Comentario al Evangelio
San Jerónimo
III domingo de Adviento
Conforme está
escrito en Isaías el profeta: Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha
de preparar tu camino. Conforme está escrito en Isaías. En cuanto soy capaz de
recordar y buscar en mi mente, repasando con la máxima atención tanto la
traducción de los setenta, como los mismos textos hebreos, nunca he podido
encontrar que esto esté escrito en el profeta Isaías. Lo de: «Mira, envío mi
mensajero delante de ti», está escrito, sin embargo, al final del profeta
Malaquías, ¿cómo es que el evangelista Marcos dice aquí «conforme está escrito
en el profeta Isaías?» Los evangelistas hablaban inspirados por el Espíritu
Santo. Y Marcos, que esto escribe, no es menos que los demás. En efecto, el
apóstol Pedro dice en su carta: «Os saluda la elegida como vosotros, así como
mi hijo Marcos». ¡Oh apóstol Pedro, tu hijo Marcos, hijo no según la carne,
sino según el espíritu, instruido en las cosas espirituales, ignora esto! Y lo
que está escrito en un lugar, lo asigna a otro. «Conforme está escrito en el
profeta Isaías: Mira, envío mi mensajero delante de ti». Porfirio, aquel impío,
que escribió contra nosotros y que vomitó su rabia en muchos libros, se ocupa
de este pasaje en su libro decimocuarto, y dice: «Los evangelistas fueron
hombres tan ignorantes, no sólo en las cosas del mundo, sino incluso en las
divinas Escrituras, que lo escrito por un profeta lo atribuyen a otro». Esta es
su objeción. ¿Qué le responderemos nosotros? Gracias a vuestras oraciones me
parece haber encontrado la solución. Conforme está escrito en el profeta
Isaías. ¿Qué es lo que está escrito en el profeta Isaías? «Voz que clama en el
desierto: Preparad el camino del señor, enderezad sus sendas».
Esto es lo que
está escrito en Isaías. Ahora bien, esta misma afirmación se halla expuesta más
ampliamente en otro profeta. El evangelista mismo dice: Este es Juan el
Bautista, de quien también Malaquías dijo: «Mira, envío mi mensajero delante de
ti, el que ha de preparar tu camino». Por tanto, lo que dice que está escrito
en Isaías, se refiere a este pasaje: «Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas». Para probar que Juan era
el mensajero, que había sido enviado, no quiso Marcos recurrir a su propia
palabra, sino a la profecía del profeta. Apareció Juan bautizando en el
desierto, proclamando un bautismo de conversión... Juan apareció: nuestro Dios
existía. Lo que apareció, dejó de ser y, antes de aparecer, no existió. Por el
contrario, el que existía, existía antes y existía siempre y nunca ha tenido
principio. Por ello, de Juan el Bautista se dice apareció, esto es, egueneto,
mientras del Señor y Salvador se dice existía. Cuando se dice existía significa
que no tiene principio. Él mismo es el que dijo: «El que me ha enviado»: pues
el ser no tuvo principio.
Apareció Juan en
el desierto, bautizando y predicando. En el desierto apareció la voz que tenía
que anunciar al señor: otra cosa no debía proclamar sino la venida del
Salvador. Apareció Juan en el desierto.
¡Feliz innovación: abandonar a los hombres, buscar a los ángeles, dejar las ciudades y encontrar a Cristo en la soledad! Apareció Juan en el desierto, bautizando y predicando: bautizaba con su mano, predicaba con su palabra.