CUSTODIAR AL HOMBRE
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 81-82)
La Iglesia
recibe de Dios Creador el mandato de cuidar y ser responsable del hombre,
llamado a la salvación. Esto lo hace la Iglesia a través de su enseñanza
social. Podemos evocar las diferentes enseñanzas del Papa Francisco acerca de
la vocación de custodiar: “no sólo nos
atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y
que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar a la gente, el
preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los
ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de
nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se
guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el
tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir
con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza,
en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del
hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los
dones de Dios.”
Esta tarea de
custodiar la realiza la Iglesia mediante una doble dinámica: el anuncio y la
denuncia.
Anuncio de la
Verdad, ofreciendo “significados, valores y criterios de
juicio que brotan del Evangelio, así como también normas y directrices de
acción que de ellos derivan.” ¿Con qué pretensión? La de formar rectamente las
conciencias.
Denuncia del
error, del pecado y de la injusticia, no como simple crítica, sino como defensa
de los más débiles.
Y el fin de la enseñanza social de la
Iglesia no es político, sino que su fin es religioso porque quiere salvar al
hombre en toda su realidad y moral porque busca el bien del hombre y su
liberación de las esclavitudes del error, de la injusticia y del pecado.
El fruto de la enseñanza social de la
Iglesia es “una sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor,
que anticipa en la historia, de modo incipiente y prefigurado, los nuevos
cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia.”