Viernes de la I semana de Cuaresma
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Jn
11, 47-53 Y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos juntaron
concilio y decían: "¿Qué hacemos? porque este hombre hace muchos milagros.
Si lo dejamos así, creerán todos en El; y vendrán los romanos y arruinarán
nuestra ciudad y nación". Mas uno de ellos, llamado Caifás, que era el sumo
pontífice de aquel año, les dijo: "Vosotros no sabéis nada. Ni pensáis que
os conviene que muera un hombre por el pueblo, y no que toda la nación
perezca". Mas esto no lo dijo de sí mismo, sino que siendo sumo pontífice
aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por
la nación, mas también para juntar en uno los hijos de Dios, que estaban
dispersos. Y así, desde aquel día pensaron cómo le darían la muerte. (vv.
47-53)
Teofilacto.
Era
conveniente admirar y ensalzar a Aquel que tales prodigios obraba, pero ellos
más bien maquinan darle la muerte. "Y los príncipes de los sacerdotes y
los fariseos juntaron concilio", etc.
San Agustín In Ioannem tract., 49.
Ellos no
dicen: "Creemos". Estos hombres perdidos se ocupaban mejor de hacer
daño y de matar, que de la manera de salvarse a sí mismos. Y, sin embargo,
temían y se consultaban unos a otros: "¿Qué hacemos? Porque este hombre
hace muchos milagros".
Crisóstomo In Ioannem hom., 64.
Todavía lo
llaman hombre los mismos que acababan de tener una prueba tan grande de su
divinidad 1.
Orígenes In Ioannem tom.,28.
Es de considerar, oídas sus palabras, su necedad y su
ceguera. Su necedad, porque ellos habían sido testigos de los muchos milagros
que había hecho y, sin embargo, creían poder conspirar contra El, como si El
mismo no tuviera poder para burlar sus maquinaciones. En esto consistía también
su ceguedad, porque era preciso que Aquel que había hecho tantos milagros se
desembarazase de sus asechanzas, a no ser que creyesen que realmente hacía
milagros, pero que estos milagros no los hacía en virtud del divino poder. Así,
ellos determinaron no dejarlo ir, creyendo que esto sería un gran impedimento
para los que creían en El, y que así los romanos no les quitarían su ciudad y
nación. "Si lo dejamos así, creerán todos en El", etc.
Crisóstomo ut supra.
Con estas palabras querían atemorizar al pueblo, haciéndoles
ver el peligro en que estaban de que se sospechase que querían declararse en
poder independiente; palabras que equivalen a estas otras: Si los romanos lo
ven seguido de la muchedumbre, sospecharán que queremos erigirnos en poder
independiente, y destruirán la ciudad. Pero todo lo que decían era pura
ficción, porque ¿cuáles eran los motivos para sospechar esto? ¿Iba El acaso
rodeado de gente armada y seguido de escuadrones? ¿Acaso no buscaba los
desiertos? Pero para que no se pensara que esto lo decían con el intento de
preparar su muerte, dicen que toda la ciudad está en peligro.
San Agustín ut supra.
O bien, temían que si todos creían en Cristo no
quedase nadie para defender la ciudad y el templo de Dios contra los romanos,
porque bien sabían que la doctrina de Cristo era contraria al mismo templo y a
las leyes de sus antepasados. Temían, pues, perder los bienes temporales, y
nada les importaba perder la vida eterna, en que no pensaban. Pero a pesar de
todo esto, finalmente los romanos, después de la pasión y de la resurrección
del Señor, hicieron desaparecer la ciudad, destruyéndola.
Orígenes ut supra.
Mas, según el sentido místico, los gentiles ocuparon
el lugar de los circuncisos, pues por la caída de éstos vino la salvación a las
naciones. En lugar de los gentiles son puestos los romanos, pasando de este
modo la soberanía a quienes hasta entonces habían ejercido allí sus derechos.
También la gente fue arrebatada de entre ellos, porque el que fue pueblo de
Dios dejó de serlo.
Crisóstomo ut supra.
Pero mientras ellos vacilaban y proponían ese consejo
para deliberar, diciendo: "¿Qué hacemos?", uno, descaradamente y con
la mayor crueldad, gritó: "Mas uno de ellos, llamado Caifás, que era el
sumo pontífice de aquel año".
San Agustín ut supra.
Podía uno preguntar, ¿cómo es que se dice que era
pontífice de aquel año, siendo así que el Señor había establecido un único sumo
sacerdote, que no debía tener sucesor sino después de su muerte? Es preciso
admitir que la división y la ambición habían conducido más tarde a los judíos a
tener muchos pontífices, que servían alternativamente cada año, y quizá en un
mismo año había muchos, a los cuales sucedían otros en el año siguiente.
Alcuino.
Cuenta Josefo, que este Caifás había comprado por
dinero el pontificado de aquel año.
Orígenes In Ioannem tom.,30.
