DIA CUARTO
De la sumisión completa del apetito, gracia segunda concedida a María Santísima
NOVENA
A LA INMACULADA VIRGEN MARÍA,
PATRONA DE ESPAÑA
Rdo. Dr. D. Félix Sardá y Salvany, Pbro
Por la señal de la santa cruz…
ORACIÓN PREPARATORIA PARA CADA DÍA
A vuestros pies acudo y a la sombra bendita de vuestro altar, soberana Reina de los cielos y Madre mía Inmaculada, para considerar vuestras grandezas y contemplar a par de ellas mi propia miseria y pequeñez. Hijo soy, que no desea para formar su corazón, más que mirarse en tal Madre; discípulo soy, que no necesita para salir aprovechado, más que prestar atento oído a tal Maestra. Por ambos conceptos vengo a Vos y a Vos llamo, y en Vos confío.
Doliéndome ante todo de mis culpas, y pidiendo perdón de ellas a la divina Bondad por mí tantas veces ofendida, siéntome ya menos indigno de parecer ante vuestra presencia, y más alentado para que bondadosa me recibáis.
Sea por los méritos y gracia del Corazón amorosísimo de Jesús, y por la intercesión y valimiento de vuestro virginal Esposo y Protector mío San José. Así sea.
Se lee y medita lo dispuesto para cada día.
DIA CUARTO
De la sumisión completa del apetito, gracia segunda concedida a María Santísima
Si por privilegio de su Concepción sin mancha tuvo la Reina de los cielos su razón del todo adicta a Dios, sin vacilación de clase alguna y mucho menos indocilidad y rebeldía; igualmente ordenados y sumisos a la divina ley estuvieron sus apetitos sensibles, sin asomo jamás de disconformidad o discordancia con los dictámenes de aquélla. Ni la pasión levantó jamás borrascas en su alma, ni livianos afectos anublaron un solo momento el limpio cielo de su recta intención.
¡Cómo examinar, Madre mía, en presencia de vos el revuelto y alborotado mar de nuestros insensatos antojos y concupiscencias! Herida la más honda que causó el pecado en nosotros, fue ese trastorno y desequilibrio, que establecen en nuestro ser un cierto dualismo, por el cual muchas veces no lo bueno que queremos hacemos, sino que hacemos aquello mismo que como malo condenamos.
Riñen cruel y desapoderada batalla en el corazón encontradas tendencias y deseos; aspiraciones sublimes de ángel y groseras concupiscencias de bestias; el amor al cielo, de una parte; de otra, el amor al cieno; es ave alada a ratos, cerniéndose en los más puros horizontes; a ratos gusano vil, revolcándose y buscando el placer en las asquerosas inmundicias.
Eso somos, pues, mas por nuestra culpa; nos ahogamos y embrutecemos cien veces y mil en sucios lodazales, por no agarrarnos ansiosos a la mano que a todas horas nos tiende la gracia de Dios. Eso somos, porque no oponemos a la miserable tendencia de los apetitos bestiales la fuerza y vigor que nos darían para contrastarlos la oración frecuente, la presencia de Dios constante, la vigilancia sobre los sentidos incansable. Jinetes en bruto indócil y voluntarioso, dejamos de la mano el freno; más aún, juzgámosle atentatorio a nuestra libertad, por tener el gusto de vernos derribados al menor tropiezo, y hollados y acoceados por las pasiones, que reteniéndolas debíamos señorear y dirigir.
Esclavos hemos de querer ser de la divina ley, y de su yugo nobilísimo y dignificador, no de esos bastardos tiranuelos que nos ofrecen a título de libertad las más oprobiosas cadenas. Servir a Dios es reinar; la libertad de seguir las inmundicias de la carne es la más humillante de las abyecciones. Haced, Señora, que como vos sea libre nuestra alma con la santa libertad de los hijos de Dios.
Medítese unos minutos lo anterior, y récese luego tres Avemarías a la Virgen Inmaculada, pidiéndole la gracia especial que se desea alcanzar por su valimiento.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Breves han sido, Madre mía, los instantes que a vuestros pies me ha permitido en grata visita y conversación la Bondad divina. Sean, Señora, para mi bien, mejoramiento de mi vida, nuevo ardor en vuestro servicio, mayor fidelidad a las santas inspiraciones, más firmeza en perseverar, mayores consuelos en mi última hora.
Ruégoos, Madre mía, pues lo sois de mi Hermano mayor y primogénito Cristo Jesús, hagáis con vuestro patrocinio duraderos en mí estos afectos de devoción, eficaces mis resoluciones, entera mi voluntad, prácticos mis deseos.
Así lo espero por los méritos infinitos del Divino Corazón y por las súplicas de vuestro castísimo Esposo San José. Así sea.
SÚPLICAS A MARÍA INMACULADA
POR LAS NECESIDADES DE ESPAÑA
Y DEL MUNDO ENTERO
Reina concebida sin pecado original, rogad a Dios (*)
Virgen, Patrona del Papa, (*)
Virgen, Patrona de las Españas,
Por el triunfo de la Iglesia y conversión de sus enemigos,
Por la vida, bienestar y libertad de nuestro amadísimo Pontífice,
Por la felicidad y libertad de la Iglesia en nuestra Patria,
Por la santificación y trabajos apostólicos de su clero,
Por el desarrollo y espíritu de tranquilidad y perfección de las Órdenes religiosas,
Por el aumento de la propaganda de los impresos católicos,
Por el aumento y frutos de las Asociaciones católicas de apostolado seglar y piadosas,
Por la santidad del matrimonio y de la familia cristiana,
Por la pureza católica de nuestra enseñanza pública,
Por el esplendor de nuestro culto y sostén de sus ministros,
Por la destrucción de las Sociedades enemigas de Jesucristo,
Por el cristiano acierto de los gobernantes,
Por las infelices víctimas de las sectas, enemigas de Dios y de la Iglesia,
Por las clases trabajadoras expuestas a las seducciones de la impiedad,
Por los niños cristianos, esperanza del porvenir de nuestra patria,
Por los Centros catequéticos,
Por las instituciones de beneficencia según la ley de Dios,
Por la unión de todos los corazones en el Sagrado Corazón,
Por el aumento del culto del Sagrado Corazón de Jesús,
Para que siga siendo perpetuamente nuestra España la nación más devota de María y la más adicta al Pontificado,
Por todos los que oran, sufren y trabajan por nuestra santa fe,
María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.
María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.
María, concebida sin pecado original, rogad a Dios que nos libre de todo mal.
ORACIÓN
¡Oh Dios poderoso, que nos habéis dado por Madre nuestra a vuestra dulcísima Madre, y que muy en particular la habéis hecho Patrona de España en el misterio de su Inmaculada Concepción! Con el más profundo gemido de nuestro corazón os suplicamos miréis bondadosamente, por sus méritos, a nuestra patria, conservando perpetuamente en ella el tesoro de la fe y de la moral de Jesucristo, y la adhesión sin límites a la santa Iglesia católica, apostólica, romana. Amén.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.