Viernes de la II semana de Adviento.
De la Natividad de María Santísima Señora nuestra.
MEDITACIONES DIARIAS
DE LOS MISTERIOS
DE NUESTRA SANTA FE,
por el P. Alonso de Andrade,
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.
ORACIÓN PARA COMENZAR
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
MEDITACIÓN
Viernes de la II semana de Adviento.
De la Natividad de María Santísima Señora nuestra.
PUNTO PRIMERO. Considera cómo dispuso la Divina Providencia, que los santos padres de la Beatísima Virgen fuesen ancianos y estériles, porque había de ser más hija de la gracia que de la naturaleza: tal ha de ser el que Dios escoge con especial gracia para su servicio. Contempla los dilatados deseos de estos siervos suyos, y cómo Dios les dilató esta merced hasta el último tercio de su vida, y cuando menos le pudieran esperar, entonces le recibieron de su mano; porque Dios vende sus dones a precio de clamores, gemidos, oraciones, esperanzas y deseos. Aprende a tener paciencia y esperanza, y a no descaecer en los tuyos, que si Dios te dilata el cumplimiento de ellos, es para probar tu confianza y hacerte más digno de recibir sus mercedes con la paciencia y confianza en su bondad y misericordia, y cuando te halles mas imposibilitado de alcanzarlas con las fuerzas humanas las recibirás de su mano, como los santos padres de la Purísima Virgen.
PUNTO II. Considera el gozo y alegría que tuvieron el cielo y la tierra con el nacimiento de esta celestial Señora; porque la Santísima Trinidad tuvo especial agrado en esta Divina Princesa: el Padre por ser su hija: el Hijo por ser su madre: el Espíritu Santo por ser su esposa: los ángeles se alborozaron y la reverenciaron como a su reina, los hombres como a su señora, y en especial sus santos padres tuvieron cordialísimo gozo, viéndose honrados y enriquecidos con prenda de tan grande valor; y al paso que habían sido grandes sus deseos, fue grande el gozo que tuvieron en recibirla: y así dice la iglesia, que el nacimiento de la Virgen acarreó gozo a todo el universo mundo: no te quedes tú solo sin él; mas gózate de tener tal Señora ,tal reina, tal madre y tal patrona para con Dios: entra en su casa en compañía de los ángeles, y dale al padre las gracias y la enhorabuena por haberle nacido tal hija, y al Hijo por tal madre, y al Espíritu Santo por tal esposa , y a los ángeles por tal reina, y a los hombres por tal patrona, y a sus santos padres por tal hija mejor que muchos hijos, y a todo el mundo, porque ha nacido la aurora que destierra sus tinieblas , y a la misma Virgen dala el parabién de haber venido al mundo para el remedio del mundo; y pídele nazca en tu alma por devoción, afecto y gracia, y que sea tu patrona y amparo delante de Dios perpetuamente.
PUNTO III. Contempla las gracias, y prerrogativas con que nace para ser digna madre de Dios; porque en primer lugar, como dice San Juan Damasceno (1), no causó dolores a su madre como los otros hijos en el parto, sino antes grande deleite y gozo como quien venía a darle a todo el mundo, y en naciendo resplandeció su rostro como el sol y bañó a todos los presentes de una luz suavísima, causando juntamente devoción en sus almas; y el Espíritu Santo enriqueció la suya con todas las gracias y virtudes, y su purísimo cuerpo con todos los dones que para tan alta dignidad, como era ser madre de Dios, se requieren; y como dijo San Buenaventura, adornó la casa al Verbo Eterno digna de su morada. Los cielos dispuso Dios tan hermosos y llenos de delicias para solar suyo y habitación de los bienaventurados, la tierra con su fertilidad y frutos para habitación de los hombres , y a la Santísima Virgen adornó el Espíritu Santo con todos los dones y gracias que una pura criatura pudo tener para ser morada y madre dignísima del Hijo Eterno de Dios; y el exceso que lleva el Verbo a los ángeles y a los hombres, ese (a nuestro modo de entender) lleva esta celestial morada de María a los cielos y a la tierra y a cuánto hay de precio en ellos. Saca de aquí grandes afectos de júbilo y gozo de que sea tan santa, sublime y adornada esta celestial Emperatriz, y que el día que nace empiece por donde los mayores santos acabaron, y de que se cimente esta casa en los montes de más alta santidad de la Iglesia; у advierte qué linaje de santidad se requiere para ser digna morada del Señor, y pide al Espíritu Santo, que como adornó a la Virgen, te adorne, y disponga tu morada, para que seas digno de recibirle en ella.
PUNTO IV. Considera, que si Dios la enriqueció con tantos dones y gracias sobre todos los santos, fue para que la venerásemos y amásemos y sirviésemos sobre todos los santos; y así debes tenerla cordialísimo amor y devoción sobre todos cuantos santos hay en la iglesia, y dedicarte desde luego a su servicio. Mete la mano en tu pecho, y considera cuán ingrato has sido a sus beneficios, y cuán tibiamente la sirves: llora tu tibieza y flojedad, y ofrécete desde hoy por su esclavo, aunque indigno de servirla. Pídela perdón de las faltas pasadas, y no ceses de venerarla, rogarla y servirla, recuperando en el resto de tu vida lo que has perdido en la pasada.
(1) S. Damasc. 5. 1. def. de Nat. Virg.
ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS
Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Ofrecimiento diario de obras
Ven Espíritu Santo
inflama nuestros corazones
en las ansias redentoras del Corazón de Cristo
para que ofrezcamos de veras
nuestras personas y obras
en unión con Él
por la redención del mundo
Señor mío y Dios mío Jesucristo
Por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón
y me ofrezco contigo al Padre
en tu Santo Sacrificio del altar
con mi oración y mi trabajo
sufrimientos y alegrías de hoy
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial
Por el Papa y sus intenciones,
Por nuestro Obispo y sus intenciones,
Por nuestro Párroco y sus intenciones.