miércoles, 31 de mayo de 2023

DÍA 1. UN MES EN LA ESCUELA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. San Enrique de Ossó

DÍA 1. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS EN EL PRIMER INSTANTE DE SU UNIÓN HIPOSTÁTICA CON EL VERBO ETERNO

 

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

DIA PRIMERO

Sentimientos del Corazón de Jesús en el primer instante de su unión hipostática con el Verbo Eterno.

 

Composición de lugar. Pondera el asombro del alma de Cristo al verse unida al Verbo conociéndole y amándole como comprensor.

 

Petición. Jesús mío, dadme a sentir, pensar, amar y obrar en todas las cosas como vos queréis de mí.

 

Punto primero. Pondera, alma mía, lo que sentiría el alma de Cristo al informar su cuerpo y su corazón en el primer instante de ser criada y unida al Verbo. ¡Qué sentimientos de adoración, asombro, gratitud, anonadamiento al verse elevada a la más grande dignidad y unión con la Divina Esencia!

 

Un momento antes no era nada esa alma, y un momento después lo es todo. Hay unión con Dios por naturaleza, por gracia, por gloria, por hipóstasis.

Esta es la más excelente, porque compenetra todo el ser de la criatura racional, el ser humano, y lo hace digno de la adoración debida a Dios, de latría. ¡De la nada al ser, y del ser a ser otro Dios! ¿Quién podrá comprenderlo? ¡Cómo amaría Cristo a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con toda su mente, con todas sus fuerzas! ¡Y desde el primer instante! ¡Oh! es el único corazón, pues es el corazón de Dios, que cumple con toda perfección tan máximo mandamiento. Considéralo en silencio. Nada había en Cristo que retardase las avenidas de este infinito amor. Nada había en Dios, que le pusiese término, pues lo creó expresamente para unirlo a la persona de su Hijo hipostáticamente. Dios mío, exclamó Jesús en este primer instante, me has dado este cuerpo, este corazón, esta alma para que te ame, te adore, te sirva, te desagravie. Tu voluntad está en medio de mi corazón. Deus meus, volui: Dios mío, quiero lo que Tú quieres, como Tú lo quieres, porque Tú lo quieres. ¡Oh alma mía! más es para admirar y ponderar en silencio este instante precioso, el primero y el único que ha habido en el mundo en que un corazón ha amado a Dios cuanto merece ser amado. Bendito seáis, Dios mío, oh Padre Eterno, porque desde este instante ya tenéis un corazón en quien complaceros plenamente... bendito seas. Dadme que imite al corazón de Cristo amándoos con todo mi corazón, con todas mis fuerzas hasta el último instante de mi vida. Amén.

 

Punto segundo. Y tú, corazón mío, ¿cómo has cumplido y cumples este máximo mandamiento de amar a Dios con todas tus fuerzas?

 

A semejanza de Cristo Jesús, desde el primer instante que tuviste uso de razón ¿te convertiste a Dios con un acto de amor? Desde el instante que le conociste ¿le amaste, le adoraste, le diste gracias como debías? Éste era tu deber máximo... Y si no lo cumpliste, y robaste a Dios las primicias del amor de tu corazón, pecaste mortalmente. A lo menos cuando reflexionaste sobre tu fea conducta ¿te encomendaste, te dirigiste a Dios? Dime ¿cuántos actos de amor a Dios has hecho?, ¿cuántos haces?, ¿cuántos piensas hacer? Sábete que para esto has sido criado, para esto tienes un corazón, para eso te ha honrado Dios con su amistad y prevenido con tantos beneficios, y rodeado de tantas gracias y adornado de tantos dones. ¿Qué has hecho, pues, para probar a Dios tu amor? ¿Qué has hecho por Cristo tu Redentor? ¿Qué haces por Cristo? ¿Qué piensas hacer? Reflexiónalo seriamente... Propón y enmiéndate. Ama a Dios con todo tu corazón. Ama a Jesús sobre todas las cosas. Si no le amaste antes como debías, procura con todo ahínco amarle y reparar el tiempo perdido en el desamor de tu Dios y principal bienhechor. ¡Oh Corazón de mi Jesús! o amarte o morir por tu amor, porque la vida sin tu amor es peor que mil muertes pesadas.