Una prueba de la maldad de Caifás son las palabras
"pontífice de aquel año", porque exponen que bajo su pontificado
nuestro Salvador ejerció el ministerio de su pasión. Y sin embargo, como fuese
pontífice de aquel año, les dijo: "Vosotros no sabéis nada, ni pensáis que
os conviene que muera un hombre".
Crisóstomo In Ioannem hom., 65.
Como si dijera: Vosotros estáis tranquilos y miráis
esto con poco interés, pero tened en cuenta que es preciso despreciar la
salvación de un solo hombre para salvar el bien común.
Teofilacto.
Esto lo dijo él con una intención depravada. Sin
embargo, la gracia del Espíritu Santo se valió de sus palabras para presagio
del porvenir: "Mas esto no lo dijo de sí mismo, sino que siendo pontífice
profetizó", etc.
Orígenes ut supra.
No todo el que profetiza es profeta, como no todo
aquel que sigue la justicia es justo, como por ejemplo el que hace alguna obra
por la gloria humana. Caifás, pues, profetizó, es verdad, y sin embargo no era
profeta, como sucedió a Balaam ( Núm 23). Alguno podrá decir que Caifás no
profetizó por inspiración del Espíritu Santo, ya que el espíritu maligno puede
también dar testimonio de Jesús y profetizar acerca de El conforme a aquellas
palabras ( Lc 4,34): "Sabemos quién eres, santo de Dios". Porque su
intención no es hacer fieles a los que lo escuchan, sino incitar en el pretorio
contra Jesús a los que confiaban en El, para hacerlo morir. Por otra parte, las
palabras "os conviene" -que forman parte de su profecía-, o son
verdaderas o falsas. Si son verdaderas, se sigue que se salvarán todos aquellos
que se esfuerzan en el pretorio por incitar al pueblo contra Jesús y, después
de su muerte por el pueblo, llegarán a conseguir lo que les conviene. Si no son
verdaderas, es evidente que el Espíritu Santo no inspiró esta profecía, porque
el Espíritu Santo no puede mentir. Pero si alguno cree que Caifás es en esto
verídico, ( Heb 2,9) hallará claro que Jesús ha abrazado la muerte por todos, y
que El es Salvador de todos los hombres, principalmente de los fieles.
Encontrará también que todas las palabras que están en este lugar, comenzando
por aquellas ( 1Tim 4,10): "Vosotros nada sabéis", son una verdadera
profecía. Porque nada sabían los que ignoraban que Jesús es la verdad, la
sabiduría, la justicia y la paz. Y lo que a ellos convenía era que éste solo
-en cuanto hombre- muriera por el pueblo, pero no en cuanto imagen de Dios
invisible ( Col 1,15), bajo cuyo respecto no está sujeto a la muerte. Y como
poderoso que es, quiso destruir y borrar en sí mismo la culpa de todo el género
humano. En las palabras "mas esto no lo dijo de sí mismo", se nos ha
enseñado que nosotros, hombres, decimos algunas cosas por nosotros mismos sin
que ninguna fuerza extraña nos induzca a ello, mientras que hay otras que las
proferimos por influencia de otro poder, aun cuando nosotros no lo podamos
apreciar en toda su extensión, disponiéndonos así a escuchar lo que se dice,
pero sin fijarnos en la intención de las palabras. Así Caifás no dijo nada de
sí, ni conoció que lo que decía era una profecía, porque ignoraba el sentido de
las palabras que proferían sus labios ( 1Tim 1,7). Así, en la Epístola de San
Pablo a Timoteo se encuentran algunos doctores de la Ley que ni saben lo que
dicen ni lo que afirman.
San Agustín ut supra.
Aquí también podemos aprender que los hombres malos
pueden también vaticinar lo futuro con espíritu profético, lo cual, sin embargo,
el evangelista atribuye al sagrado ministerio, porque Caifás era pontífice,
esto es, sumo sacerdote.
Crisóstomo ut supra.
¡Mira cuán grande es la virtud del Espíritu Santo, que
de una inteligencia depravada hace salir palabras proféticas! Mira también cuán
grande es la virtud y la dignidad del pontificado, pues hecho pontífice, aunque
indigno, Caifás profetiza sin saber lo que dice. La gracia no toca más que a la
boca, pero no llega al corrompido corazón.
San Agustín ut supra.
Caifás, pues, sólo profetizó de la nación judía, en la
que estaban las ovejas de que el mismo Señor había dicho ( Mt 15,2): "No
soy enviado sino a las ovejas que perecieron de la casa de Israel". Pero
el evangelista sabía que había otras ovejas que no eran de este redil, a las
cuales convenía conducir, y por eso añadió: "Y no solamente por la nación,
mas también para juntar en uno los hijos de Dios que estaban dispersos".
Esto se dijo de la predestinación, pues entonces no había ni ovejas ni hijos de
Dios.
