspecto biológico, que Jesús esclarece remitiéndolo a la más importante unión espiritual. La Madre queda así adherida públicamente a la familia escatológica de los discípulos de Jesús, de los cuales Ella es la primera y más aventajada de todos. Esta enseñanza ha sido cada vez más esclarecida por la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo. La presencia de María y sus parientes, en el pasaje, sirve como una especie de disparador de la gran lección que destaca que María, su Madre, es importante para su misión principalmente por que pronunció el "Fiat" y es modelo ejemplar de quien escucha la palabra divina y la pone permanentemente por obra. Aparece así como trasfondo de las palabras que Ella es Madre y Modelo ejemplar de todos los discípulos.

2. (Aldama) Tanto la hiperdulía a María, y la teología mariana "entroncan directamente con las alabanzas a su fe en Lc 1,45; a su maternidad virginal y divina en Lc 1,42s y 46-48, y a ambas juntas en la perspectiva de Lc 8, 20s". S.S. Juan Pablo II: "¿Se aleja con esto de la que ha sido su madre según la carne? ¿Quiere tal vez dejarla en la sombra del escondimiento, que ella misma ha elegido? Si así puede parecer en base al significado de aquellas palabras, se debe constatar, sin embargo, que la maternidad nueva y distinta, de la que Jesús habla a sus discípulos, concierne concretamente a María de un modo especialísimo. ¿No es tal vez María la primera entre "aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen"? Y por consiguiente ¿no se refiere sobre todo a ella aquella bendición pronunciada por Jesús en respuesta a las palabras de la mujer anónima? Sin lugar a dudas, María es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre según la carne ("¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!"), pero también y sobre todo porque ya en el instante de la anunciación ha acogido la palabra de Dios, porque ha creído, porque fue obediente a Dios, porque "guardaba" la palabra y "la conservaba cuidadosamente en su corazón" (cf. Lc 1, 38. 45; 2, 19. 51) y la cumplía totalmente en su vida. Podemos afirmar, por lo tanto, que el elogio pronunciado por Jesús no se contrapone, a pesar de las apariencias, al formulado por la mujer desconocida, sino que viene a coincidir con ella en la persona de esta Madre-Virgen, que se ha llamado solamente "esclava del Señor" ( Lc 1, 38). Si es cierto que "todas las generaciones la llamarán bienaventurada" (cf. Lc 1, 48), se puede decir que aquella mujer anónima ha sido la primera en confirmar inconscientemente aquel versículo profético del Magníficat de María y dar comienzo al Magníficat de los siglos ( Redemptoris Mater, 20)".