Sábado de la II semana de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Lucas
15, 11-16 Mas dijo: "Un hombre tuvo dos hijos. Y dijo el menor de
ellos a su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me toca. Y él les
repartió la hacienda. Y no muchos días después, juntando todo lo suyo el hijo
menor se fue lejos a un país muy distante, y allí malrotó todo su haber,
viviendo disolutamente. Y cuando todo lo hubo gastado, vino una grande hambre
en aquella tierra, y él comenzó a padecer necesidad. Y fue, y se arrimó a uno
de los ciudadanos de aquella tierra. El cual lo envió a su cortijo a guardar
puercos. Y deseaba henchir su vientre de las mondaduras que los puercos comían
y ninguno se las daba". (vv. 11-16)
San Ambrosio
San Lucas
expone sucesivamente tres parábolas: la de la oveja que se había perdido y se
encontró; la de la dracma que también se había perdido y se halló y la del hijo
que había muerto y resucitó, para que estimulados por estos tres remedios curemos
las heridas de nuestra alma. Jesucristo, como pastor, te lleva sobre su cuerpo.
Te busca la Iglesia, como la mujer. Te recibe Dios, que es tu padre. La primera
es la misericordia, la segunda los sufragios y la tercera la reconciliación.
Crisóstomo
También hay
en las parábolas antedichas cierta distinción entre las personas que pecan. En
un caso, el padre recibe al hijo penitente que usa de su libre albedrío para
conocer de dónde ha caído; en el otro, el pastor busca la oveja perdida que no
sabe volver, llevándola sobre sus hombros, comparando al animal irracional con
el hombre imprudente que, llevado del engaño de otro, se había perdido como la
oveja. Esta parábola se expone diciendo: "Entonces dijo: Un hombre tuvo
dos hijos". Hay quien dice -refiriéndose a estos dos hijos- que el mayor
figura a los ángeles y el menor al hombre, que se fue a tierras lejanas cuando
cayó a la tierra desde el cielo y el paraíso; y aplican la consecuencia a la
caída o al estado de Adán. Pero este significado parece ciertamente piadoso,
aunque ignoro si será verdadero. Porque el hijo menor se arrepintió
espontáneamente al acordarse de la abundancia pasada que había en la casa de su
padre. Pero el Señor, cuando vino, invitó a la humanidad a que hiciera
penitencia, cuando no pensaba en volver por su voluntad al lugar de donde había
caído. Después, el hijo mayor se entristece por la vuelta y por la salvación de
su hermano, cuando dice el Señor que habrá alegría entre los ángeles cuando se
convierta un pecador.
San Cirilo
Otros dicen
que el hijo mayor figura al pueblo de Israel según la carne y que el otro, que
se separó de su padre, es el pueblo de los gentiles 1.
San Agustín
Se entiende
que este hombre que tiene dos hijos es Dios, que tiene dos pueblos, como dos
ramas del género humano. Una, la de los que permanecieron fieles en el culto
del verdadero Dios y otra, la de los que lo abandonaron hasta el punto de
adorar a los ídolos. Desde el principio de la creación del hombre mortal, el
hijo mayor da culto al verdadero Dios. Pero el menor pidió que se le diese la
parte de la fortuna que le tocaba por su padre. Por esto sigue: "Y dijo el
menor de ellos a su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me
toca". Como un alma que se complace con su poder, pide aquello que lo hace
vivir, entender, recordar y distinguirse por su ingenio especial; cosas todas
que son dones de Dios y que recibió para usar de ellas a su voluntad. Por esto
sigue: "Y él les partió la hacienda".
Teofilacto
La hacienda
del hombre es la razón, a la que acompaña el libre albedrío. Del mismo modo
podemos creer que todas las cosas que el Señor nos ha dado nos pertenecen, como
son el cielo, la tierra, todas las criaturas, la ley y los profetas.
San Ambrosio
Ve cómo se
da el patrimonio divino a quienes lo piden. Y no creas que fue un error del
padre el que le diera su parte al hijo más joven. No hay edad alguna que sea
débil en el reino de Dios, porque la fe no se cuenta por los años. El se creyó
idóneo cuando pidió su parte. ¡Ojalá no se hubiese separado de su padre! porque
entonces hubiese desconocido los inconvenientes de la edad. Y sigue: "Y no
muchos días después, juntando todo lo suyo, el hijo menor se fue lejos a un
país muy distante", etc.
Crisóstomo
El hijo
menor se marchó a un país lejano. Se separó de Dios, no por el lugar, pues Dios
está en todas partes, sino por el afecto; así huye el pecador de Dios y se pone
lejos de El.
San Agustín
El que
quiera ser semejante a Dios para conservar su fuerza en El, que no se separe,
sino que se una a El, si ha de conservar la imagen y semejanza con quien le ha
creado. Pero si quiere imitar a Dios culpablemente; es decir, si quiere ser
independiente como Dios y vivir sin reconocer autoridad ninguna, ¿qué le queda
sino enfriarse por la separación de su calor y extraviarse por el abandono de
la verdad?