San Gregorio Moralium 6, 13
Los perseguidores hicieron, pues, todo lo que
maliciosamente habían maquinado. Prepararon su muerte para arrancar la fe que
en El tenían los creyentes, pero la fe creció por los mismos medios que los
incrédulos habían empleado para extinguirla. No convirtió en obsequio de su
piedad, lo que la crueldad humana fraguó contra El.
Orígenes
Llenos de ira por las palabras de Caifás, decretaron
la muerte del Señor. "Y así, desde aquel día pensaron cómo le darían la
muerte". Y en verdad, si Caifás no profetizó por inspiración del Espíritu
Santo, fue otro espíritu el que pudo a la vez hablar por la boca de un impío y
excitar a sus camaradas contra Cristo. Mas el que ve aquí la inspiración del
Espíritu Santo, dirá que así como muchos para constituir su depravada doctrina,
se acogen a la palabra de las Escrituras dirigidas al bien general, así los
oidores de esta verdadera profecía pronunciada contra Cristo, no tomándola en
su verdadero sentido, se reúnen en consejo para dar muerte a Cristo.
Crisóstomo ut supra
Primero lo buscaban para darle la muerte, y ahora dan
la sentencia.
Notas
1. Según la definición del Concilio de Calcedonia (451): "ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado ( Heb 4,15); engendrado del Padre antes de todos los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad, y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo" ( Dz 148).
54-56 Por lo cual no se mostraba ya Jesús en público entre los
judíos, sino que se retiró a un territorio cerca del desierto, a una ciudad
llamada Efraím; y allí moraba con sus discípulos. Y estaba ya cerca la Pascua
de los judíos; y muchos de aquella tierra subieron a Jerusalén antes de la
Pascua, para purificarse. Y buscaban a Jesús, y se decían unos a otros estando
en el templo: "¿Qué os parece de que no haya venido a la fiesta?" Y
los príncipes de los sacerdotes y los fariseos habían dado mandamiento, que si
alguno sabía en dónde estaba, lo manifestara para prenderle. (vv. 54-56)
Orígenes In Ioannem tom.,28.
Después que los escribas y fariseos se juntaron para
condenar a muerte a Jesús, El, teniendo más cautela, no conversaba ya con los
judíos con tanta confianza. Y se retiró, no a una ciudad popular, sino a una
que estaba lejos y apartada. "Por lo cual no se mostraba ya Jesús en
público entre los judíos", etc.
San Agustín In Ioannem tract., 49.
No por defecto de su poder (el que, si hubiera
querido, le habría permitido hablar en público con los judíos y no le habrían
hecho nada); mas El dejó este ejemplo a sus discípulos, para enseñarles que no
hay pecado en que sus fieles se aparten de las miradas de los perseguidores y,
ocultándose, prefieran evitar el furor de los malvados, que sería más terrible
manifestándose en público.
Orígenes ut supra.
Porque no es digno de censura para el que confiesa a
Jesucristo el no evitar confusión en el momento del combate, y no rehusar la
muerte por defender la verdad. Es asimismo prudente no dar ocasión exponiéndose
a una prueba tan grande, no solamente por la incertidumbre del éxito de parte
nuestra, sino también para no dar ocasión a los otros para que hagan mayor su
impiedad y su perversidad. Porque si el que da ocasión de pecado, no se librará
del castigo merecido, ¿qué castigo no merecerá aquel que no evita el pecado del
perseguidor? El Señor no se fue solo. Antes bien, para no dar ocasión alguna a
los que lo perseguían, llevó consigo a sus discípulos. "Y allí moraba con
sus discípulos".
Crisóstomo In Ioannem hom., 64.
¿Qué impresión piensas que debió ser la de los
discípulos, viéndolo humanamente salvado, es decir, viéndolo buscar como hombre
un asilo que lo oculte y lo ponga a salvo de las manos de sus perseguidores?
Mientras que todos se regocijan y celebran fiesta, ellos se ocultan y corren
graves peligros; sin embargo, permanecen con El, conforme a aquellas palabras (
Lc 22,28): "Vosotros sois los que permanecisteis conmigo en mis
tentaciones".
Orígenes ut supra.
Místicamente hablando, debemos decir que Jesús andaba confiadamente en medio de los judíos, cuando el Verbo divino estaba entre ellos por la profecía. Mas apenas marchó de allí y el Verbo de Dios no estuvo más con los judíos "se retiró a un territorio cerca del desierto" ( Is 54,1). Los hijos de la mujer desierta, esto es, abandonada, son más numerosos que los de la desposada. Esta ciudad se llama Ephrem, que quiere decir fertilidad 1. Effraim fue hermano de Manasés, del antiguo pueblo entregado al olvido. Después que este pueblo fue relegado al olvido y abandonado, fue cuando surgió la abundancia de en medio de los gentiles. El Señor, abandonando a los judíos, vino a esta tierra del universo, a la Iglesia casi desierta, y cuyo nombre significa ciudad fecunda, y en ella permanece hasta ahora con sus discípulos.