Santo Rosario
Por la señal…
Señor mío Jesucristo…
MISTERIOS GLORIOSOS
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
Cuenta sor Lucía: “Fuimos bañados por una luz celestial que parecía venir directamente de
sus manos. La realidad de esta luz penetró nuestros corazones y nuestras almas,
y sabíamos que de alguna forma esta luz era Dios, y podíamos vernos abrazada
por ella."
Cristo con su resurrección ilumina la
vida de los hombres, dándonos la esperanza de nuestra propia resurrección.
Renovemos nuestra fe y pidamos perdón
por aquellos que no creen.
LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Lucía preguntó a la Virgen: "¿Nos llevarás al cielo?" Si, me
llevaré a Jacinta y a Francisco muy pronto, pero tú te quedarás un poco más, ya
que Jesús desea que tú me hagas conocer y amar en la tierra. Él también desea
que establezcas la devoción en el mundo entero a mi Inmaculado Corazón.
Con la mirada puesta en cielo, hemos de
vivir en medio del mundo como testigos de Jesucristo. “Seréis mis testigos
hasta los confines del mundo”. La esperanza de ir al cielo, ha de motivarnos a
obrar el bien para nuestros prójimos practicando las obras de misericordia.
Renovemos nuestra esperanza y pidamos
perdón por aquellos que viven en la desesperanza.
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE LOS APÓSTOLES REUNIDOS EN
TORNO A LA VIRGEN MARÍA
La Virgen
dice a Lucía: “Hagan sacrificios por los pecadores, y digan seguido,
especialmente cuando hagan un sacrificio: Oh Jesús, esto es por amor a Ti, por
la conversión de los pecadores, y en reparación por las ofensas cometidas
contra el Inmaculado Corazón de María.”
El Espíritu Santo es el amor de Dios
derramado en nuestros corazones. Por medio de él es como podemos amar a Dios
mismo y al prójimo. Hemos de multiplicar actos de amor a Nuestro Señor y a la
Virgen María cada vez más despreciados y olvidados por los hombres.
Renovemos nuestro amor a Dios y pidamos
perdón por los que no aman.
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA A LOS CIELOS EN CUERPO Y ALMA
Cuenta Lucía: Los
niños permanecían de rodillas en el torrente de esta luz maravillosa, hasta que
la Señora habló de nuevo, mencionando la guerra en Europa, de la que tenían
poca ninguna noción. Digan el Rosario todos los días, para traer la paz al
mundo y el final de la guerra. Después de esto ella se comenzó a elevar
lentamente hacia el este, hasta que desapareció en la inmensa distancia.
La adoración es la prosternación del
hombre, que se reconoce criatura ante su Creador tres veces santo. Solo las
almas humildes son capaces de abajarse, de postrarse, de adorar. El cielo es
para las almas humildes, para las almas que quieren ser como María: esclava del
Señor. Renovemos nuestra adoración a Dios y pidamos perdón por los que no
adoran.
LA CORANACIÓN DE MARÍA COMO REINA Y SEÑORA DE TODO LO CREADO
En sus Memorias, Lucía nos dice: La Señora vestía con un manto puramente
blanco, con un borde de oro que caía hasta sus pies. En sus manos llevaba las
cuentas del rosario que parecían estrellas, con un crucifijo que era la gema
más radiante de todas. Quieta, Lucía no tenía miedo. La presencia de la Señora
le producía solo felicidad y un gozo confiado
Al subir al cielo, la Virgen Santísima
no se aleja de la humanidad. Constituida como Mediadora entre su Hijo y los
hombres, la Virgen atiende a todos con
el amor propio de una Madre. El Rosario
es el lazo que ella nos tiende: quién lo reza puede estar convencido de que
Ella escuchará su oración.