IV domingo de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Jn
6, 01-14 Después de esto, pasó Jesús a la otra parte del mar de
Galilea, que es de Tiberíades. Y le seguía una grande multitud de gente, porque
veían los milagros que hacía sobre los enfermos: Subió, pues, Jesús, a un
monte, y se sentó allí con sus discípulos. Y estaba cerca la Pascua, día de la
fiesta de los judíos. Y habiendo alzado Jesús los ojos, y viendo que venía a El
una gran multitud, dijo a Felipe: "¿De dónde compraremos pan para que
coman estos?" Esto decía por probarle: porque El sabía lo que había de
hacer. Felipe respondió: "Doscientos denarios de pan no les basta, para
que cada uno tome un poco". Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de
Simón Pedro, le dijo: "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de
cebada y dos peces: mas ¿qué es esto para tanta gente?" Y dijo Jesús: "Haced
sentar a la gente. En aquel lugar había mucho heno. Y se sentaron a comer, como
en número de cinco mil hombres. Tomó Jesús los panes, y habiendo dado gracias,
los repartió entre los que estaban sentados: y asimismo de los peces, cuanto
querían. Y cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos: Recoged los
pedazos que han sobrado, que no se pierdan. Y así recogieron y llenaron doce
canastos de pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían
comido. Aquellos hombres, cuando vieron el milagro que había hecho Jesús,
decían: "Este es verdaderamente el profeta que ha de venir al mundo".
(vv. 1-14)
Crisóstomo in Ioannem hom. 41
Así como las
flechas cuando caen sobre algún cuerpo duro rebotan con gran fuerza e ímpetu, y
cuando no tienen algo que les estorbe van a parar en seguida al sitio donde se
las envía y allí descansan, así, cuando disputamos con hombres atrevidos y con
algún calor, se enfurecen más; pero si concedemos lo que ellos dicen,
fácilmente calmamos su rabia. Por este medio Jesucristo consiguió, retirándose,
calmar el furor que se levantaba contra El por las palabras que precedían y se
marchó a Galilea y no a aquellos mismos sitios de donde había subido a
Jerusalén. Por esto no se marchó a Caná de Galilea, sino que se pasó a la otra
orilla del mar. Por esto dice el evangelista: "Después de esto, pasó Jesús
a la otra parte del mar de Galilea, que es de Tiberíades".
Alcuino
Este mar
tiene diferentes nombres, según los diferentes sitios por donde se extiende,
pero en cuanto a su situación presente, se llama mar de Galilea por la
provincia y Tiberíades por la ciudad 1.
Se dice mar, no porque el agua sea salada, sino según a la costumbre hebrea,
que denomina mares a todas las grandes reuniones de agua. Este mar lo pasó
repetidas veces el Señor para esparcir la palabra de su doctrina entre todos
los pueblos que habitan junto a él.
Teofilacto
Pasa de
pueblo en pueblo con el fin de probar la voluntad de los hombres y con el de
volverles más ávidos y solícitos en la fe. De aquí es que sigue: "Y le
seguía una gran multitud, porque veían los milagros que hacía en todos los que
estaban enfermos".
Alcuino
A saber,
volvía la vista a los ciegos y hacía otras cosas por el estilo. Y ha de tenerse
en cuenta que a todos los que sanaba del cuerpo los regeneraba en el espíritu.
Crisóstomo in Ioannem hom. 40
Gozando de
tan alta doctrina, sólo se fijaban en los hechos extraordinarios, porque sus
entendimientos estaban oscurecidos, pues los hechos extraordinarios, como dice
San Pablo 2 ( 1Cor 14,22), no fueron dados a los fieles,
sino a los infieles. Eran, pues, más sabios aquellos que, según San Mateo ( Mt
7,28-29), quedaban estupefactos ante la grandeza de su doctrina. Pero ¿por qué
no dice: "cuando lo veían ejecutar maravillosos milagros"? Porque
este evangelista puso su mayor esmero en prestar atención a las predicaciones
del Señor, llenando con ellas la mayor parte de su libro. Sigue:
"Ascendió, pues, al monte, Jesús, y allí estaba sentado con sus
discípulos". Subió al monte a causa del milagro que pensaba realizar, pero
hizo subir consigo a los discípulos, en lo cual iba envuelta una reprensión a
la muchedumbre que no lo seguía. Subió también al monte para enseñarnos a hacer
silencio en el interior, huyendo de los tumultos y de la agitación de las cosas
mundanas. Porque la soledad es muy a propósito para la contemplación (o para el
conocimiento de las cosas sublimes y la meditación de las cosas divinas).