San Agustín
Lo que dijo que sucedió a los pocos días, esto es, que reunió todo lo que era suyo y que se marchó en seguida a una región muy distante, representa el olvido de Dios. Es decir, que poco después de haber creado al género humano, quiso el hombre por su libre albedrío llevar consigo la potencia de su naturaleza y abandonar a Aquel por quien fue creado, confiando en sus fuerzas. Estas fuerzas consumió tan pronto como abandonó a Aquel de quien las había recibido. Por esto sigue: "Y allí derrochó todo su haber, viviendo disolutamente". Llama vida disoluta o pródiga a la que derrama o disipa su afecto en las pompas exteriores, teniendo el vacío en su interior. Vida con la cual se emprenden siempre nuevas cosas y se abandona al que está dentro de nosotros. Y prosigue: "Y cuando todo lo hubo gastado, vino un grande hambre en aquella tierra". El hambre es la necesidad de la palabra de verdad.
Prosigue:
"Y él comenzó a padecer necesidad".
San Ambrosio
Con razón
empezó a tener hambre el que se había alejado de los tesoros de la sabiduría y
de la ciencia de Dios y de la abundancia de las riquezas celestiales. Prosigue:
"Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra".
San Agustín
Este
ciudadano de aquella región es algún príncipe del aire, perteneciente a la
milicia del diablo, cuyo cortijo se somete a su poder. Acerca de esto sigue:
"El cual lo envió a su cortijo a guardar puercos". Los puercos son
los espíritus inmundos que estaban bajo su poder.
Beda
Apacentar
los puercos es hacer como una obra de las que gozan los espíritus inmundos.
Prosigue: "Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que los puercos
comían".
San Ambrosio
Las
algarrobas son un género de legumbre vacía en lo interior y tierna en lo
exterior, con la que el cuerpo no se alimenta, sino que se llena, sirviéndole
más bien de peso que de utilidad.
San Agustín, ut sup
Las
algarrobas con que apacentaba los puercos eran las doctrinas mundanas que
enseña la vanidad, en las que rebosan las alabanzas de los ídolos y de las
fábulas con que honraban a sus dioses los gentiles en sus cantos y sus
discursos; con ellos complacen a los demonios. Y como el hijo pródigo deseaba
saciarse, buscaba algo sólido y recto que se refiriese a la felicidad y no
podía encontrarlos en estas cosas. Y prosigue: "Y ninguno se lo
daba".
San Cirilo
Como los
judíos son acusados tantas veces en la Sagrada Escritura ( Jer 2,5; Is 29,13)
de muchos crímenes, ¿cómo pueden referirse a aquel pueblo las palabras del hijo
mayor, que dice: "He aquí tantos años ha que te sirvo y nunca he
traspasado tus mandamientos?". El sentido de la parábola es éste:
Arguyendo los fariseos y los escribas al Salvador porque recibía a los
pecadores, les propuso la siguiente parábola, en la cual compara a Dios con un
hombre que es padre de dos hermanos (de los justos y de los pecadores), de los
que el primero representa a los justos -que desde el principio han obrado con
justicia- y el segundo a los que por la penitencia vuelven a la justicia.
San Basilio
La madurez y
gravedad del juicio del mayor, influyen en su perseverancia más que la blancura
de sus cabellos. Y no es increpado quien es joven por la edad, sino quien es
joven por las costumbres y vive según las pasiones.
Tito Bostrense
Se marchó el
más joven, que aún no era adulto por el juicio y le pidió a su padre lo que le
pertenecía de la herencia para no verse obligado a servir, porque somos seres
racionales dotados de libre albedrío.
Crisóstomo, ut sup
Dice, pues,
la Escritura que el padre dividió igualmente entre sus dos hijos su fortuna, es
decir la ciencia del bien y del mal, que son las verdaderas y perpetuas
riquezas del alma cuando usa bien de ellas. En efecto, todos los hombres al
nacer reciben de Dios la sustancia racional del mismo modo, pero después en el
transcurso de la vida, se ve que cada uno tiene mayor o menor cantidad de esta
sustancia. Porque unos, creyendo que lo que han recibido es de su padre, lo
guardan como propiedad paterna, mientras que otros, creyendo que lo que reciben
es suyo propio, lo disipan licenciosamente. Se da, pues, a conocer aquí el
libre albedrío, porque el padre no retiene al que quiere marcharse, ni le quita
su libertad. Y no obliga a que se marche al que quiere quedarse para no
aparecer él mismo como autor de los males que puedan sobrevenirle. Se marchó
lejos, no por la distancia de los lugares, sino por el extravío de su mente.
Prosigue: "Y se fue a un país muy distante".
San Ambrosio
¿Qué cosa
hay más lejana que separarse de sí mismo, no separándose por razón de
territorio sino por la diferencia de costumbres? Y el que se separa de
Jesucristo es desterrado de su patria y ciudadano del mundo. Así que disipa su
patrimonio el que se separa de la Iglesia.
Tito Bostrense
Por tanto,
se llama pródigo el que disipa sus tesoros, esto es, su recta inteligencia, las
enseñanzas de la castidad, el conocimiento de la verdad, el recuerdo de su
autor y el pensamiento de su origen.
San Ambrosio
Sobrevino
allí, pues, el hambre, no de los alimentos, sino de las virtudes y de las
buenas obras, que es la más miserable, porque el que se separa de la palabra de
Dios, tiene hambre, supuesto que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda
palabra de Dios ( Mt 4,44) y el que se separa de este tesoro queda en la
indigencia. Empezó, pues, a estar en la indigencia y a padecer hambre, porque
nada basta a una voluntad pródiga. Y se marchó y entró a servir a un habitante
del país; pero el que sirve es esclavo y el habitante del país parece ser el
príncipe de este mundo. Finalmente, el ser enviado a la finca (del habitante
del país) es lo que compra el que se excusa de asistir al festín del reino ( Lc
14).
