sábado, 11 de abril de 2020

COMEREMOS LOS PANES AZIMOS DE LA SINCERIDAD. San Jerónimo

COMENTARIO AL EVANGELIO
San Jerónimo
VIGILIA PASCUAL

En una sola casa -dice la Escritura- comeréis esa carne asada al fuego, acompañándola de pan ázimo y hierbas amargas. No la comeréis cruda ni hervida al agua, sino asada al fuego (Ex 12,8ss). Se nos ordena comer panes carentes de levadura añeja de malicia y de maldad (1 Cor 5,8). Sobre ella advierte el Señor a sus discípulos también cuando dice: “Guardaos de la levadura de los fariseos” (Mt 16,6), aclarando a continuación que la levadura representa la perversa doctrina de los fariseos. Por tanto, nosotros, si queremos estar apartados de la doctrina de este mundo y vivir como ajenos a su palabrería, sometámonos también a las persecuciones y a las tribulaciones, y entonces comeremos, como dice el apóstol Pablo (1 Cor 5,8), los panes de la sinceridad y de la verdad. ¿Quieres, oyente, entender lo que estoy diciendo? Di la verdad, habla sinceramente, no te arredres ante la personalidad de nadie rico o poderoso. Aunque sea poderoso o noble el que cometa un pecado, repréndelo, y entonces comerás los ázimos de la sinceridad y de la verdad en la amargura. De ahí que el apóstol Pablo diga: “Diciéndoos la verdad me convierto en enemigo vuestro” (Gal 4,16); y de que un poeta declare en un proverbio de carácter profano: “La condescendía procure amigos; la verdad, en cambio, enemistad”. En cuanto a lo que a continuación se añade, es decir, que no comamos la carne del cordero ni cruda ni hervida al agua, quiere darse a entender con ello que no debemos interpretar las Sagradas Escrituras, representadas ciertamente por la carne del cordero, solo bajo el punto de vista histórico, como hacen los judíos, y tomarlas en crudo; ni tampoco debemos convertirlas en dogmas perversos al estilo de los herejes con sus alegorías y sus oscuras interpretaciones, ni debilitarlas quitándoles todo el jugo de la verdad y esparciendo sobre ellas unos rasgos de sombras y de apariencias, sino interpretarlas tal y como están escritas al pie de la letra, pero depurándolas nada menos que con el fuego del Espíritu Santo y explicando desde un punto de vista espiritual todo cuanto en el texto nos parezca incongruente y oscuro al leerlo literalmente.