martes, 30 de mayo de 2023

DÍA DE PREPARACIÓN. INVITACIÓN DEL CORAZÓN DE JESÚS A TODOS LOS CORAZONES

DÍA DE PREPARACIÓN. INVITACIÓN DEL CORAZÓN DE JESÚS A TODOS LOS CORAZONES

 

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

DIA DE PREPARACIÓN

Invitación del Corazón de Jesús a todos los corazones

 

Composición de lugar. Represéntate a Jesús, que mostrándote su Corazón abrasado te dice: Venid a mí, aprended todos de mí.

 

Petición. Dame un corazón dócil, Jesús mío, para oír tu voz y practicar tus enseñanzas.

 

Punto primero. No hay imágenes ni más bellas, ni más interesantes, ni más encantadoras en todos los Libros Sagrados que las dos que nos ofrece el Nuevo Testamento. La primera es la de Jesucristo, que nos dice lleno de amor, de dignación, de compasión y de ternura: Venid a mí todos los que andáis trabajados y yo os consolaré, os confortaré; venid a mí todos y aprended de mí, porque soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso, paz para vuestras almas. Venid todos, y aprended de mí a ser felices... Dieciocho siglos va repitiendo de continuo al corazón de todos los mortales el buen Jesús esta invitación amorosa: Venid todos a mí, aprended todos de mí... Y ¿quién hay que no haya oído resonar, no una, sino muchas veces, esta voz amiga, voz de Padre y de Dios en su corazón? Venid a mí, dice, vosotros especialmente que padecéis, que trabajáis, que andáis cargados con el peso de la tribulación; venid a mi corazón, que hallaréis compasión para todas vuestras miserias, remedio para todos vuestros males, fortaleza para vuestros desmayos, victoria para vuestras tentaciones, felicidad y paz y gozo en el Espíritu Santo en ese miserable destierro para vuestros corazones. Venid a mi corazón herido y abierto por vuestro amor, y hallarán descanso vuestras almas combatidas con tantas contradicciones y por tantos enemigos. Todos debéis venir a mí, dice Jesús, y cuanto más miserables más derecho tenéis a ser recibidos, a ser escuchados, a ser remediados; porque yo soy el padre de los pobres, y os he llamado para socorreros; pero venid con confianza dehallar remedio a todos vuestros males, porque yo soy la fuente de todo bien; venid con presteza, porque mi corazón lo ansía, y deseo más haceros bien que vosotros recibirlo. Venid, pues, corazones de los cristianos, y vayamos, vayamos al Corazón de Jesús todos, todos. Ni uno solo rehúse tan divina invitación, porque contristaría a tan noble y divino corazón, al corazón del rey de cielos y tierra. Vayamos los pecadores al Corazón de Jesús para hallar el perdón: vayan las almas justas para santificarse más. Vayan los niños y almas inocentes para conservar su pureza. Vayamos, en fin, todos al Corazón de Jesús: grandes y pequeños, ricos y pobres, nobles y plebeyos, porque a todos nos llama el buen Jesús con infinito amor. Y tú, corazón amantísimo de Jesús, recíbenos a todos, pues a todos nos has llamado. Súfrenos a todos, porque a todos nos has redimido, y haznos dignos de escuchar tus lecciones y aprender tu doctrina e imitar tus virtudes, y de vivir y morir abrasados en tu amor. Amén.

 

Punto segundo. La segunda imagen encantadora sobre toda ponderación nos la da el discípulo amado del Corazón de Jesús, el Evangelista san Juan, cuando nos presenta al dulcísimo Jesús en pie a las puertas de nuestro corazón y llamando. "Yo estoy de pie a la puerta, y llamo". Si viésemos al hermosísimo Jesús parado ante una persona, de día y de noche, sufriendo los ardores del sol en verano y los rigores del frío en invierno, y la lluvia, y el viento, y el relente y la escarcha, y le preguntásemos: ¿Qué hacéis aquí parado tantas horas día y noche, oh buen Jesús?... ¿No es verdad que nos sorprendería ver tal cuadro? ¿Pues cuánto más nos sorprendería si Jesús nos respondiese: Me preguntas qué hago, alma cristiana? Pues estoy aquí llamando a la puerta de este corazón y esperando que me abra, para entrar en él, y hacerlo rico y feliz con todas las riquezas y dones del divino amor... Y ¿cuánto tiempo que estáis llamando y esperando?