Prosigue: "Y estaba cerca la Pascua, día de la fiesta de los judíos".
Véase cómo, tratando de un año entero, no nos refiere el evangelista más que
dos milagros de Jesucristo: la curación del paralítico y la del hijo del
funcionario real. Y no se ocupó de hablar de todos, porque eligió de entre
ellos, aunque pocos, los más grandes. ¿Y por qué no subió en el día de la
fiesta? Derogaba poco a poco la Ley, tomando ocasión para ello de la malicia de
los judíos.
Teofilacto
Y como los
judíos lo perseguían, tomó ocasión para retirarse, por no cumplir con la Ley,
dejando adivinar a los que la observaban que cuando venía la realidad debía
cesar toda figura y que no estaba sujeto a las leyes hasta el punto de tener
que acudir a las fiestas legales. Y ve que esto no era una fiesta de
Jesucristo, sino de los judíos.
Beda in Marc cap. 6
Si alguno
examina detenidamente las palabras del evangelista conocerá con facilidad que
sólo medió un año entre la degollación del Bautista y la pasión del Señor,
siendo así que dice San Mateo que el Señor cuando supo la muerte de San Juan,
se retiró a un lugar desierto y allí dio de comer a las multitudes. Y San Juan dice
que estaba próxima la Pascua de los judíos cuando dio de comer a las
multitudes, por lo cual se demuestra sin género de duda que San Juan fue
degollado cerca de la Pascua. Habiendo transcurrido el lapso de un solo año,
fue cuando Jesucristo sufrió la pasión en la misma festividad.
Teofilacto
Prosigue:
"Y habiendo alzado Jesús los ojos", para que conozcamos que no
levantaba sus ojos para mirar a cualquier parte, sino que estaba sentado
decorosa y atentamente con sus discípulos.
Crisóstomo in Ioannem hom. 41
Y no estaba
simplemente sentado con sus discípulos, sino que les hablaba alguna cosa con
cuidado y los atraía hacia sí. Después, mirando a lo lejos, vio una multitud
que se acercaba. ¿Con qué fin pregunta a Felipe? El sabía en verdad que aquella
reunión de discípulos necesitaba de más amplios conocimientos, como sucedía con
Felipe, que dijo después: "danos a conocer al Padre, y con esto tenemos
bastante", por cuya razón lo instruye antes del suceso, porque si el
milagro se hubiera verificado sencillamente, no hubiese brillado tanto. Y así
ahora, antes del acontecimiento, lo obliga a confesar la carencia de pan, para
que conozca mejor la magnitud del milagro. Por esto sigue: "Esto decía por
probarle".
San Agustín De verb. Dom. serm., 11.
Hay una tentación
que nos lleva hasta el pecado, pero ésta no es con la que Dios tienta, porque
en cuanto a ésta se dice en la carta de Santiago ( Stgo 1) que Dios no tienta
para lo malo y hay otra tentación que es para probar la fe, según lo que dice
en el Deuteronomio ( Dt 13): "El Señor, vuestro Dios, os tienta". Y
así debe comprenderse lo que Jesucristo preguntaba en el Evangelio tentando a
aquel discípulo.
Crisóstomo iterum ut supra.
No porque
ignoraba lo que aquél debía contestarle, sino que esto lo dijo utilizando una
manera común de expresarse. Cuando se dice "el que sondea los corazones de
los hombres" ( 1Cró 28) se manifiesta que los sondea no por ignorancia,
sino con perfecto conocimiento. Así, cuando aquí dice que lo tentó, no dice
otra cosa más que lo que ya sabía ciertamente. Pero debemos decir que deseaba
hacerlo testigo calificado por medio de esta pregunta, proponiéndose llevarlo
al mejor conocimiento de aquel milagro. Por esto el evangelista, para que no
sufriese detrimento tu comprensión a causa de poca energía en la frase, añadió:
"Porque El sabía lo que había de hacer".
Alcuino.
Pregunta,
por lo tanto, no para enseñarle lo que ignora, sino para manifestar a su
discípulo -hasta el momento ignorante- su tardanza para creer, la cual él no
podía apreciar por sí mismo.