 

Afectos. ¡Dios mío, Jesús mío, amor mío! o amarte o morir, o mejor amarte para no morir eternamente, pues la vida sin tu amor es más bien una muerte pesada, porque donde estás tú, oh mi Jesús, allí está el cielo, y donde tú no moras allí está la muerte y el infierno. ¡Oh Dios eterno de infinita majestad, hermosura y belleza! ¿Qué es el hombre para que así tú le ames y le mandes que te ame, y que si no te ama le amenazas con eterna miseria, con la más grande miseria? ¿Por ventura puede escogitarse ni haber miseria mayor que el no amarte? ¡Ah! ¡Sí, Dios mío, bien único mío, amor infinito mío! Otra miseria mayor hay que el no amarte, y esta es el no poderte amar. De esta me libraste con tu infinita misericordia y clemencia, y esta es la mayor prueba de tu amor hacia mí. ¡Oh Dios de bondad! ¿Qué sería de mí ahora, en este momento, si me hubieses quitado la vida en el primer instante que debía amarte y no te amé? Penaría, rabiaría, me desesperaría y te aborrecería: no te amaría ni ya jamás, jamás, jamás, como los réprobos, te podría amar...

 

Gracias infinitas te doy por tan infinita misericordia. Castigadme con toda clase de penas menos con esta de no amaros de no poderos amar. Prestadme, corazón de Jesús mío, los ardores de vuestro amor para reparar las quiebras en vuestro amor. Que jamás diga, Jesús mío, como los réprobos: Yo soy aquel infeliz que ya no puedo amar a Dios; sino que eternamente repita en la mansión del amor: Os amo, Jesús mio, con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas. Amén.

 

Jaculatoria. Oh hermosura siempre antigua y siempre nueva, ¡Cuán tarde os conocí!,

¡cuán tarde os amé!

 

Práctica. A ejemplo de la seráfica virgen mi madre, santa Teresa de Jesús, no dejaré pasar día sin hacer por lo menos cincuenta actos de amor de Dios.

 

EJEMPLO

 

Asistiendo un día santa Matilde al Santo Sacrificio de la misa, y oyendo leer en el Evangelio la triple interrogación que hizo Jesús a san Pedro para probar si correspondía a su amor, sintió encendido su corazón en deseos vehementísimos de amor al Salvador, y fue súbitamente arrebatada en éxtasis, pareciéndole ver a Jesús que le decía: "De la misma manera te pregunto a ti, y respóndeme según la verdad de tu conciencia: ¿Hay alguna cosa en el mundo que tú ames, y que si en tu mano estuviese la dejarías por amor a mí?" A lo que contestó la santa: "Vos sabéis, Señor, que si todo el mundo fuese mío, yo lo abandonaría de buen grado por vuestro amor". Habiendo el Señor aceptado como si en realidad se lo hubiese ofrecido, preguntole de nuevo: "¿Soportarías por amor mío cualquier trabajo que la obediencia te impusiese?" y contestó: "Sí, amado Señor, con vuestra gracia soportaré todo trabajo por vuestro amor". Por fin, le preguntó si estaba pronta a buscar y amar el padecer por su amor, a lo que contestó inmediatamente: "Estoy dispuesta y preparada a sufrirlo todo por vos con ánimo varonil". Entonces el Señor le aseguró había aceptado sus fervientes deseos como si hubiesen sido puestos por obra.

 

¿Qué responderíamos nosotros si el buen Jesús nos interrogase de esta manera? ¿En qué podemos demostrarle nuestro amor?

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.