domingo, 19 de mayo de 2019

BENEFICIOS DE LAS PENAS INTERIORES Y EXTERIORES. San Juan Bautista de la Salle

De los provechos que nos acarrean las penas interiores y exteriores.
MEDITACIÓN PARA EL DOMINGO CUARTO DESPUÉS DE PASCUA 
San Juan Bautista de la Salle 

Cuando Jesucristo anunció a los Apóstoles que regresaba al que le había enviado, sus corazones se llenaron de tristeza (1).
La presencia del Maestro constituía para ellos todo su consuelo y su sostén; de ahí que se afligieran profundamente al oír que se verían pronto privados de ella. Se persuadían de que, al faltarles visiblemente Jesucristo, quedaban sin su apoyo, del que les parecía imposible prescindir. Por no haber recibido aún el Espíritu Santo, vivían apegados a lo sensible, sin elevarse más allá de lo que alcanzaban sus sentidos.
Cuando se deja el mundo, cuando - al dejarlo - se renuncia a los placeres de los sentidos, ocurre a veces, que tal renunciamiento se hace por puro gusto y por mero atractivo sensible hacia Dios y hacia las cosas divinas, el cual produce contento incomparablemente superior al de los sentidos. De modo que es un placer mayor el que mueve a privarse gustoso de otro mucho más pequeño; esto prueba que no se ha llegado aún al total desasimiento.
Pedid instantemente a Dios ese cabal desapego de lo sensible, para no aficionaros más que a Él solo, en quien se asienta toda la felicidad, tanto en la vida presente como en la futura.
Viendo Jesucristo que los Apóstoles se apenaban al oírle decir que pronto se alejaría de ellos, les dio a entender que " les era conveniente su partida " (2).
Quienes se han dado a Dios creen a menudo que la presencia sensible del Señor es lo único capaz de mantenerlos en la vida piadosa y que, si cayeren alguna vez en sequedades y penas interiores, degenerarían totalmente del grado de santidad a que Dios los había levantado; o les parece que al perder cierto gusto a la oración, y la facilidad para dedicarse a ella, todo está perdido, y Dios los ha desamparado por completo. Desolados interiormente, imaginan cerradas para ellos todas las sendas que conducen a Dios.
Ha de decírseles en tal coyuntura lo de Jesucristo a sus Apóstoles: que conviene se retire sensiblemente Dios de ellos y que, si soportan de buen grado la prueba, redundará en verdadera ganancia lo que ellos consideran pérdida.
La razón principal de que Jesucristo diga a sus Apóstoles que les conviene su partida del mundo es que, si El no se fuere, el Espíritu Consolador no vendría sobre ellos; mientras que, yéndose Él, se lo enviará (3)
Aprendamos de aquí que, algunas veces, es más provechoso verse privado de consuelos espirituales que gozar de ellos; porque, cuanto más desasido se hallare uno de lo que agrada a los sentidos, mayores facilidades encontrará para llegarse a Dios puramente, y con total desapego de todo lo criado. Entonces es cuando, en efecto, el Espíritu de Dios desciende al alma y la colma de sus gracias.
No os lamentéis, por tanto, en lo sucesivo, si os viereis desolados, ya interior, ya exteriormente; tened por cierto que cuanto más afligidos os sintiereis, tanta mayor facilidad experimentaréis para pertenecer de todo punto a Dios.