Teofilacto.
O bien para
manifestar a los otros esto mismo, como conocedor que era de su corazón.
San Agustín De cons. evang. 2, 46
Mas si el
Señor, según lo que refiere San Juan, preguntó a Felipe de dónde podría darles
de comer, a fin de probarlo cuando vio las multitudes, este hecho puede
inducirnos a creer lo que cuentan otros: que los discípulos dijeron primero al
Señor que despidiese a las multitudes, a los cuales respondió, según dice San
Mateo ( Mt 14,16): "No tienen necesidad de irse; dadle vosotros de
comer". Se comprende, por lo tanto, que después de estas palabras fue
cuando el Señor vio a la multitud y dijo a Felipe lo que refiere Juan. Mas
otros pasaron esto en silencio.
Crisóstomo, ut supra
Aquello es
una cosa y esto es otra, y se verificaron en diversos momentos.
Teofilacto
Probando el
Señor a Felipe para ver si tenía fe, encontró que todavía estaba sujeto a las
pasiones humanas, como se demuestra por lo que sigue: "Felipe le
respondió: doscientos denarios de pan no les bastan para que cada uno tome un
poco".
Alcuino
En lo que
manifestó su tardanza para creer. Porque si hubiese conocido claramente que
Aquél era el Creador, no hubiese desconfiado de su poder.
San Agustín, ut supra
Mas lo que
aquí responde Felipe según San Juan, es lo mismo que San Marcos dice que
respondieron sus discípulos, queriendo dar a entender que Felipe respondió esto
por inspiración de los demás, aun cuando el evangelista pudo hablar en plural
en vez de singular, como acostumbraba en muchas ocasiones.
Teofilacto
Pero el
Señor vio que Andrés era parecido a Felipe, aunque su pensamiento se elevaba un
poco más. Sigue, pues: "Uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón
Pedro, le dijo: aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos
peces".
Crisóstomo, ut supra
Creo, en
verdad, que el Apóstol no dijo esto sin algún fin, porque había oído el milagro
que Eliseo había hecho con los panes de cebada, pues alimentó a cien hombres
con veinte panes ( 2Re 4). Se levantó mentalmente a algo más elevado, pero no
pudo llegar a la cumbre, lo cual se manifiesta por lo que sigue: "¿Mas qué
es esto para tanta gente?" Creía, por lo tanto, que de pocos había de
hacer pocos y de muchos muchos, el que hacía milagros, pero esto no era verdad.
De igual manera le era fácil alimentar a las multitudes, ya fuera de pocos, ya
de muchos (porque El no necesitaba de una materia limitada). Y para que no
pareciese que las criaturas eran ajenas a su poder, utiliza las cosas creadas
para hacer milagros.
Teofilacto
Confúndanse
los maniqueos, que dicen que los panes y todas las demás cosas por el estilo
han sido creadas por el dios malo, porque el Hijo del Dios bueno, Jesucristo,
multiplicó los panes. Mas si las criaturas fuesen malas, el Bueno nunca hubiese
multiplicado las cosas malas.
San Agustín De cons. evang. 2, 44
Juan
consigna que Andrés fue el que sugirió lo de los dos panes y los cinco peces.
Los otros evangelistas hablan en plural, no en singular, en atención a los
demás discípulos.
Crisóstomo in Ioannem hom. 41
Los que nos
fijamos demasiado en los placeres de la vida comprendamos por lo tanto en esto
qué es lo que comían aquellos hombres admirables y grandes y la cantidad de lo
que se les ofrecía y lo despreciable de su mesa. Y aún no se habían presentado
aquellos panes, cuando mandó sentarse a las gentes, para que se conozca que le
están sometidos los seres que no existen, lo mismo que los que existen, según
dice San Pablo ( Rom 4,17): "El que llama a aquellas cosas que existen
como a las que no existen". Prosigue: "Y dijo Jesús: haced sentar a
las gentes".
Alcuino
Ateniéndonos
a la letra: que se sienten los hombres, lo decimos en el sentido de que se
recuesten para comer, según acostumbraban los antiguos; por esto sigue:
"En aquel lugar había mucho heno".