Beda
Ser enviado
al cortijo, equivale a subyugarse a la codicia de las cosas mundanas.
San Ambrosio
Apacienta a
aquellos puercos en los que pidió entrar el diablo siendo animales, porque
viven en las inmundicias y en la corrupción ( Mt 8; Mc 2; Lc 8).
Teofilacto
A éstos
apacienta el que aventaja a otros en sus vicios, como son los corruptores, los
jefes de ladrones y los de los publicanos, que enseñan a otros a obrar mal.
Crisóstomo, ut sup
O bien: se
dice que el desprovisto de riquezas espirituales -como son la prudencia y la
inteligencia- apacienta a los puercos, porque equivale a alimentar en su alma
pensamientos sórdidos e inmundos. Y come los alimentos irracionales de un trato
depravado -dulces en verdad para el que ha abandonado el bien- porque a los
perversos les parece dulce toda obra de voluptuosidad carnal, que enerva y
destruye en absoluto las virtudes del alma. La Sagrada Escritura designa con el
nombre de algarrobas a estos alimentos fatalmente dulces, propios de los
puercos: las complacencias de las delectaciones carnales.
San Ambrosio
Deseaba,
pues, llenar su vientre de aquellas algarrobas. No es otro el cuidado de los
lujuriosos sino el llenar su vientre.
Teofilacto
Pero ninguno
puede saciarse del mal, pues está muy distante de Dios el que se alimenta de
tales manjares y los demonios tienen gran cuidado de que nunca llegue la
saciedad de los malos.
Glosa
Y ninguno le
daba; porque el diablo, cuando se apodera de alguno, no le procura la abundancia
sabiendo que ya está muerto.
Notas
1. El original latino dice multitudo gentium, "la multitud de las naciones". Es la gentilidad, la humanidad que no ha recibido directamente la Alianza de Dios, y que mediante la Iglesia, pasará a formar parte del nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, que une en su seno a los judíos y a los gentiles.
17-24 "Mas
volviendo sobre sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen el
pan de sobra, y yo me estoy aquí muriendo de hambre! Me levantaré e iré a mi
padre, y le diré: Padre, pequé contra el cielo y delante de ti; yo no soy digno
de ser llamado hijo tuyo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose se
fue para su padre. Y como aun estuviese lejos, le vio su padre, y se movió a
misericordia; y corriendo a él le echó los brazos al cuello y le besó. Y el
hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y delante de ti, ya no soy digno
de ser llamado hijo tuyo. Mas el padre dijo a sus criados: Traed aquí
prontamente la ropa primera, y vestidle, y ponedle anillo en su mano, y calzado
en sus pies. Y traed un ternero cebado y matadlo, y comamos y celebremos un
banquete. Porque éste mi hijo era muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha
sido hallado. Y comenzaron a celebrar el banquete". (vv. 17-24)
San Gregorio Niceno
El hijo más
joven había despreciado a su padre marchándose de su lado y había disipado su
patrimonio; pero cuando hubo pasado tiempo y se vio abrumado por los trabajos,
viéndose convertido en un criado y alimentándose de lo mismo que los puercos,
volvió castigado a la casa de su padre; por esto dice: "Mas volviendo
sobre sí dijo: ¡Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen el pan de
sobra y yo me estoy aquí muriendo de hambre!"
San Ambrosio
Muy
oportunamente se dice que volvió en sí, porque se había separado de sí; y el
que vuelve a Dios, se vuelve a sí mismo, como el que se separa de Jesucristo también
se separa de sí.
San Agustín De quaest.Evang. 2, 33
Volvió en
sí, porque se separó de aquellas cosas que exteriormente agradan y seducen y
volvió su atención a lo interior de su conciencia.
Gregorio Nacianceno orat. in sanct. lavcr
La obediencia
puede verificarse de tres modos diferentes. Porque nos separamos de lo malo por
temor del castigo y nos colocamos en una disposición servil; porque obedecemos
lo que se manda por alcanzar el premio ofrecido -y en este caso nos asemejamos
a los mercenarios-; o porque servimos por amor al bien y por afecto a aquel que
nos manda y entonces imitamos la conducta de los buenos hijos.
San Ambrosio
El hijo que
tiene en su corazón el don del Espíritu Santo, no ambiciona el premio mundano,
sino que conserva su derecho de heredero. Hay también mercenarios buenos, que
son llevados a trabajar a la viña ( Mt 20); pero éstos no se alimentan de
algarrobas, sino que abundan en pan.
San Agustín, ut sup
¿Pero cómo
podía saber esto aquel que vivía tan olvidado de Dios, como todos los
idólatras, sino porque su pensamiento era el de los que habían de convertirse
cuando se predicase el Evangelio? El alma podía ya conocer que muchos
predicaban la verdad, entre los que se encontrarían los que fuesen llevados, no
por el amor de la verdad, sino por el deseo de procurarse bienes materiales;
tales son los herejes que anuncian lo mismo. Por esto se llaman con razón
mercenarios, porque viven en la misma casa y comen el mismo pan de la palabra;
pero no son llamados a la herencia eterna, sino que se dejan llevar de una
recompensa temporal.
