jueves, 30 de mayo de 2019

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR, NUESTRA GLORIA. San Juan Bautista de la Salle



MEDITACIÓN PARA LA FIESTA DE LA ASCENSIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
San Juan Bautista de la Salle  
Jesucristo no vino al mundo más que a darnos la Ley nueva y a obrar los misterios de nuestra redención; por eso, una vez satisfechas plenamente todas las funciones de su ministerio como legislador y redentor de los hombres, nada le detenía ya en la tierra.Y hasta parece que su permanencia en el mundo implicaba cierta situación violenta, pues el centro de su Cuerpo glorioso eran los Cielos y, su lugar, la derecha del Padre (1).A pesar de todo, el trato que aún debía mantener con los hombres, le obligaba a velar el brillo de su gloria en sus apariciones. 
Apartados del siglo como estáis vosotros, debéis vivir desasidos en absoluto de todas las inclinaciones humanas, que propenden exclusivamente a la tierra; con el fin de aspirar sólo al cielo y tener elevado de continuo vuestro espíritu y corazón hacia él. Porque nacisteis para el cielo; sólo por el cielo debéis trabajar, y no hallaréis perfecto descanso más que en el cielo. 
Este es el día en que deja Jesucristo la tierra para elevarse a los cielos; " allí ha establecido y fijado su morada para siempre " (2).
Allí se presta hoy su santísima Humanidad a ser adorada por todos los ángeles, y por todos los justos que han entrado en la gloria con Él para tomar posesión de la felicidad eterna.
Adorad con todos los bienaventurados esta sagrada Humanidad, a la que ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (3); uníos allí a todos ellos para mostrarle vuestra gratitud y reverenciarla cuanto se merece; reconoced que en ella, según dice san Pablo, se hallan todos los tesoros de la ciencia y de la sabiduría de Dios (4). De ella, como de fuente, saca el Salvador todas las gracias que derrama sobre aquellos hombres que por sus buenas obras y su piedad se hacen merecedores de recibirlas.
¿Cuándo podréis decir vosotros con san Esteban que veis los cielos abiertos y a Jesucristo, que está allí dispuesto a comunicaros sus gracias? (5). Pedidle, sobre todo, la de no ocuparos ya más que en las cosas de arriba.
Reconoced que la subida de Jesucristo al cielo supone para vosotros ventaja singularísima; pues de allá proceden todos los dones que han de enriquecer y hermosear vuestra alma.
Porque, efectivamente, en virtud de la potestad que hoy recibe Jesucristo sobre todas las criaturas, tanto del cielo como de la tierra, se muestra El liberal con los hombres: en cuanto " cabeza suya " (6), les da parte en la vida de la gracia, cuya plenitud El posee; y en su calidad de mediador (7), presenta vuestras oraciones y buenas obras a Dios su Padre, e intercede El mismo por vosotros para alcanzaros la divina misericordia e impedir que se descargue su ira cuando le ofendáis.
Proclamad, pues, con san Agustín, que la Ascensión de Jesucristo constituye vuestra gloria, el motivo de vuestra esperanza y la prenda de vuestra felicidad. Haceos merecedores de tener a Jesucristo por vuestro Soberano, vuestra Cabeza y vuestro Mediador en el cielo.