Teofilacto
Esto es, hierba verde, porque la Pascua se celebraba en el primer mes de la primavera. Prosigue: "Y se sentaron a comer, como en número de cinco mil hombres". El evangelista cuenta únicamente los hombres, porque seguía la costumbre legal. Así como Moisés computó el pueblo por los que habían cumplido veinte años y no hizo mención de las mujeres ( Núm 1), teniendo en cuenta que todo lo que lleva carácter viril y juvenil es digno y agradable delante de Dios.
Prosigue:
"Tomó, pues, Jesús los panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre
los que estaban sentados: y asimismo de los peces, cuanto querían".
Crisóstomo, ut supra
¿Y por qué
cuando iba a curar al paralítico no ora, ni cuando resucita a los muertos, ni
cuando calma la tempestad del mar y aquí ora y da gracias? Para manifestar que
aquéllos que empiezan a comer, deben dar gracias a Dios. O de otro modo: ora en
las cosas pequeñas, para que se vea que no ora por necesidad. Porque si
necesitase orar, esto lo haría con mucha más razón en los milagros de mayor
importancia. Pero como los hacía con autoridad propia, da a entender que aquí
ora por acomodarse a nuestro modo de ser y además, como había mucha gente
delante, convenía enseñarles que esto sucedía por la voluntad de Dios. Y, por
tanto, no oraba cuando hacía algún milagro en secreto, pero ora en presencia de
muchos, para que no crean que es enemigo de Dios.
San Hilario De Trin., 1, 3
Se le
ofrecen, pues, cinco panes a la multitud y se le distribuyen. Pero se observa
que se aumentan los pedazos en las manos de los que los distribuyen. No se
hacían más pequeños porque los partían, sino que siempre los pedazos llenaban
las manos de los que estaban distribuyendo. Ni los sentidos, ni la vista podían
seguir la marcha de aquello que sucedía. Es lo que no era, se ve lo que no se
comprende y sólo queda de creer que Dios puede hacer todas las cosas.
San Agustín In Ioannem tract., 24.
Como
multiplica las plantas por medio de unas pocas semillas, también multiplicó los
cinco panes en las manos de los que los distribuían. El poder estaba en las
manos de Jesucristo. Multiplicó aquellos cinco panes que eran como las semillas
no arrojadas a la tierra, sino multiplicadas por Aquél que hizo la misma
tierra.
Crisóstomo, ut supra
Véase en
esto cuán grande es la diferencia que hay entre el siervo y el Señor. Porque
los profetas, como tenían la gracia limitada, hacían milagros sujetos a estos
límites. Mas Jesucristo, como obraba con poder absoluto, hacía todas las cosas
con gran superabundancia. De donde sigue: "Y cuando se hubieron saciado,
dijo a sus discípulos: recoged los pedazos que han sobrado, que no se pierdan".
Esta ostentación, en verdad, no era inútil, antes servía para que no creyesen
que los había hecho sufrir una ilusión. Hizo aquel milagro sobre la materia que
le estaba sometida. ¿Mas por qué razón no dio a las multitudes los trozos que
habían sobrado para que se los llevaran, sino a los discípulos? Porque quería
enseñarles de una manera especial, puesto que habían de ser los maestros de
todo el mundo. Y yo no sólo admiro la multitud que resultó de estos panes, sino
también la exactitud de los trozos que sobraron, porque quiso que en lo
sobrante no hubiese ni exceso ni defecto, sino únicamente cuanto quería, a
saber: doce canastos, en atención al número de los doce apóstoles.
Teofilacto
Aprendemos
también en este milagro a no apocarnos cuando nos veamos acosados por la
pobreza.
Beda
Mas las
multitudes, cuando vieron el milagro que había hecho el Señor, se admiraban,
porque todavía no habían comprendido que Jesús era Dios. Y por eso añade el
evangelista: "Aquellos hombres, -como eran carnales, y todo lo entendían
en sentido material-, decían: éste es verdaderamente el profeta que ha de venir
al mundo".
Alcuino
Aun no
creían con verdadera fe los que llamaban profeta al Señor, porque aun no habían
aprendido a llamarle Dios. Mas ya habían adelantado mucho por razón de aquel
milagro, puesto que lo designaban con el nombre de profeta, pero
distinguiéndolo de los demás profetas. Sabían, por tanto, en aquel pueblo que
los profetas habían hecho milagros en algunas ocasiones y no se equivocan
cuando le llaman profeta, porque el mismo Señor se llamaba así cuando decía ( Lc
13): "Porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén".
San Agustín In Ioannem tract., 24.
