viernes, 1 de noviembre de 2019

LA FELICIDAD DE LOS SANTOS. San Juan Bautista de la Salle



MEDITACIÓN PARA LA FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
San Juan Bautista de la Salle
1 de noviembre

La felicidad de los Santos es cosa tan excelente y tan por encima de las ideas humanas, que san Pablo, al hablar de ella dice: Ni ojo alguno vio, ni oído oyó ni pasó al hombre por pensamiento cuáles cosas tiene Dios preparadas para aquellos que le aman. Es, dice, la sabiduría recóndita de Dios, la cual preparó antes de los siglos para gloria nuestra (1).
Efectivamente, la sabiduría eterna, que está en sí misma llena de gloria y de majestad, y que constituye todo el esplendor y felicidad de los santos, permanece oculta para nosotros en esta vida, y solo mediante la fe podemos conocerla. Únicamente en la Gloria nos será dable contemplar a Dios sin velo y a cara descubierta:
Sabemos, sí, dice san Juan, que cuando se manifieste claramente Jesucristo, seremos semejantes a El en la gloria, porque le veremos como El es (2). ¡Qué ventura para los Santos ser semejantes a Dios por la participación de su naturaleza y de sus divinas perfecciones! (3).
Allí está verdaderamente Dios en sus Santos por cierta sagrada comunicación de lo grande que hay en Él. Y los Santos están en Dios, porque el ser de ellos se halla totalmente penetrado de Dios, en forma que no pueden pensar sino en Él ni amar más que a Él.
Rendid, pues, en este día tributo de honor a los Santos; pero sea en Dios, porque en El es donde los hallaréis a todos. Admirad cuán sin medida es la felicidad que gozan en el cielo y cuán deslumbrante es la gloria que reciben. Y pedidles que os obtengan de Dios la gracia de entrar a la parte con ellos en su posesión, después de la muerte.
Por mucha que sea vuestra esperanza de participar en la gloria de los Santos, quedaría sin efecto alguno, si no trabajaseis por llegar a ser santos, utilizando los medios a que ellos acudieron para conseguirlo.
Ellos, dice san Pablo, sostuvieron recios combates en las diferentes aflicciones que padecieron: sirvieron, explica, de espectáculo al mundo por las injurias y malos tratamientos llevaron con alegría el ser despojados de sus bienes, considerando que tenían un patrimonio más excelente y duradero (4).
En otra parte añade: Sufrieron asimismo escarnios y azotes, además de cadenas y cárceles. Fueron unos apedreados, otros aserrados o muertos a filo de espada; otros anduvieron errantes de acá para allá, cubiertos de pieles de oveja y de cabra; desamparados, angustiados, maltratados; otros, al fin, de los cuales el mundo no era digno, yendo perdidos por las soledades, por los montes, y recogiéndose en las cuevas y en los antros de la tierra (5).
Ninguno de estos Santos, aun atormentados de diversas maneras, quiso redimir la vida presente, para asegurar así otra mejor en la resurrección (6).
Todo lo que precede es de san Pablo, el cual, valiéndose de expresiones admirables, describe los distintos medios de que los Santos se sirvieron para conseguir la gloria que poseen. Y continúa: Ya que estamos rodeados de tan grande nube de testigos, descarguémonos de todo el peso que nos tiene ligados y nos impide elevar nos al cielo. Corramos mediante la paciencia por la senda que se nos propone (7), la sola que nos conduce a la felicidad de los Santos; pues, como termina el mismo Apóstol, únicamente las aflicciones nos producen el peso eterno de gloria que nos está destinado en la otra vida (8).
Suspirad, pues, a diario por los padecimientos, como hicieron muchos Santos, esperando y anhelando ser revestidos un día, como ellos, de la inmortalidad en la gloria.
Lo que animó a los Santos a padecer hasta tales extremos por gozar más tarde la bienaventurada eternidad, fue el ejemplo del Salvador. Como dice san Pablo: Estaban persuadidos de que habían de llevar siempre en su cuerpo la mortificación de Jesucristo, a fin de que la vida de Jesús se manifestase también en sus cuerpos mortales (9); y de que resucitará también a sus elegidos quien resucitó a Jesús, y hará que estén todos en su presencia (10).
Fundados en esa misma confianza, dice asimismo el Apóstol, que preferían ser separados del cuerpo para gozar de la vista del Señor (11). Por eso, toda su ambición era serle agradables, pues estaban convencidos de que así como aquellos que Dios tiene predestinados deben ser conformes a la imagen de su Hijo, y tomarle por modelo de su vida (12); así todos también comparecerán ante el tribunal de Jesucristo para que cada uno reciba el galardón debido a las buenas o malas obras que haya hecho, mientras ha estado revestido de su cuerpo (13).
Ved por qué los Santos, mientras moraban en su cuerpo mortal como en tienda de campaña, gemían agobia dos debajo de su pesantez, pues querían que la vida absorbiese lo que había de mortalidad en ellos (14).
Tomad, pues, a Jesucristo por modelo, y suspirad, como hicieron los Santos, por la felicidad de que al presente gozan en el cielo, no poniendo, como enseña san Pablo, vuestra mira en las cosas visibles, sino en las invisibles, porque las que se ven son transitorias, mas las que no se ven son eternas (15).