viernes, 4 de marzo de 2016

CUSTODIAR AL HOMBRE Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 81-82)

CUSTODIAR AL HOMBRE
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (nn. 81-82)
La Iglesia recibe de Dios Creador el mandato de cuidar y ser responsable del hombre, llamado a la salvación. Esto lo hace la Iglesia a través de su enseñanza social. Podemos evocar las diferentes enseñanzas del Papa Francisco acerca de la vocación de custodiar: “no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro en la familia: los cónyuges se guardan recíprocamente y luego, como padres, cuidan de los hijos, y con el tiempo, también los hijos se convertirán en cuidadores de sus padres. Es vivir con sinceridad las amistades, que son un recíproco protegerse en la confianza, en el respeto y en el bien. En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.”
Esta tarea de custodiar la realiza la Iglesia mediante una doble dinámica: el anuncio y la denuncia.
Anuncio de la Verdad, ofreciendo “significados, valores y criterios de juicio que brotan del Evangelio, así como también normas y directrices de acción que de ellos derivan.” ¿Con qué pretensión? La de formar rectamente las conciencias.  
Denuncia del error, del pecado y de la injusticia, no como simple crítica, sino como defensa de los más débiles.
Y el fin de la enseñanza social de la Iglesia no es político, sino que su fin es religioso porque quiere salvar al hombre en toda su realidad y moral porque busca el bien del hombre y su liberación de las esclavitudes del error, de la injusticia y del pecado.

El fruto de la enseñanza social de la Iglesia es “una sociedad reconciliada y armonizada en la justicia y en el amor, que anticipa en la historia, de modo incipiente y prefigurado, los nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia.”