Por lo
tanto, Jesucristo es profeta y Señor de los profetas, así como es Angel y Señor
de los ángeles. En cuanto anunció lo que estaba presente, era ángel; en cuanto
anunció lo que había de suceder, era profeta; y en cuanto el Verbo se hizo
carne, era el Señor de los ángeles y de los profetas; porque no ha habido profeta
alguno sin palabra divina 3.
Crisóstomo in Ioannem hom. 41.
Y respecto
de lo que decían: "que habrá de venir al mundo", daban a entender que
esperaban un cierto profeta especial. Y cuando dicen: "Este es
verdaderamente el profeta", se da a entender por la adición del artículo
griego que era diferente de los demás profetas.
San Agustín, ut supra
Debe tenerse
en cuenta lo que generalmente se dice, a saber: que Dios no es de tal
naturaleza que pueda ser visto con los ojos, y que sus milagros, con los que
sostiene a todo el mundo y alimenta todas las criaturas, no llaman la atención,
por la frecuencia con que se repiten. Pero se ha reservado algunos milagros
para hacerlos con oportunidad fuera del curso y del orden regular de la
naturaleza, no porque sean mayores, sino porque se ejercen menos
frecuentemente, y así admiran por esta circunstancia más que aquéllos que se
están realizando diariamente. Realmente es mayor milagro el gobierno de todo el
mundo que el saciar a cinco mil hombres con cinco panes, y sin embargo, nadie
se admira de este gobierno. Pero los hombres se admiran del otro milagro, no
porque es mayor, sino porque es raro. Y no basta fijarnos en esto respecto de los
milagros de Jesucristo.
Alcuino
En sentido
espiritual, sucede muchas veces que con el nombre de mar turbulento se designa
este mundo. Ahora bien, Jesucristo -naciendo- abordó al mar de nuestra
mortalidad; navegó en él (muriendo); lo atravesó (resucitando) y lo siguieron
las multitudes de los que creían en El y que había reunido de uno y otro pueblo
(creyéndole e imitándole).
Beda
El Señor
subió al monte cuando subió al cielo, el cual se designa con el nombre de
monte.
Alcuino
Al dejar las
multitudes en el llano y subir a los lugares más altos con sus discípulos, dio
a entender que a los más ignorantes deben confiárseles únicamente los preceptos
más sencillos y a los mejor instruidos deben enseñárseles los más sublimes.
Cuando les dio de comer a la proximidad de la Pascua, quiso significar que todo
aquél que desea alimentarse con el pan de la divina palabra y con la sangre de
nuestro Señor Jesucristo, debe celebrar la Pascua espiritual o, lo que es lo
mismo, salir de los vicios y entrar en las virtudes (porque Pascua quiere decir
tránsito). Mas los ojos del Señor son gracias espirituales, que cuando el Señor
concede por su misericordia a sus escogidos, entonces dirige hacia ellos sus
ojos, o lo que es lo mismo, les dispensa la gracia de su caridad.
San Agustín Lib. 83 quaest. qu. 81
Los cinco
panes de cebada representan la Ley antigua, ya porque aun no se había dado la
Ley a los hombres espirituales, sino únicamente a los hombres carnales, esto
es, a los que están dedicados a sus cinco sentidos corporales (porque aquellas
multitudes se componían de cinco mil hombres), o ya porque la Ley había sido
dada por Moisés y Moisés escribió cinco libros. Y como los panes eran de
cebada, dio a entender que aquella Ley había sido dada con el fin de que se fomentase
la vida del espíritu, a la vez que se fomentaba la del cuerpo por medio de los
Sacramentos. Porque los granos de cebada tienen la médula cubierta por medio de
una paja muy adherida y el pueblo aun no se había despojado de los deseos de la
carne, a los cuales estaba fuertemente adherida su alma, como lo está la paja
al grano de cebada.
Beda
Y este
alimento de cebada es propio de los asnos y sirve también de comida a las
gentes más pobres. Por esto la Ley antigua se había dado para los siervos y los
asnos, esto es, para los hombres carnales.
San Agustín, ut supra
Aquellos dos
peces que daban al pan cierto sabor agradable representan, sin duda, aquellas
dos clases de personas por medio de las que se regía aquel pueblo, a saber: la
real y la sacerdotal. Dos clases de personas que prefiguraban a nuestro Señor,
porque El había asumido los poderes de ambas.
