Vida de Unión Con Dios (III... by IGLESIA DEL SALVADOR DE TOL...
VIDA DE UNIÓN CON DIOS (II)
CONSEJOS DE VIDA ESPIRITUAL
La verdadera actividad espiritual (continuación)
Sea, pues, la ley del amor de Dios la norma y el móvil de vuestro amor al prójimo, conforme a la jerarquía de vuestros deberes.
Que el espíritu de piedad os haga vivir por encima de todas vuestras obligaciones exteriores.
Alimentad vuestro espíritu con la expansión habitual en Dios; vuestro espíritu con la meditación de cada día, y vuestra voluntad con la práctica de la virtud.
He ahí la santidad por cuya adquisición y mantenimiento habéis de trabajar sin cesar.
Pedid a menudo a Dios que os enseñe a amarle cuando amáis al prójimo, a permanecer tranquilos aun en medio del mundo y de las ocupaciones más absorbentes.
Nuestra alma debiera ser un santuario impenetrable donde sólo Dios obrara y de donde saliera la fuerza y la gracia de nuestra vida habitual.
Dificultades de la vida interior
Tened presente que cuanto más se entrega un alma a la vida interior, necesita más generosidad y energía que cuando se entrega y se sacrifica en bien del prójimo, o en trabajos exteriores que por sí solos conservan y dan fuerza a la actividad natural.
En los comienzos todo parece fácil y agradable, porque se halla uno bajo la suave y amable influencia de la gracia; mas poco después llega el momento de la prueba y tiene lugar una gran lucha.
En un principio se obra demasiado o demasiado poco.
Si no se obra lo suficiente, sentimos un amargo reproche, no de la conciencia, sino del demonio, que nos sugiere que todo está perdido y que somos infieles a la gracia; si se obra demasiado, nos desanimamos a la primera infidelidad: éste es el fruto del amor propio; confiábamos demasiado en nosotros.
La vida interior, obligándonos a luchar con nosotros, acaba por debilitar nuestra virtud y nuestras energías naturales. Teme el espíritu, teme el corazón, y la voluntad se dice: “Es demasiado penoso el tener que vigilarse de continuo; seguirse de cerca y vigilarse en todo”.
La naturaleza, adormecida, está pronta a sublevarse con más energía que nunca.
Por eso hemos de estar siempre sobre aviso, hemos de cortar hasta las menores raíces del árbol para que el árbol de la vida no tenga otra savia que la de la tierra nueva.
Sed implacables con esos retoños que pudieran brotar al pie del árbol divino.
Luchad, os lo ruego, contra las impresiones naturales.
El amor divino debe posesionarse de ellas, ora como de combustible que alimenta su llama, lo cual debe hacerlo con las que pueden tornarse malas; ora como de una semilla para hacerla germinar, crecer y madurarse. Este es el fundamento de la vida espiritual.
Tened bien presente que cuando un alma quiere vivir la vida espiritual, no tiene más que un enemigo que vencer: la pereza, la flojedad. Por tanto, haceos violencia, una violencia dulce con los demás, fuerte y enérgica con vosotros.
Esta es la condición de la vida de recogimiento. Hay que pasar un momento difícil y penoso para salir de Egipto: el tránsito del mar Rojo; mas una vez en el desierto, cobijado bajo las alas de Dios, como los polluelos de los que habla nuestro Señor, se respira otra atmósfera, se vive otra vida y se comprenden aquellas palabras tan poco conocidas: “Mi yugo es suave y mi carga ligera”, y llega una a decir: “No creía fuese tan dulce el sacrificio por Dios”.
Cómo permanecer en nuestro Señor
No se siente el viento en una casa bien cerrada. El alma que sabe permanecer en Jesús no experimenta el furor de las tempestades.
Trabajad por llegar a ese estado. Jesús ha dicho: “Quien en mí mora y yo en él produce mucho fruto”.
¿Cómo morar en Jesús?
1.º Amando su admirable y siempre bendita voluntad.
2.º Contemplando su infinita bondad, que sin cesar se difunde sobre nosotros.
Seguid su divina providencia como la huella de su bondad personal y os admiraréis de que seáis la ocupación y aun la preocupación de Dios.
La contemplación de su providencia, de su bondad y amor, es la mayor felicidad del alma y nos comunica toda suerte de sentimientos nuevos. Es un trasunto del cielo.
Reservad vuestro espíritu para Dios; sea vuestro corazón el eco y el fruto, ya que la contemplación de Dios es la ley y la medida del amor y el amor de la virtud.
Vivid en Dios como el pajarito en el aire y el pececillo en el mar.
¡Qué feliz se siente uno respirando en esta atmósfera divina!
Es cierto que se necesita una mortificación generosa para vivir la vida interior de Jesús; pero el amor lo hará gozoso.
El mundo es un calvario que crucifica a los buenos y a los malos. ¡Cuántos sacrificios de abnegación han de hacerse a cada momento! Hacedlos gustosos por nuestro bondadosísimo Dios.
Pero, sobre todo, sed espléndidos en el deber; en la virtud generosos; piadosos en el amor; y seréis entonces como Dios os quiere.
Reglamento de vida
Espíritu libre de toda preocupación, pero totalmente sumiso a la voluntad actual de Dios.
Corazón totalmente de Dios para adorarle, amarle y servirle como Él quiera.
Voluntad de niño.
Presencia de Dios: Ofrenda habitual de vuestras acciones, espíritu de mortificación, atentos a los sacrificios de renuncia propia que os pide Dios a cada instante; ahorro del tiempo: haced todo por Dios y todo os será provechoso.
Trabajo sin mirar al éxito, sino sólo al deber.
Relaciones con el prójimo de conveniencia o de caridad solamente: sencillas, cristianas, cariñosas y tiernas con los que sufren.
Oración como Dios la hace; el fondo: la ofrenda y la acción de gracias.
Sagrada comunión: Pan de fuerza y de vida; recibidla como pobres y débiles, agradecidos y amantes.
Vuestro examen sobre vuestros deberes. Y nada más.
Os ofrezco sin cesar al divino maestro; sed su cosa, su sierva, su adoradora.