30 de diciembre
De lo que obraron en estos días nuestra Señora y el glorioso san José.
MEDITACIONES DIARIAS
DE LOS MISTERIOS
DE NUESTRA SANTA FE,
por el P. Alonso de Andrade,
DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS.
ORACIÓN PARA COMENZAR
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
30 de diciembre
MEDITACIÓN
De lo que obraron en estos días nuestra Señora y el glorioso san José.
PUNTO PRIMERO. Cuatro géneros de personas visitaron a nuestra Señora estos días; los ángeles, los pastores, San Simeón y Ana profetisa, como escribe San Lucas en el cap. 2 , y conforme a esto meditarás en los cuatro puntos de esta meditación: lo primero es el júbilo de la Virgen y del glorioso San José, cuando vieron a Cristo adorado de los ángeles en la tierra como lo estuvo en el cielo, las gracias que le darían al Eterno Padre por la honra que hacía a su Hijo, y los agradecimientos a los ángeles por la humildad con que le reconocían por su Dios y Señor: gózate de tener tal Redentor, y de verle reverenciado de los espíritus angélicos: dales mil parabienes a la Virgen María y a su esposo San José, y aprende a reverenciar y servir a Dios con cuerpo y mente como los ángeles del cielo.
PUNTO II. Considera cómo entraron los pastores en aquel pobre portal a adorar a Cristo, y atiende a las palabras que dirían a la Santísima Virgen su Madre; cómo le darían el parabién con sencillas palabras, nacidas de sus corazones sin doblez, del Hijo que Dios le había dado, y le contarían lo que les había pasado con el ángel, y lo que les había dicho, y los ejércitos de ellos que habían visto en los aires, cantando himnos y alabanzas a Dios en las alturas y paz a los hombres en la tierra de buena voluntad y dice San Lucas, que nuestra Señora guardaba todas estas palabras, rumiándolas y meditándolas en su corazón, y que los pastores dieron parte a muchos de lo que habían oído y visto: a donde tienes mucho que pensar y aprender en la candidez con que los pastores dan el parabién a nuestra Señora, a dársele tú también con tan entera voluntad: medita el retorno de la Virgen, y las palabras tan llenas de humildad y agradecimiento que les diría, y el júbilo que con ellas sentirían en sus almas, y procura hacerte digno de oír otras tales de su boca, y a ser agradecido a quien te hiciere bien: aprende de esta Señora a conservar en tu pecho los misterios divinos, y a meditarlos con ella en lo interior de tu corazón; y de los pastores a comunicar a tus prójimos las mercedes que el Señor te hiciere, cuando fuere conveniente para bien de sus almas; y pídele al Señor gracia para cumplir todo esto.
PUNTO III. Considera lo que dice San Lucas, que estaban la Virgen y el glorioso San José admirados de las cosas que se decían del Niño Dios y de aquel Señor abreviado; y mira que si tú no te admiras de sus misterios, es porque no los meditas, ocupado en otras cosas del siglo; ni oyes lo que de él se predica, porque te diviertes en los negocios del mundo. Saca de aquí propósitos de dar de mano a todo lo terreno para atender a lo divino y celestial: oye y medita lo que dijo de Cristo el Santo Simeón, conviene a saber: que este Niño había nacido para ruina y resurrección de muchos de Israel; para ruina de los malos que no le recibieron, y resurrección de los que le recibieron y adoraron y siguieron sus pisadas: entra la mano en tu pecho, y considera si ha nacido el Redentor para bien o ruina de tu alma: mira cómo le has recibido y tomado sus ejemplos y seguido sus pisadas, y gime y llora tu descuido y la tibieza que has tenido hasta aquí, y empieza desde hoy con fervor a entrar en su santo servicio, porque no se trueque en ponzoña por tu malicia la triaca que Dios te ha dado para salud de tu alma.
PUNTO IV. Considera cómo ordenó Dios que viniese también una santa mujer, viuda, honesta y sabia, de mucha penitencia, oración y asistencia al templo, a reconocer a Cristo y publicar sus loores a todos los de Israel, para que de todos estados fuese reconocido y adorado el Redentor, no les quedase escusa a los del pueblo, pues sabiéndolo no le reconocieron: contempla el eco que todas estas cosas harían en el corazón de su Santísima Madre, y cómo alabaría y engrandecería a Dios por ellas, y acompáñala en darle loores y alabanzas con todos: gózate de que sea alabado y glorificado en la tierra como en el cielo, y pide a todas las criaturas que le alaben y glorifiquen y suplan lo que a ti te falta.
ORACIÓN PARA TERMINAR TODOS LOS DÍAS
Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Ofrecimiento diario de obras
Ven Espíritu Santo
inflama nuestros corazones
en las ansias redentoras del Corazón de Cristo
para que ofrezcamos de veras
nuestras personas y obras
en unión con Él
por la redención del mundo
Señor mío y Dios mío Jesucristo
Por el Corazón Inmaculado de María
me consagro a tu Corazón
y me ofrezco contigo al Padre
en tu Santo Sacrificio del altar
con mi oración y mi trabajo
sufrimientos y alegrías de hoy
en reparación de nuestros pecados
y para que venga a nosotros tu Reino.
Te pido en especial
Por el Papa y sus intenciones,
Por nuestro Obispo y sus intenciones,
Por nuestro Párroco y sus intenciones.