Alcuino
También
pueden representar aquellos dos peces lo dicho y lo escrito por los profetas y
por los salmistas. Y como el número cinco se refiere a los cinco sentidos del
cuerpo, así mil se refiere al grado más alto de perfección. Todos aquéllos que
procuran gobernar bien los cinco sentidos de su cuerpo se llaman varones por la
virilidad o fuerza, ya que la debilidad de carácter no los corrompe, sino que
viven con sobriedad y castidad, y así merecen ser recreados con la dulzura de
la sabiduría celestial.
San Agustín In Ioannem tract., 24.
El muchacho
que tenía estas cosas, representa acaso al pueblo de Israel, que traía todas
estas cosas con afecto de niño y no comía. Mas aquellas cosas que él llevaba, y
aquella canasta que llevaba estas cosas cuando estaba cerrada pesaba; cuando
estaba abierta alimentaba.
Beda.
Muy
oportunamente dice Andrés: "¿Mas qué es esto para tantos?" Porque la
Ley antigua aprovechaba poco, hasta el que Señor la tomó en sus manos (esto es,
hasta que la cumplió con sus obras) y enseñó que debía entenderse en sentido
espiritual. Porque la Ley a nadie conducía a la perfección ( Heb 7,19).
San Agustín, ut supra
Partiendo
los panes, se multiplicaron. Porque eran cinco los libros de Moisés y los
hicieron muchos libros cuando los expusieron, como partiéndolos (esto es,
dividiéndolos).
San Agustín Lib. 83, quaest, qu. 61
El Señor,
como dividiéndolos también y manifestando lo que era oscuro y estaba cerrado en
la Ley, sació a sus discípulos cuando les explicó las Escrituras después de la
resurrección.
San Agustín In Ioannem tract., 24.
Como el
pueblo ignoraba lo que la Ley quería decir, por esto la tentación del Señor
demostraba la ignorancia del discípulo. Y estaban sentados sobre la hierba,
porque les agradaban las cosas de la tierra, y descansaban en las cosas
materiales. Está escrito que toda carne es paja. Mas ellos fueron alimentados
por los panes del Señor, porque los que escuchan por los oídos cumplen con las
obras ( Is 40,6).
San Agustín, ut supra
¿Qué
representan aquellos trozos que sobraron, sino aquellas cosas que el pueblo no
ha podido comprender? ¿Y qué queda sino que aquellos secretos de la
inteligencia que la multitud no puede comprender, sean creídos por aquéllos que
estaban destinados y debían enseñar a los demás, como eran los Apóstoles? Por
esto se llenaron doce canastas.
Alcuino y Beda
Los oficios
más bajos se administran con las canastas. Luego las canastas son los Apóstoles
y sus imitadores, los cuales, aunque en la vida presente no son bien conocidos,
sin embargo, están repletos interiormente por las riquezas de las gracias
espirituales. Y se dice que los Apóstoles eran como las canastas, porque por
medio de ellos había de predicarse la fe de la Santísima Trinidad en las cuatro
partes del mundo. Como no quiso hacer panes nuevos, sino que reunió los trozos
que habían sobrado, dio a conocer que no despreciaba la Antigua Escritura, sino
que la explicaba exponiendo su sentido.
Notas
1. También es conocido con el nombre de Lago de Genesaret, en hebreo jardín de riquezas, nombre de la llanura ubicada al lado oeste del mismo. El nombre de Genesaret, que designaba también un poblado, está relacionado también con el de Kinneret, de forma de arpa, que era el nombre hebreo del lago y de una población a su orilla, desaparecida en tiempos neotestamentarios.
2. "Esta escrito en la Ley: "En lenguas extrañas y con labios extranjeros hablaré a este pueblo, y ni aún así me escucharán". De suerte que las lenguas son señal no para los creyentes, sino para los incrédulos" ( 1Cor 14, 21-22).
3. "Cristo es de tal manera profeta, que es el Señor de los profetas, y Cristo es un ángel, el Señor de los ángeles. Pues es llamado el Angel de gran consejo ( Is 9,6, LXX). Sin embargo, ¿qué dice en otro lugar el profeta? Que no los salvará la venida de un embajador, ni de un ángel, sino de El mismo ( Is 25,4). Es decir que no enviará un embajador para salvarlos, ni un ángel, sino que El mismo vendrá. ¿Quién vendrá? ¿El Angel mismo? Ciertamente no los salvará por un ángel, excepto que El es tan ángel, que es el Señor de los ángeles. Porque ángeles significa mensajeros. Si Cristo no hubiese traído un mensaje, no sería llamado mensajero. Si Cristo no hubiera profetizado nada, no sería llamado profeta". (San Agustín, Tratado sobre el Evangelio de San Juan, XXIV,7).