Crisóstomo
Después que
sufrió en una tierra extraña el castigo digno de sus faltas, obligado por la
necesidad de sus males, esto es, del hambre y la indigencia, conoce que se ha
perjudicado a sí mismo, puesto que por su voluntad dejó a su padre por los
extranjeros; su casa por el destierro; las riquezas por la miseria; la
abundancia por el hambre, lo que expresa diciendo: "Pero yo aquí me muero
de hambre". Como si dijese: yo, que no soy un extraño, sino hijo de un
buen padre y hermano de un hijo obediente; yo, libre y generoso, me veo ahora
más miserable que los mercenarios, habiendo caído de la más elevada altura de
la primera nobleza, a lo más bajo de la humillación.
San Gregorio Niceno
No volvió a
la primera felicidad, hasta que volviendo en sí conoció perfectamente su
desgracia y meditó las palabras de arrepentimiento que sigue: "Me
levantaré".
San Agustín, ut sup
Porque
estaba echado; "e iré", porque estaba lejos; "a mi padre",
porque estaba bajo el dominio del dueño de los puercos. Las demás palabras son
propias del que piensa arrepentirse y confesar su pecado, pero que aun no lo ha
llevado a cabo; no habla aún con su padre, sino que ofrece hablarle cuando vaya
a él. Entiéndase aquí, que ir al padre quiere decir entrar en la Iglesia por la
fe, en donde ya puede hacerse una confesión legítima y provechosa de los
pecados; dice, pues, que hablará así a su padre: "Padre".
San Ambrosio
¡Cuán
misericordioso es Aquel que, después de ofendido, no se desdeña de oír el
nombre de padre! "He pecado"; ésta es la primera confesión que se
hace ante el Autor de la naturaleza, Padre de misericordia y Arbitro de
nuestras culpas. Pero aun cuando Dios todo lo sabe, sin embargo, espera oír
nuestra confesión, porque la confesión vocal hace la salud ( Rom 10,10), puesto
que alivia del peso del error a todo aquel que se carga a sí mismo y evita la
vergüenza de la acusación en el que la previene confesando su pecado; en vano
querrás engañar a quien nadie engaña. Por tanto, confiesa sin temor lo que
sabes que es ya conocido. Confiesa también para que Jesucristo interceda por
ti, la Iglesia ruegue por ti y el pueblo llore por ti. No temas no alcanzar
gracia; tu Abogado te ofrece el perdón, tu Patrono te ofrece la gracia, tu
Testigo te promete la reconciliación con tu piadoso Padre. Añade, pues:
"Contra el cielo y contra ti".
Crisóstomo hom, ut sup
Diciendo
contra ti, manifiesta que debe entenderse a Dios por este padre; sólo Dios es
el que todo lo ve y de quien no pueden ocultarse ni aun los pecados meditados
en el corazón.
San Agustín, ut sup
Pero este
pecado contra el cielo es el pecado contra ti, de modo que llama cielo a la
elevada majestad del padre; o dice más bien: he pecado contra el cielo delante
de las almas santas y delante de ti en el secreto de mi conciencia.
Crisóstomo hom, ut sup
O bien en la
palabra cielo se entiende a Jesucristo, porque el que peca contra el cielo -que
aunque está muy alto, es un elemento visible-, es el que peca contra la
humanidad, que tomó el Hijo de Dios por nuestra salvación.
San Ambrosio
O quiere
decir que el pecado significa la disminución en el alma de los dones
celestiales del Espíritu, o que no conviene separarse del seno de esta madre, que
es la Jerusalén celestial. O bien: el que ha caído no debe exaltarse. Por esto
añade: "Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo". Y para merecer ser
ensalzado por su humildad añade: "Hazme como a uno de tus
jornaleros".
Beda
No se atreve
a aspirar al afecto de hijo aquel que no duda que todo lo que es de su padre
sea suyo y así desea servirle como mercenario por una retribución. Pero declara
que ni aun eso merece ya si no es por la bondad de su padre.
San Gregorio Niceno
El Espíritu
Santo nos dio a conocer la parábola de este hijo pródigo, para que comprendamos
cómo debemos llorar los extravíos de nuestro corazón.
Crisóstomo hom 10 in epist. ad Rom
Después que
dijo: "Iré a mi padre", -lo que le hizo digno de todos los bienes- no
se detuvo, sino que anduvo todo el camino. Sigue, pues: "Y levantándose se
fue para su padre". Así debemos hacer nosotros y no nos asuste lo largo
del camino; porque si quisiéremos, el regreso será ligero y fácil con tal que
abandonemos el pecado, que fue el que nos sacó de la casa de nuestro Padre. El
Padre es clemente para los que vuelven a El, porque añade: "Y como aún
estuviese lejos", etc.
San Agustín, ut sup
Antes que
conociese a Dios, de quien estaba lejos, como ya le buscaba piadosamente, su
padre le vio; se dice con razón que no ve a los impíos ni a los soberbios,
porque no los tiene a la vista.
Crisóstomo, ut sup
Conoció el
padre el arrepentimiento y no esperó a oír las palabras de su confesión, sino
que salió al encuentro de sus ruegos obrando con misericordia. De aquí
prosigue: "Y se movió a misericordia".
San Gregorio
El
pensamiento de la confesión calmó al padre respecto de él, hasta el punto de
salirle al encuentro y besarle abrazado a su cuello. Sigue, pues: "Y
corriendo a él le echó los brazos al cuello y le besó". Lo cual significa
el freno espiritual impuesto a la boca del hombre por la tradición evangélica
que destruyó el cumplimiento de la ley.
