domingo, 7 de diciembre de 2025

DECRETO DE LA TRINIDAD SOBRE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO #adviento #meditación

Lunes de la II semana de Adviento.

Del Decreto de la Santísima Trinidad de la Encarnación del Verbo eterno.

 

MEDITACIONES DIARIAS

DE LOS MISTERIOS

DE NUESTRA SANTA FE,

por el P. Alonso de Andrade,

DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

MEDITACIÓN

Lunes de la II semana de Adviento.

Del Decreto de la Santísima Trinidad de la Encarnación del Verbo eterno.

 

PUNTO PRIMERO: Considera a todo el linaje humano por el pecado de Adán nuestro primer padre desterrado del paraíso y del cielo por tantos millares de años, y no solo desterrados en este valle de miserias, sino cautivos y aherrojados en las cadenas de los pecados, y tanto número de almas como caen cada día en el infierno, y cerrada la puerta del cielo a todos los hijos de Adán; y contempla a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que sin tener necesidad del hombre, ni aumentársele su gloria porque él fuese a ella, por sola su infinita piedad y misericordia trató de su remedio, y de abrirles las puertas del cielo; y últimamente decretó su remedio y poner fin a tantos males.

PUNTO II. Considera que los ángeles pecaron, fueron lanzados del cielo, y no tuvo Dios misericordia de ellos, ni trató de su remedio, y la tuvo de los hombres en los cuales entraste tú. Pondera la misericordia grande que Dios usó contigo :reconoce cuanto le debes; y mira qué servicios le hicieran los ángeles, si les hiciera a ellos semejante merced, haciéndose ángel para darles remedio y sacarlos del infierno, y reducirlos al estado felicísimo que perdieron; y dale infinitas gracias por la que te hizo en dolerse de tu miseria, y dar remedio a tus males, y franquearte las puertas del cielo, y aprende también a tener misericordia de tus hermanos, cuando los vieres en trabajos de pobreza, destierro, cárceles y enfermedades, y a procurar su remedio.

PUNTO III. Considera el decreto que salió del consistorio de la Santísima Trinidad, que la segunda Persona, que es el Verbo Eterno, Hijo del Eterno Padre y en todo igual a él, se hiciese hombre. Vistiéndose de la misma carne de Adán, y que viniese al mundo en hábito de siervo a redimir con su sangre al hombre, y abrirle con la llave de su Cruz las puertas del cielo. Todas tres personas hicieron este decreto, y el Hijo le ejecutó con suma voluntad, haciendo alarde de su infinita caridad. Pondera cómo siendo tan fácil enviar un ángel a rescatar al hombre, o tomar otro medio menos costoso, no quiso sino hacer este rescate por su propia persona y a tanta costa suya, vistiéndose de la librea del que era su enemigo, y te había ofendido tan gravemente. ¡Oh Señor, a quién no admirará tu infinita bondad! ¡Quién podrá comprender tu grande misericordia! ¡Oh qué lengua engrandecerá tu infinito amor, y la piedad que tuviste del hombre, cuando más te ofendía y menos lo merecía! Alábate los serafines y querubines y todos los coros de los ángeles y todos los hombres y todas las criaturas, y yo te doy las alabanzas que todas te dan, ya que no tengo caudal para alabarte cómo debo por tan grande misericordia como usaste conmigo.

PUNTO IV. Considera el fin que tuvo la Santísima Trinidad en este decreto, que fue para que, como dice san Juan (1), todos los que creyesen en Cristo, y le imitasen, no se perdiesen sino que consiguiesen la vida eterna; y como dice San Agustín, Dios se hizo hombre para hacer al hombre Dios. En esto, has de mostrar el agradecimiento que le tienes: mira si le amas como te amo, y si logras su redención, procurando con su gracia tu salvación, y si aspiras a imitarle en todas tus obras: entra en cuenta contigo, y atiende al empeño en que te ha puesto este tan singular beneficio, y pídele afectuosamente que se logre en ti el decreto de su redención, y que no seas tan desdichado que habiendo bajado por ti al mundo y franqueándote con su sangre las puertas del Cielo, y entrando tantos por ellas, tú te quedes fuera y caigas en el calabozo del infierno: pon a los Santos por intercesores, y en especial a la Beatísima Virgen, que ella te dará la mano para lograr este tan grande beneficio.

(1) Jn. 3, 15.

 

 

ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS

Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e ins­pi­ra­ciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.

 

Ofrecimiento diario de obras

Ven Espíritu Santo

inflama nuestros corazones

en las ansias redentoras del Corazón de Cristo

para que ofrezcamos de veras

nuestras personas y obras

en unión con Él

por la redención del mundo

 

Señor mío y Dios mío Jesucristo

Por el Corazón Inmaculado de María

me consagro a tu Corazón

y me ofrezco contigo al Padre

en tu Santo Sacrificio del altar

con mi oración y mi trabajo

sufrimientos y alegrías de hoy

en reparación de nuestros pecados

y para que venga a nosotros tu Reino.

Te pido en especial

Por el Papa y sus intenciones,

Por nuestro Obispo y sus intenciones,

Por nuestro Párroco y sus intenciones.