 

-A este corazón ha más de un año, a este otro más de veinte, a este más de cincuenta... - ¿Y no os abren? ¿Y no os cansáis de esperar? ¿Y no os marcháis al ver tanta descortesía e ingratitud? - No, dice Jesús. Espero y vuelvo a esperar, porque mi amor es eterno. En caridad perpetua te amé. - ¡Oh mi adorado Jesús! verdaderamente nos amáis hasta el fin, hasta el exceso del amor. No parece, Señor mío, sino que aquí se han trocado los papeles, esto es, que vos sois hombre, y el hombre es Dios, y que no podéis ser feliz sin su amor. ¡Oh Dios mío! solo nuestra ingratitud y desvío parece exceder a vuestro amor, pues a pesar de veros tan enamorado de nosotros no os amamos, no correspondemos a vuestro amor. A lo menos, pues, amor mío, concededme que yo os ame, que os abra siempre las puertas de mi corazón, que corresponda fielmente a vuestras invitaciones, y que mi corazón y mi amor sean siempre vuestros en vida, y en muerte y por toda la eternidad. Amén.

 

Afectos. ¡Oh Jesús mío! también el mundo, el demonio y mi concupiscencia me gritan: Ven a mí, ven y te coronaremos de rosas y serás feliz, siendo rico, poderoso, vano y falso. Mas ¡ay! Señor, son padres de la mentira los que esto me ofrecen, y sé que sus ofertas son mentira son tormento y desgracia. Demasiado lo sé por experiencia, porque cuantas veces he seguido la voz del mundo, del demonio, del pecado, otras tantas veces ha huido la paz de mi corazón. Mas vos sois, Jesús mío, Dios de verdad, Dios de mi corazón, y al venir a vos, al descansar en vos, he hallado siempre paz, gozo, reposo perfecto del alma, completa felicidad. Súfreme, pues, Jesús mío, ya que me llamaste, ahora que vengo a ti. No me deseches aunque te lleve un corazón herido por el mundo y por el pecado, porque ya está desengañado de sí, y confieso que solo tú tienes paz para este corazón, que es tuyo porque lo criaste, que es tuyo porque lo redimiste, tuyo porque lo santificaste. Sea, pues, tuyo eternamente por amor: aquí por lumbre de fe y allá por lumbre de gloria, que me sacie enteramente. Tú solo tienes palabras de vida eterna, Jesús mío de mi corazón. Tú solo tienes obras de virtud, de gracia y de gloria. Guarda, pues, lo que es tuyo, y salva a tu siervo, que redimiste con tu preciosa sangre. Amén.

 

Jaculatoria. Yo siempre os amaré, y vos siempre me amaréis. Espero, oh Jesús mío, amaros siempre y por toda la eternidad. Amén.

 

Práctica. Traer examen particular este mes de no resistir a las invitaciones del Corazón de Jesús.

 

EJEMPLO

 

Santa Gertrudis fue devotísima del Divino Corazón de Jesús. Cada día le honraba recitando una fervorosa oración. Buscó cómo tener siempre unido su corazón al corazón amoroso de Jesús, y un día orando delante de una imagen de Jesús Crucificado vio salir de la llaga del costado un rayo de vivísima luz, que penetró en su interior y le vació de todo afecto terreno. Vio una vez este Sagrado Corazón oprimido de indecible angustia, y en otra ocasión, rogando la librase de las distracciones que le impedían orar con devoción, súbitamente fue consolada. Se le apareció Jesús, mostrándole su Corazón le dijo: "He ahí mi Corazón, la delicia de la Santísima Trinidad; yo te lo presento en sustitución de lo que te falta". Este Corazón dulcísimo era el objeto de su amor, de sus pensamientos y de sus palabras, hasta llegar a hablar de él con los santos. Favorecida un día con la aparición de san Juan Evangelista, le preguntó: ¿Por qué habiendo reposado sobre el pecho del Salvador en la última noche de la cena no había escrito nada para nuestro aprovechamiento de lo que sentía este Corazón Divino? A lo que respondió el santo con estas memorables palabras: "Yo fui encargado de manifestar a la Iglesia naciente la palabra del Verbo encarnado de Dios Padre, pero la suavidad de los movimientos de aquel corazón deífico se reservó para los últimos tiempos, a fin de enardecer la caridad tan sensiblemente resfriada entre los cristianos". Estos tiempos son los nuestros sin duda. Encendamos nuestro corazón en amor con la devoción al Corazón de Jesús.

 

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.