Crisóstomo hom. de patre et duobus filiis
¿Qué
significa eso de salir al encuentro, sino que no podíamos llegar hasta Dios
sólo por nuestro esfuerzo, por impedírnoslo nuestros pecados? Pero pudiendo El
llegar a los imposibilitados, baja El mismo y besa los labios, porque había
salido de ellos la confesión que había nacido de un corazón penitente que, como
Padre, recibió lleno de alegría.
San Ambrosio
Te sale al
encuentro, pues, porque conoce lo que meditas en lo secreto de tu alma; y aun
cuando estés lejos sale a recibirte para que nadie te detenga; te abraza
también -en el acto de salir al encuentro se indica la presciencia y en el de
abrazar la clemencia- y se arroja a tu cuello impulsado por cierto afecto de
amor paternal para levantar al que está caído y para encaminar hacia el cielo
al que, cargado por sus pecados, se encuentra postrado en la tierra. Quiero más
bien ser hijo que oveja; la oveja es encontrada por el pastor, pero el hijo es
honrado por su padre.
San Agustín De quaest.Evang. 2, 33
O bien:
corriendo, se arroja sobre su cuello; porque no abandonó el Padre a su Hijo Unigénito,
en el cual recorrió hasta el fin nuestra larga peregrinación ( 2Cor 5,19);
porque Dios estaba en Jesucristo reconciliando para Sí al mundo. Arrojarse a su
cuello para abrazarle, equivale a humillar su brazo, que es Nuestro Señor
Jesucristo. Consolar con la palabra de la gracia de Dios para hacer esperar el
perdón de los pecados, equivale a volver a merecer el ósculo de caridad paterna
cuando se vuelve de un largo viaje. Una vez ya dentro de la Iglesia empieza a
confesar sus pecados, pero no dice todo lo que se había prometido decir. Sigue,
pues: "Y el hijo le dice", etc. Quiere obtener por la gracia lo que
confiesa que es indigno de merecer por sus obras; no añadió lo que había dicho
en aquella consideración. "Trátame como a uno de tus jornaleros",
porque cuando no tenía qué comer deseaba ser sólo un jornalero, pero desdeñó
serlo una vez que hubo recibido el beso de su padre.
Crisóstomo
El padre no
dirigió ninguna exhortación al hijo, sino que habla a sus ministros; porque el
que se arrepiente, ruega, pero no recibe en verdad respuesta a su palabra y
reconoce eficazmente la misericordia en el afecto. Sigue, pues: "Mas el
padre dijo a sus criados. Traed aquí prontamente la ropa más preciosa y vestidle".
Teofilacto
A sus
siervos que, o son sus ángeles como administradores de lo espiritual, o son los
sacerdotes que por el bautismo y la palabra docente revisten su alma en el
mismo Jesucristo y todos los que somos bautizados en Cristo nos revestimos en El
( Gál 3,27).
San Agustín, ut sup
O el vestido
primero es la dignidad que se perdió en Adán y los siervos que la traen son los
predicadores de la reconciliación.
San Ambrosio
También el
vestido es el amito de la sabiduría, con el que los apóstoles cubren la
desnudez de su cuerpo; recibió la primera sabiduría, pero aún existe otra para
la que no existe misterio. El anillo es la señal de la fe sincera y la
expresión de la verdad, acerca de lo que prosigue: "Y ponedle anillo en su
mano".
Beda
Esto es, en
sus acciones, para que su fe brille en sus obras y éstas sean confirmadas por
la fe.
San Agustín, ut sup
El anillo
colocado en la mano es el don del Espíritu Santo, por la participación de la
gracia que se representa muy bien por el dedo.
Crisóstomo hom. de patre ed duobus filiis
Manda que se
le dé el anillo, esto es, el símbolo de la salud, o más bien, un signo de
promesa y una prenda de las bodas, por las que Jesucristo se une con la
Iglesia, cuando el alma, reconociéndose, se une a Jesucristo por el anillo de
la fe.
San Agustín, ut sup
El calzado
en los pies es la preparación a la predicación, para no tocar las cosas de la
tierra. Acerca de esto prosigue: "Y calzado en sus pies".
Crisóstomo, ut sup
Manda que se
ponga calzado en sus pies, bien para cubrir las huellas y que pueda marchar con
firmeza por las asperezas de este mundo, o para mortificación de sus miembros.
El curso de nuestra vida se llama pie en las Sagradas Escrituras y los zapatos
significan la mortificación, porque se confeccionan con pieles de animales
muertos. Añade que se debe matar un ternero cebado para celebrar el convite.
Sigue, pues: "Y traed un ternero cebado", esto es, a nuestro Señor
Jesucristo, a quien llama ternero porque es el holocausto de un cuerpo sin
mancilla; dijo también que cebado, porque es tan bueno y rico que basta para la
salvación de todo el mundo. Pero el padre no inmoló él mismo al becerro, sino
que le entregó a otros para que le inmolasen; porque permitiéndolo el Padre y
consintiéndolo el Hijo, fue crucificado por los hombres.
San Agustín, ut sup
También se entiende por becerro cebado el mismo Señor, que, según la carne, fue saciado de oprobios. Cuando manda que le traigan, ¿qué otra cosa quiere decir sino que le prediquen y anunciándole hagan revivir las entrañas extenuadas del hijo hambriento? Pero manda también que le maten, esto es, que anuncien su muerte, porque será muerto para quien crea que lo ha sido.
