jueves, 7 de marzo de 2024

“INCLINÁNDOSE HACIA ELLA, MANDÓ A LA FIEBRE, Y LA DEJÓ.” Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino

 


“INCLINÁNDOSE HACIA ELLA, MANDÓ A LA FIEBRE, Y LA DEJÓ.” Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino

 

Jueves de la III semana de Cuaresma

Comentarios al Evangelio

de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino

 

Lc 4, 38-39 Y saliendo Jesús de la sinagoga entró en casa de Simón. La suegra de Simón padecía recias calenturas, y le rogaron por ella. E inclinándose hacia ella, mandó a la fiebre, y la dejó. Y levantándose al momento, les servía. (vv. 38-39)
 

San Ambrosio

Después que San Lucas refirió que un hombre había sido librado del espíritu maligno, continuó refiriendo la curación de una mujer; el Señor había venido a curar a todos de uno y otro sexo, y debió curar primero al que fue creado primero. De aquí prosigue: "Y saliendo Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón".
 

San Crisóstomo, hom. 28, in Matth

Permanecía entre los discípulos, honrándolos y animando su celo.
 

San Cirilo, in Cat. graec. Patr

Mira cómo en casa de un hombre pobre permanece Cristo, que quiso sufrir la pobreza por nosotros, para que aprendamos a vivir con los pobres y a no despreciar a los necesitados y a los afligidos.

Prosigue: "La suegra de Simón padecía recias calenturas, y le rogaron por ella".
 

San Jerónimo, sup. Mat

En cuanto rogaban al Salvador, en seguida curaba los enfermos; dando a entender que también atiende las súplicas de los fieles contra las pasiones de los pecados, y les hace conocer lo que ellos no conocen de sus faltas. Las perdona sin que ellos las conozcan, según lo que se dice en el salmo: "¿Quién conoce los pecados? Señor, purifícame de mis delitos ocultos" ( Sal 18,13-14).
 

Crisóstomo, ut sup

Lo que San Mateo calló aquí no contiene una contradicción, o nada importa. El uno quería ser breve y el otro quería dar una explicación más completa. Prosigue: "E inclinándose hacia ella, mandó a la fiebre", etc.
 

San Basilio

San Lucas habla aquí en sentido figurado, como de un precepto hecho a un ser animado, pues dice que el Señor mandó a la fiebre, y la fiebre obedeció. Por lo cual sigue: "Y ella se levantó luego y les servía".
 

Crisóstomo, ut sup

Como la enfermedad era curable, dio a conocer su elevada potestad en el modo de curar, haciendo lo que no podía hacer la medicina. Después de la curación de la fiebre necesitan los enfermos mucho tiempo para recobrar su antigua salud; pero entonces se hizo todo a la vez.
 

San Ambrosio

Si examinamos esto con más elevación de miras, deberemos entender la salud del alma con la del cuerpo, de suerte que el espíritu contagiado de la malicia de la serpiente sea absuelto el primero. Además Eva no tuvo hambre antes que la tentase la malicia de la serpiente; y por tanto la medicina del Señor debió aplicarse primero contra el mismo autor del pecado. Acaso también la figura de aquella mujer acosada de varias calenturas, representa nuestra naturaleza, que desfallece oprimida por varias calenturas de los pecados, y no diré que la fiebre del amor sea menor que la del calor.
 

Beda

Si decimos que aquel hombre librado del demonio representa nuestra alma libre de todo pensamiento malo, deberemos añadir que aquella mujer, afectada por las calenturas y curada en virtud del poder de Dios, representa nuestra carne preservada del ardor de la concupiscencia por los preceptos de la continencia.
 

San Cirilo

Nosotros, pues, recibamos a Jesús, porque cuando nos visita y lo llevamos en nuestra memoria y en nuestro corazón, El extingue en nosotros el calor de las más enormes pasiones, y nos librará de ellas, para que le sirvamos, esto es, para que hagamos lo que El desea.

               

40-41          Y cuando el sol se puso, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades, se los traían. Y El, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. Los demonios salían de muchos, gritando y diciendo: "Que tú eres el Hijo de Dios": Y reprendiéndoles, no les permitía decir que sabían que El era Cristo. (vv. 40-41)
 

Teofilacto

Debe considerarse cuánto era el deseo de aquellas turbas, porque en cuanto el sol se ponía, le traían los enfermos, sin que les arredrase lo intempestivo de la hora; por lo cual dice: "Y cuando el sol se puso, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades, se los traían".
 

Orígenes, ut sup

Se los traían cerca de la puesta del sol, esto es, cuando había pasado el día, ya porque durante el día estaban ocupados en otras cosas, o ya porque creían que no era lícito curar en día de sábado. Pero Jesús los curaba; por lo cual sigue: "Y El, poniendo las manos sobre cada uno de ellos", etc.
 

