Comentario al Evangelio
San Jerónimo
II domingo de Adviento
«Después que Juan fue entregado,
marchó Jesús a Galilea». El domingo pasado decíamos en nuestra explicación que
Juan se identifica con la ley y Jesús con el Evangelio. Juan, en efecto, dice:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no soy digno de desatarle,
inclinándome, la correa de sus sandalias». Y en otro lugar: «Es preciso que él
crezca y que yo disminuya» . Aquí establece una comparación entre la
ley y el Evangelio. Y dice
también: «Yo os bautizo con agua», esto es la ley, «pero él os bautizará con
Espíritu Santo, esto es el Evangelio. Vino, por ello, Jesús, porque Juan había
sido encarcelado. La ley ha sido encarcelada y ya no goza de su antigua
libertad, pero de la ley hemos pasado al Evangelio. Fijaos bien en lo que dice:
«Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea». No a Judea, ni a
Jerusalén, sino
a la Galilea de los gentiles. «Marchó
Jesús a Galilea». Galilea significa en nuestra lengua cataquilioté (llanura
circular). Pues antes de la venida del Salvador no había allí nada elevado,
antes bien todo lo que arrastra hacia abajo: pululaban allí la lujuria, la
suciedad, la impureza y los vicios inmundos. Predicando el Evangelio del reino
de Dios. En cuanto puedo recordar, del reino de los Cielos no he oído hablar
nunca, leyendo la ley, leyendo los profetas o leyendo el salterio, sino sólo en
el Evangelio. El reino de Dios ha quedado abierto sólo después de que haya
venido aquel que dijo: «El reino de Dios está dentro de vosotros».
«Predicando el Evangelio del
reino de Dios». «Desde los días de Juan el Bautista, el reino de los cielos
sufre violencia y los violentos lo arrebatan». Antes de la venida del Salvador
y de la luz del Evangelio, antes de que Cristo, acompañando al buen ladrón,
abriese la puerta del paraíso, todas las almas de los santos eran conducidas a
los infiernos. Como dice Jacob: «Llorando y gimiendo bajaré a los infiernos».
Si Abraham fue a los infiernos, ¿quién no irá allí? 17. En la ley, Abraham va a
los infiernos, en el Evangelio, el ladrón va al paraíso. No desdeñamos a
Abraham, en cuyo seno deseamos todos descansar, mas preferimos Cristo a
Abraham, preferimos el Evangelio a la ley. Leemos que después de la
resurrección de Cristo muchos santos se aparecieron en la ciudad santa. Nuestro
Señor y Salvador predicó no sólo en la tierra, sino también en los infiernos.
Por esto murió y por esto descendió a los infiernos, para liberar las almas que
allí habían sido encarceladas.
Predicando el Evangelio del reino
de los Cielos y diciendo: se ha cumplido el tiempo de la ley, llega el comienzo
del Evangelio, el reino de Dios está cerca. No dijo: ya está presente el reino
de Dios, sino el reino de Dios está cerca. Antes de que yo padezca y derrame mi
sangre, no será inaugurado el reino de Dios. Por tanto, está cerca, porque yo
aún no he padecido. Convertíos y creed en el Evangelio: no en la ley, sino en
el Evangelio; mejor aún: por la ley en el Evangelio, tal como está escrito: «de
fe en fe». La fe en la ley corroboró la fe en el Evangelio.