Prosigue:
"Y comamos".
San Ambrosio
En realidad
es la carne del becerro porque es víctima sacerdotal ofrecida por los pecados.
Anuncia luego el festín diciendo: "Y celebremos un banquete", para
dar a conocer que la comida del Padre es nuestra salvación y que su alegría es
la redención de nuestros pecados.
Crisóstomo, ut sup
El padre se
regocija en la vuelta del hijo y le convida con un becerro; porque el Creador,
alegrándose por el fruto de su misericordia en la inmolación de su Hijo,
considera un festín la adquisición del pueblo creyente. Y prosigue:
"Porque éste mi hijo era muerto y ha revivido".
San Ambrosio
Murió el que
fue. Por lo tanto ya no existen los gentiles, sino sólo el cristiano. También
puede tomarse esto por el género humano; fue Adán y en él fuimos todos; pereció
Adán y todos perecieron en él; el hombre, por tanto, fue restaurado en aquel
hombre que había muerto. También puede entenderse esto del que hace penitencia,
porque no muere sino el que ha vivido alguna vez; y así como los gentiles,
cuando llegan a creer, se vivifican por la gracia, así también el que ha caído
revive por la penitencia.
Teofilacto
Por la
índole de sus vicios había muerto sin esperanza; pero en cuanto a la naturaleza
humana, que es mudable y puede muy bien volver del vicio a la virtud, se dice
que estaba perdido; porque menos es perderse que morir. Cualquiera que se
convierta, se purifique de sus culpas y participe del festín del becerro
cebado, será causa de alegría para el Padre y sus domésticos; esto es, para los
ángeles y los sacerdotes. Y prosigue: "Y todos comenzaron a celebrar el
banquete".
San Agustín, ut sup
Este convite y esta festividad también se celebra ahora y se ve en la Iglesia, extendida y esparcida por todo el mundo; porque aquel becerro cebado, que es el cuerpo y la sangre del Señor, se ofrece al Padre y alimenta a toda la casa.
25-32 "Y
su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se acercó a la casa, oyó la
sinfonía y el coro. Y llamando a uno de los criados le preguntó qué era
aquello. Y éste le dijo: Tu hermano ha venido y tu padre ha hecho matar un
ternero cebado, porque le ha recobrado salvo. El entonces se indignó y no
quería entrar; mas saliendo el padre, comenzó a rogarle. Y él respondió a su
padre y dijo: He aquí tantos años ha que te sirvo, y nunca he traspasado tus
mandamientos, y nunca me has dado un cabrito para comerle alegremente con mis
amigos. Mas cuando vino éste tu hijo, que ha gastado tu hacienda con rameras,
le has hecho matar un ternero cebado. Entonces el padre le dijo: Hijo, tú
siempre estás conmigo, y todos mis bienes son tuyos. Pero razón era celebrar un
banquete y regocijarnos, porque éste tu hermano era muerto, y revivió; se había
perdido, y ha sido hallado". (vv. 25-32)
Beda
Cuando
murmuraban los escribas y los fariseos porque recibía a los pecadores, el
Salvador les propuso tres parábolas por orden. En las dos primeras les da a
conocer cuánto se alegra con sus ángeles por la salvación de los que se
arrepienten; pero en esta tercera, no sólo da a conocer su alegría y la de los
suyos, sino que reprende la murmuración de los envidiosos. Dice, pues: "Y
su hijo el mayor estaba en el campo".
San Agustín, De quaest.Evang. 2,33
El hijo
mayor es el pueblo de Israel que no marchó a una región distante y sin embargo
no está en la casa; está en el campo, esto es, trabaja en la rica herencia de
la ley y en la tierra de los profetas. Viniendo del campo fue aproximándose a
la casa, es decir una vez reprobado su trabajo servil, empezó a ver la libertad
de la Iglesia por las mismas Escrituras. Y prosigue: "Y cuando vino y se
acercó a la casa, oyó la sinfonía y el coro", esto es, a los que
predicaban el Evangelio con palabras acordes inspiradas por el Espíritu Santo.
Sigue, pues: "Y llamando a uno de los criados", etc. Es decir, tomó
para leer a alguno de los profetas y le interrogó, por decirlo así, a fin de
saber por qué se celebraba esta fiesta en la Iglesia, en la que no se encuentra
él. Y el profeta, siervo del padre, le responde como sigue: "Y éste le
dijo: Tu hermano ha venido", etc. Como diciendo: Tu hermano se encontraba
en la extremidad de la tierra; de aquí la gran alegría de los que cantan un
cántico nuevo, porque "su alabanza viene de lo más lejano de la
tierra" y a causa de aquel que estaba ausente fue muerto el varón que
sabía sufrir la flaqueza y le vieron los que no habían oído hablar de El.
San Ambrosio
El hermano
mayor, que era el pueblo de Israel, tuvo envidia del hijo menor (esto es, del
pueblo gentil), por el beneficio de la bendición paterna, lo mismo que los
judíos cuando Jesucristo comía con los gentiles. Prosigue: "El entonces se
indignó y no quería entrar", etc.