San Cirilo, ut sup

Aunque como Dios hubiese podido curarlos a todos con una sola palabra, sin embargo, los toca, dando a entender que su carne tenía virtud bastante para remediar todos los males; porque era carne de un Dios. Así como el fuego colocado en un vaso de bronce le comunica su propio calor, así el Omnipotente Verbo de Dios, cuando se unió realmente al templo, animado e inteligente, tomado de la Virgen, le hizo participante de los efectos de su poder. Que nos toque también a nosotros; mejor aún, toquémosle nosotros a El, para que nos libre de las enfermedades del alma, de los ataques del demonio y de la soberbia. Prosigue, pues: "Y salían de muchos los demonios", etc.
 

Beda

Los demonios confiesan al Hijo de Dios; por eso después se dice: "Sabían que El era el Cristo". Cuando el demonio le vio fatigado por el ayuno, creyó que era un puro hombre; pero como no pudo triunfar en su tentación, dudó si sería Hijo de Dios; y ahora, por el poder de los milagros, comprende, o más bien, sospecha que es el Hijo de Dios. No persuadió a los judíos a que lo crucificasen porque creyera que no era el Hijo de Dios, sino porque no previó que él mismo sería condenado por su muerte.

Acerca de este misterio, oculto desde la eternidad, dice el Apóstol ( 1Cor 2,8), "que ningún príncipe de este mundo le ha conocido, porque si le hubieran conocido, nunca hubiesen crucificado al Dios de la gloria".
 

Crisóstomo, in Marc. hom 5

Y en esto que sigue: "Y los reñía, y no les permitía decir", etc., mira la humildad de Jesucristo, que no dejaba a los demonios inmundos publicar su poder. No convenía, pues, que ellos tuviesen la gloria de ejercer el oficio de los apóstoles, ni convenía que los misterios de Jesucristo fuesen publicados por medio de lenguas infernales.
 

Teofilacto

No es gloriosa la alabanza cuando procede de la boca de un pecador ( Eclo 15,9), o porque no quería Jesús encender la envidia de los judíos si era alabado por todos.
 

Beda

A los Apóstoles también se les manda callar, no fuera que, conocida la majestad divina, se dilatase la realización de la pasión.

               

42-44          Y cuando fue de día salió para irse a un lugar desierto, y las gentes le buscaban, y fueron hasta donde El estaba. Y le detenían para que no se apartase de ellos. El les dijo: "A las otras ciudades es menester también que yo anuncie el reino de Dios, porque para eso he sido enviado". Y predicaba en las sinagogas de la Galilea. (vv. 42-44)
 

Crisóstomo

Después que hubo dispensado muchos beneficios a los pueblos por medio de sus milagros, convenía que Jesús se marchase; porque los milagros parecen más grandes en ausencia del que los ha hecho; hablan más alto, y hacen veces de predicación. Por lo cual prosigue: "Y cuando fue de día salió para irse", etc.
 

Griego

Se fue a un desierto (como dice San Marcos) y oraba, no porque El necesitase de oración, sino para enseñarnos la manera de obrar bien.
 

Crisóstomo

Los fariseos, ante la elocuencia de los milagros, se escandalizaban del poder de Cristo; mas los pueblos, que oían la divina palabra, se conformaban con ella y seguían a Jesús. De aquí prosigue: "Y las gentes le buscaban", etc. No eran ni los príncipes ni los escribas, sino todos aquellos a quienes no había cegado el engaño de la malicia, y que tenían la conciencia limpia.
 

Griego

Respecto de lo que dice San Marcos, que los apóstoles habían venido a Jesús, diciéndole: "Todos te buscan", en lugar de lo que dice San Lucas: "Vinieron los pueblos", no hay contradicción entre ellos; pues los pueblos habían acudido a El siguiendo los pasos de los apóstoles. El Señor gozaba de verse así rodeado; pero ordenaba que le dejasen, para que otros fuesen participantes de su doctrina celestial, porque su permanencia sobre la tierra no había de ser duradera. Prosigue: "Y les dijo: A las otras ciudades es menester también que yo anuncie el reino de Dios", etc. San Marcos dice: "Para esto vino" ( Mt 1,38), manifestando así la grandeza de su divinidad y su voluntaria humillación. Y San Lucas dice: "He sido enviado para esto", manifestando el objeto de su encarnación, y llamando a su misión el beneplácito del Padre. Y aquél dice simplemente: "Para predicar", y éste añade: "el reino de Dios", que es el mismo Cristo.
 

Crisóstomo

Considera también que, aun permaneciendo en un mismo lugar, podía atraerlos todos a sí, y sin embargo no lo hizo, dándonos ejemplo para que andemos y busquemos a los que perecen, así como el médico busca también al enfermo. Con una sola alma que se salve por la mediación de otro, puede obtenerse el perdón de muchos pecados. Y de aquí prosigue: "Y predicaba en las sinagogas de la Galilea". Frecuentaba las sinagogas enseñando que El no era un seductor; porque si solamente habitara lugares desiertos, le hubieran acusado de conspirador.
 

Beda

Si el ocaso del sol es una figura mística de la muerte del Señor, la vuelta del día es el signo de su resurrección; el pueblo creyente lo busca por el resplandor de su luz. Después de haberle hallado en el desierto de las gentes, lo rodea para que no se vaya, especialmente siendo así que esto sucedía en el día siguiente al sábado, en el cual debía verificarse la resurrección.