martes, 2 de enero de 2024

3 DE ENERO. VIRTUDES PRINCIPALES QUE EJERCITÓ CRISTO EN SU CIRCUNCISIÓN

3 DE ENERO

VIRTUDES PRINCIPALES QUE EJERCITÓ CRISTO EN SU CIRCUNCISIÓN

 

MEDITACIONES PARA LA NAVIDAD Y EL TIEMPO DE EPIFANÍA

del P. Nicolás Avancini

 

ORACIONES PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

 

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Pater noster, Ave María y Gloria.

 

3 DE ENERO

VIRTUDES PRINCIPALES QUE EJERCITÓ CRISTO EN SU CIRCUNCISIÓN

 

1. La primera la obediencia. No estaba obligado a la ley, y se sujetó a ella. Y por cuanto la circuncisión era una protesta de sujeción a la ley toda, dio a entender que toda la aceptaba para guardarla, aunque fuese dificultosa. Si el Señor por tu causa recibió un yugo tan pesado, ¿por qué procuras echar de ti uno tan dulce como el de la regla religiosa? ¿Por qué le sacudes continuamente, cuando el fruto y provecho es tuyo? ¿Dirás que no te obligan a pecado? Antes por eso el yugo es más suave. Abrázale pues. ¿Eres cristiano? Mira de qué ley tan pesada te libró Jesucristo. Atiende a la noble y dulcísima de la gracia y de amor que te ha puesto. ¿Por qué te la haces tan difícil? ¿Cómo es para ti tan pesada? Porque impones el yugo fuerte del vicio, la carga insoportable de la maldad. Apártate ya, y no andes caminos tan dificultosos[1].

 

2. La humildad. La circuncisión era remedio del pecado original. Y era prueba de haberle contraído el circuncidarse. Cristo ni pecó ni pudo pecar: recibe, con todo, la divisa del pecado. ¡Oh, humildad de mi Dios! Pero ¡oh soberbia mía! Soy en la verdad pecador, y no quiero parecerlo. Aprenderé a confundirme por esto de buena gana, ni procuraré parecer otro del que soy.

 

3. La caridad, con que se adelantó por mí a las heridas: Mi amor no le compelió a glorias y delicias, sino, a llagas y sangre: y esto en la infancia misma. ¡Oh! ¡qué tarde yo le amé! Mas ¡qué tibiamente, aún ahora le amo; pues rehúso dar pruebas del amor que le tengo, padeciendo cosas ásperas y duras!

 

ORACIONES PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma y la de todos los que en este tiempo se preparan para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.



[1] Sap., 5.