San Agustín, ut sup
Todavía
sigue indignándose y no quiere entrar. Pero cuando haya entrado la totalidad de
los gentiles, saldrá oportunamente su Padre para la salvación de todo el pueblo
de Israel. Y prosigue: "Mas saliendo el padre comenzó a rogarle".
Esto sucederá cuando sean llamados abiertamente los judíos a la salvación del
Evangelio, cuya manifiesta vocación está figurada por la salida del padre a
rogar al hijo mayor. Después, cuando le respondió el hijo mayor, deben tenerse
en cuenta dos cosas ( Rom 11). Prosigue: "Y él respondió a su padre y le
dijo: He aquí tantos años ha que te sirvo y nunca he traspasado tus
mandamientos", etc. Se entiende esto de no haber traspasado sus
mandamientos, no de todos, sino del más necesario, porque no se debe prestar
adoración a ningún otro Dios que no sea el Creador de todas las cosas; y no se
entienda que este hijo representa a todos los israelitas, sino únicamente a los
que nunca han abandonado al Dios único por los falsos dioses. Así, pues, aunque
desease las cosas de la tierra, pedía al verdadero Dios estos bienes que debían
serle comunes con los pecadores. Por esto se lee en el Salmo "Me he
convertido en un jumento delante de ti, pero siempre he estado contigo" ( Sal
72,23). ¿Pero cuál es el cabrito que nunca había recibido para el festín?
Prosigue: "Y nunca me has dado un cabrito", etc. El pecador puede ser
representado por este cabrito.
San Ambrosio
El pueblo
judío pide un cabrito y el cristiano un cordero; por tanto, Barrabás es
entregado a los primeros y el cordero es inmolado para nosotros. Lo cual parece
que se da a conocer en el cabrito, porque los judíos habían perdido el rito del
antiguo sacrificio y los que piden el cabrito esperan al Anticristo.
San Agustín, ut sup
Pero yo no
comprendo el objeto de esta frase, porque es un gran absurdo que aquel de quien
se dice después: "Tú estás siempre conmigo", pidiese a su padre que
creyese en el Anticristo; y no es posible creer que este hijo represente a
ninguno de los judíos que han de creer en el Anticristo. Y si ese cabrito
figura al Anticristo, ¿cómo podía hacer con él un banquete aquel que no creía
en el Anticristo? Pero si el alegrarse por la muerte del cabrito equivale a
alegrarse de la perdición del Anticristo, ¿cómo dice el hijo a quien el padre
recibió que no se le había concedido esto, cuando todos sus hijos deben
alegrarse de su perdición? Se queja, por tanto, de que le ha sido negado el
mismo Señor en un festín, porque le cree un pecador; pues como es un cabrito
para aquellas gentes -esto es, como le juzgan violador y profanador del
sábado-, no mereció alegrarse en su convite.
San Gregorio
Cuando dice
"con mis amigos", debe entenderse el pueblo con respecto a la persona
de los príncipes, o el pueblo de Jerusalén respecto de los demás pueblos de
Judá.
San Jerónimo, in tract. de filio prodigo
O bien,
dice: "Nunca me has dado un cabrito", es decir, ni la sangre de
ningún profeta o de sacerdote nos libró de la dominación romana.
San Ambrosio
Aquel
desvergonzado hijo se parece al publicano que se justificaba; porque observaba
la ley conforme a la letra, acusaba sin piedad a su hermano por haber gastado
toda su fortuna con mujeres de mundo. Prosigue: "Mas cuando vino éste tu
hijo, que ha gastado su hacienda con rameras", etc.
San Agustín, ut sup
Las rameras
son las supersticiones de los paganos, con quienes disipa su fortuna aquel que,
una vez abandonada la verdadera alianza con el Dios único, vive con el demonio
en sus vergonzosas pasiones.
San Jerónimo, ut sup
En lo que
dice: "Y le has hecho matar un ternero cebado", confiesa que ha
venido Jesucristo, pero que por su envidia no quiere salvarse.
San Agustín, ut sup
No le
reprende el padre como si mintiese, sino que, aprobando su constancia en estar
con él, le invita a la perfección de una vida mejor y más satisfactoria. Y
prosigue: "Mas él le dijo: Tú siempre estás conmigo".
San Jerónimo, ut sup
Lo que había
dicho era pura jactancia y no verdad, con lo que el padre no se conformó, sino
que le ataja con otra razón diciéndole: "Estás conmigo", esto es,
eres obligado por la ley, no porque no haya pecado, sino porque el Señor siempre
le detuvo por el castigo. Y no nos llame la atención que mienta a su padre
quien tiene envidia del hijo.
San Ambrosio
Pero este
buen padre quería todavía salvarle diciendo: "Tú siempre estás
conmigo", como judío, por la ley, o como justo, por la comunión.
