domingo, 1 de enero de 2023

2 de enero. DE LA SOLEDAD DE JESÚS EN EL ESTABLO. NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA

2 de enero

DE LA SOLEDAD DE JESÚS EN EL ESTABLO

NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

                        

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

***

2 de enero

DE LA SOLEDAD DE JESÚS EN EL ESTABLO

 

Jesús, al nacer, quiso elegir para su retiro y oratorio el establo de Belén y a este fin dispuso que su nacimiento fuese fuera de la ciudad, en una cueva solitaria, para insinuar su amor a la soledad y al silencio.

Todo esto respira aquella gruta. Entremos en ella y hallaremos a Jesús que calla, recostado sobre la paja; a María y José, que le adoran y contemplan en silencio.

Fue revelado a sor Margarita del Santísimo Sacramento, llamada la Esposa del Niño Jesús, que cuanto pasó en la gruta de Belén, aún la visita de los pastores y la adoración de los santos Magos, fue sin hablar palabra.

Esto, que en los otros niños es impotencia, en Jesucristo fue virtud. No habla Jesús, pero ¡Cuánto dice con su silencio! ¡Oh, dichoso el que se entretiene con Jesús, María y José en esta santa soledad del pesebre! Los pastores con solo haber sido admitidos allí un poco de tiempo salieron todos inflamados de amor hacia Dios, pues que no hacían otro, sino alabarle y bendecirle.

¡Oh, feliz aquella alma que se encierra en la soledad de Belén a contemplar la divina misericordia y el amor que Dios ha tenido y tiene a los hombres!

La llevaré a la soledad y la hablaré a su corazón, le dice el Señor por Oseas (2, 14). Allí, el Divino Infante, no le hablará al oído, sí al corazón, invitándola a amar a su Dios, que tanto la ama. Al ver la pobreza de aquel solitario, que se está en una cueva fría, sin fuego, sirviéndose de un pesebre por cuna y de un poco de heno por lecho: al oír los vagidos, al mirar las lágrimas de este inocente Niño y al considerar que Él es su Dios, ¿cómo es posible pensar en otro que en amarlo? ¡Oh, qué dulce retiro es para un alma que tiene fe el establo de Belén!

Imitemos también a María y José que, inflamados de amor, perseveran en contemplar al gran Hijo de Dios, vestido de carne y sujeto a las miserias humanas. El sabio, reducido a un parvulito que no habla. El grande, hecho chiquito. El excelso, de tal modo abatido. El rico, hecho tan pobre. El omnipotente, débil… En suma, considerando la majestad divina, oculta bajo la forma de un pequeñito Niño despreciado y abandonado del mundo y que todo lo hace y padece para hacerse amable a los hombres, ruégale que te admita en este santo retiro.

Enciérrate y permanece allí y no te separes más de Él. ¡Oh, soledad! en la que Dios habla y coversa son sus amadas almas, no como soberano, sino como amigo, hermano y esposo.

¡Oh, qué paraíso conservar de solo a solo con Jesús Niño en la grutilla de Belén!

 

AFECTOS Y SÚPLICAS.

Carísimo Salvado mío, Vos sois el Rey del cielo, el Rey de los reyes, el Hijo de Dios. ¿Cómo, pues, os veo en esta gruta abandonado de todos? Yo no hallo otros que os asistan, más que a José y a vuestra santa Madre.

Deseo venir también y unirme con ellos para haceros compañía. No me despidáis. Aunque lo merezco, oigo, sin embargo, que Vos me invitáis, con dulces voces, al corazón.

Sí, vengo, mi amado Niño, lo dejo todo por estarme a solas con Vos toda mi vida, único amor de mi alma. Insensato en el tiempo pasado abandoné y dejé solo, Jesús mío, mendigando placeres miserables y envenenados de las criaturas; pero ahora, iluminado por vuestra gracia, no deseo otro que estarme solitario con Vos, que así queréis vivir en esta tierra.

¿Quién me dará alas como de paloma y volaré y descansaré? ¡Ah, quién me diese el poder de huir de este mundo, donde tantas veces he encontrado mi ruina!, huir y estarme siempre con Vos, que sois el gozo del paraíso y el verdadero amante de mi alma. Ea, pues, Jesús mío, por los méritos de vuestra soledad en la cueva de Belén, dadme un continuo recogimiento interior, a fin de que mi alma venga a ser una celdilla solitaria, en la que yo no atienda más que a conversar con Vos, consulte con Vos todos mis pensamientos, todas las acciones; a Vos dedique todos los afectos; aquí siempre os ame y suspire por salir de la cárcel de este cuerpo para ir a amaros cara a cara en el cielo. 

Os amo, bondad infinita y espero siempre amaros en el tiempo y en la eternidad.

¡Oh, María! Vos que todo podéis, rogadle que me encadene con su amor y no permita que yo haya de perder jamás su gracia.

 

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.