15-21 Y
Jesús cuando entendió que habían de venir para arrebatarle, y hacerle rey, huyó
otra vez al monte El sólo. Y como se hiciese tarde, descendieron sus discípulos
al mar. Y habiendo entrado en un barco, pasaron de la otra parte del mar, hacia
Cafarnaúm: y era ya oscuro, y no había venido Jesús a ellos. Y se levantaba el
mar con el viento recio que soplaba. Y cuando hubieron remado como unos veinte
y cinco o treinta estadios, vieron a Jesús andando sobre el mar, y que se
acercaba al barco, y tuvieron miedo. Mas El les dice: "Yo soy, no temáis".
Y ellos quisieron recibirle en el barco. Y el barco llegó luego a tierra a
donde iban. (vv. 15-21)
Beda
Las
multitudes, cuando vieron aquel milagro tan grande, supieron que era bueno y
poderoso el que lo había hecho y por tanto lo quisieron hacer rey. Porque los
hombres quieren tener un rey que sea bueno para mandar y poderoso para
defender. Mas el Señor, conociendo esto mismo, huyó a un monte, esto es, subió
con precipitación. Por esto dice: "Y Jesús, cuando entendió que habían de
venir para arrebatarle y hacerle rey, huyó otra vez al monte El solo". En
esto se da a conocer que cuando el Señor estaba sentado en el monte con los
discípulos y vio que las multitudes venían hacia El, había bajado y les había
dado de comer en las partes inferiores: ¿Porque cómo podía suceder que otra vez
huyese al monte, si antes no hubiese bajado de él?
San Agustín De cons. evang. 2, 47
Y no se
opone a esto lo que dice San Mateo "que subió solo a orar al monte" (
Mt 14,23), porque la causa de orar no es contraria a la causa por la cual huía.
En algunas ocasiones, y aquí especialmente, el Señor nos da a conocer, que hay
gran motivo para orar cuando nos vemos obligados a huir.
San Agustín, In Ioannem tract., 25
Y sin
embargo, era Rey el que temía que lo hicieran rey. Y no era un rey de tal
condición que podía ser elegido por los hombres, sino quien daba a los hombres
un reino. Porque El siempre reina con el Padre, en cuanto que es Hijo de Dios.
Los profetas habían anunciado su reino, en cuanto que Jesucristo se hizo
hombre. E hizo que sus fieles fueran cristianos, porque son su reino, el cual,
o bien se forma, o bien se compra con la sangre de Jesucristo. Sucederá alguna
vez que su reino sea bien conocido, cuando la santidad de sus escogidos sea
bien conocida, después del juicio que El habrá de celebrar. Mas los discípulos
y las multitudes que creían en El, entendían que había venido ya, pero para
reinar. Y por esto querían arrebatarlo y hacerlo rey, previniendo de este modo
el tiempo en que el Señor se ocultaba.
Crisóstomo in Ioannem hom. 41
Véase cuánto es el poder de la ambición. No se fijan ya en si quebranta el sábado ni tienen celo por la gloria de Dios, sino que todo esto lo miran como accidental cuando tienen el vientre lleno. Y cuando ya tenían al profeta entre ellos, quieren entronizarlo como rey. Mas Jesucristo huyó, enseñándonos de este modo a despreciar los honores humanos. Y así Jesucristo dejó a sus discípulos y se subió al monte. Mas ellos, abandonados por su Maestro, y como ya era tarde, se bajaron al mar. Y esto es lo que añade: "Y como se hiciese tarde", etc. Y en realidad esperaron hasta la caída de la tarde, creyendo que el Señor volvería. Mas cuando ya concluyó la tarde, no se cansaron ya en buscarlo (¡tanto los detenía su amor!) y por eso, abrasados por aquel amor, subieron a la nave. Por esto sigue: "Y habiendo entrado en un barco, pasaron a la otra parte del mar, a Cafarnaúm". Y vinieron a aquella ciudad, creyendo que allí lo encontrarían.