San Agustín, ut sup
¿Qué es lo
que quiere decir cuando añade: "Y todos mis bienes son tuyos"? Como
si no fueran también de su hermano; pero los hijos perfectos e inmortales
poseen todas las cosas como si perteneciesen a todos en común y a cada uno en
particular. Así como la codicia nada posee sin angustia, así la caridad todo lo
tiene sin ella. ¿Pero por qué dice todas las cosas? ¿Acaso se habrá de creer
que Dios hubiese dado a tal hijo la posesión de los ángeles? Si por posesión se
entiende que el poseedor sea dueño de la cosa poseída, no podrá decirse que
todas las cosas, porque no seremos dueños, sino más bien consortes de los
ángeles. Pero si se entiende la posesión en el sentido de que nuestras almas
posean la verdad, no encuentro razón para que no podamos tomarlo al pie de la
letra; porque no decimos con esto que las almas son dueñas de la verdad. Ahora,
si el nombre de posesión nos impide tomarlo en este sentido, prescindamos de
él, porque el padre no le dice: "Todo lo posees", sino "todas
mis cosas son tuyas" y esto no es declararle dueño de ellos. En efecto, el
dinero que tenemos puede ser para alimento de nuestra familia, o para honor
suyo, o cosa semejante. Y en realidad, cuando puede decir que el mismo padre es
suyo, no hallo razón para que no pueda llamar suyas también las cosas que son
de aquél. Puede llamarlas también suyas, aunque bajo diferente aspecto, porque
cuando obtengamos aquella beatitud serán nuestras las cosas superiores para
contemplarlas, las iguales para vivir con ellas y las inferiores para
dominarlas. Regocíjese, pues, y esté muy seguro el hermano mayor.
San Ambrosio
Si deja de
tener envidia, verá que todo es suyo y porque como judío tendrá los sacramentos
del Antiguo Testamento y como bautizado los del Nuevo.
Teofilacto
O en sentido
enteramente distinto, la persona del hijo, que parece murmurar, representa a
todos los que se escandalizan por los adelantos repentinos y por la salud de
los perfectos, así como la persona, de que habla David, que se escandalizaba de
la paz de los pecadores.
Tito Bostrense
Pero el hijo
mayor, como el labrador, continuaba cultivando, no la tierra, sino el campo de
su alma y plantando árboles de salvación, que son las virtudes.
Teofilacto, super Senior filius
Estaba en el
campo, esto es, en el mundo, cultivando su propia carne para que se sacie de
panes y sembrando en lágrimas para coger en alegrías. Pero conociendo lo que
sucedía, no quería tomar parte en la alegría común.
Crisóstomo
Se pregunta
si es presa de la pasión de la envidia el que siente la prosperidad de los
demás y, a lo cual se debe contestar que ninguno de los santos se aflige por
tales cosas. Antes al contrario, considera todos los bienes ajenos como
propios. No conviene, pues, tomar al pie de la letra todo lo que dice una
parábola, sino que, sacando el sentido con que ha sido dictada, no debemos
buscar otra cosa en élla. Esta parábola ha sido compuesta para que los
pecadores no desconfíen de poder convertirse, sabiendo que alcanzarán grandes
beneficios. Por esto presenta a los que, turbados a la vista de estos bienes,
aparecen como atormentados de los celos, porque los que vuelven son honrados de
tal modo, que se hacen objeto de envidia para los otros.
Teofilacto
O bien, el
Señor reprende la intención de los fariseos por la presente parábola y los
llama justos por hipócritas, como diciendo: Supongamos que sois verdaderamente
justos y no quebrantáis ninguno de los mandamientos, ¿acaso por esto no se
deberá admitir a los que se convierten de los pecados?
San Jerónimo, in lib. de filio prodigo
Toda
justicia en comparación con la justicia de Dios es injusticia. Por esto dice
San Pablo ( Rom 7,24): "¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?".
Por esto los apóstoles se indignaron cuando oyeron la petición de la madre de
los hijos de Zebedeo ( Mt 20).
San Cirilo
Esto mismo
nosotros lo experimentamos también a veces, porque algunos observan una vida
excelente y perfecta, mientras que otros se convierten a Dios en la ancianidad,
o borran sus culpas por la misericordia del Señor en el último día de su vida.
Algunos menosprecian estas cosas por una pusilanimidad inoportuna, puesto que
no tienen en cuenta el propósito del Salvador, que goza con la salvación de los
que están a punto de perecer.
Teofilacto
Dice, pues, el hijo a su padre: en vano he pasado la vida entre penas, molestado siempre por los pecadores enemigos y nunca has mandado matar un cabrito por mí, para que yo disfrutase un poco. Esto es, nunca mandaste matar al pecador que me perseguía. En este sentido, Ajab fue la víctima respecto de Elías, que decía ( 1Re 19,10): "Señor, han matado a tus profetas".
San Ambrosio
O de otro modo, se dice que el hermano venía de la granja, esto es, que había estado ocupado en las labores de la tierra, ignorando las cosas del Espíritu de Dios y por último, que se queja de que nunca se hubiese matado un cabrito en obsequio suyo; porque no ha sido sacrificado el cordero por envidia, sino por el perdón del mundo. El envidioso busca el cabrito y el inocente desea que se sacrifique por él un cordero. Por tanto, el mayor es llamado así, porque la envidia anticipa la vejez y permanece fuera, porque la malicia lo excluye. Por esto no puede oír el coro ni la sinfonía, lo cual no significa el incentivo lascivo del teatro, sino la concordia del pueblo que canta manifestando la dulce suavidad de su alegría por la salvación del pecador. Porque los que se creen justos se indignan cuando se concede el perdón al pecador que confiesa sus pecados. ¿Quién eres tú, pues, para oponerte a que el Señor perdone los pecados, cuando tú los perdonas a quien quieres? Pero nosotros debemos aplaudir la remisión de los pecados después de la penitencia, no sea que, si envidiamos el perdón de otros, no lo merezcamos nosotros de Dios. No tengamos envidia a los que vienen de lejanas tierras, porque también nosotros estuvimos muy lejos.