14 de Enero: San Hilario, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia
Hilario, nacido de noble linaje en Aquitania, se distinguió por su doctrina y elocuencia. Abrazó el estado del matrimonio en el cual llevó una vida casi monástica; después, por sus virtudes singulares fue creado Obispo de Poitiers, cargo que desempeñó de forma tan excelente, que fue digno de grandes alabanzas por sus fieles. Al tiempo en que el emperador Constancio perseguía a los católicos, despojándolos de sus bienes y desterrándolos si no abrazaban el arrianismo, Hilario, oponiéndose como un muro inexpugnable a los arrianos, se atrajo la ira de los herejes. Perseguido por ellos, y por el artificio de Saturnino, obispo de Arlés, fue desterrado por el sínodo de Beziers a Frigia, donde resucitó a un muerto; escribió 12 libros sobre la Santísima Trinidad contra los arrianos.
Cuatro años después, convocado un concilio en Seleucia, Isauria, el Santo se vio obligado a asistir; después se dirigió a Constantinopla, donde al ver los peligros que corría la fe, pidió por medio de tres instancias públicas audiencia al emperador, a fin de disputar públicamente con los arrianos. Pero los obispos arrianos Ursacio y Valente, a los que el Santo había refutado con escritos, temían la sabiduría de Hilario, y aconsejaron a Constancio, que pretextando honrarle, le restituyera a su obispado. Entonces, según San Jerónimo, la iglesia de las Galias recibió a Hilario con los brazos abiertos al volver del combate contra los herejes, acompañado hasta la sede por San Martín, quien más tarde ocupó la sede de Tours. La santidad de Martín demostró cuánto le aprovecharon las lecciones y enseñanzas de tan gran maestro.
Hilario gobernó la iglesia de Poitiers con tranquilidad; consiguió que toda la Galia condenase la herejía arriana. Escribió muchos libros de extraordinaria erudición que, según San Jerónimo en su carta a Leta, pueden leerse sin temor de error. He ahí las palabras de San Jerónimo: “Se pueden leer sin ningún riesgo los libros de Hilario”. Dejó esta vida para subir al cielo el día 13 de enero, gobernando los emperadores Valentiniano y Valente, el año 369.
Muchos santos Padres y concilios le dieron el nombre de Doctor insigne de la Iglesia; como tal era ya honrado por algunas diócesis, por lo que, a instancias del Sínodo de Burdeos, el Papa Pío IX, por decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, lo confirmó en este título, declarándole Doctor de la Iglesia, y mandó que en su fiesta se rezasen y celebrasen el Oficio y Misa de doctores.
Oremos.
¡Oh Dios, que pusiste a San Hilario al servicio de tu pueblo, para que lo guiase a la salvación eterna!; concédenos que este maestro de vida en la tierra sea nuestro intercesor en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.