jueves, 9 de mayo de 2024

APARÉCENSE DOS ÁNGELES QUE PREDICEN LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO. VIERNES DE LA V SEMANA DE PASCUA

 


APARÉCENSE DOS ÁNGELES QUE PREDICEN

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO.

VIERNES DE LA V SEMANA DE PASCUA

 

MEDITACIONES PARA EL TIEMPO PASCUAL

DE LA OBRA “VIDA Y DOCTRINA DE JESUCRISTO” DEL P. NICOLÁS AVANCINI

 

ORACIÓN PARA COMENZAR

TODOS LOS DÍAS:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

  

 “Omnipotente Dios y Señor y Padre mío amorosísimo, yo creo que por razón de tu inmensidad estás aquí presente en todo lugar, que estás aquí, dentro de mí, en medio de mi corazón, viendo los más ocultos pensamientos y afectos de mi alma, sin poder esconderme de tus divinos ojos.

    Te adoro con la más profunda humildad y reverencia, desde el abismo de mi miseria y de mi nada, y os pido perdón de todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y os pido gracias para hacer con provecho esta meditación que ofrezco a vuestra mayor gloria… ¡Oh Padre eterno! Por Jesús, por María, por José y todos los santos enseñadme a orar para conocerme y conoceros, para amaros siempre y haceros siempre amar. Amén.”

 

Se meditan los tres puntos dispuestos para cada día.

 

VIERNES DE LA V SEMANA DE PASCUA

APARÉCENSE DOS ÁNGELES QUE PREDICEN

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO.

 

1.- Y una nube le recibió, quitándosele de sus ojos (1). Envolviendo en sí la nube el objeto más agradable a la vista, y la materia única de alegría, se la ocultó a los ojos. La cual nube podemos pensar formó allí el Señor, y que no era de las comunes del aire. Dios es el que algunas veces pone en nuestros entendimientos una nube para que no penetremos las cosas divinas; no sea que solo atentos a la contemplación, no nos demos a las obras de caridad con los prójimos; o para que más le agrademos en la misma desolación sufrida con humildad. Pero mira no haya en tí otras nubes que forman las pasiones y malos afectos, que impiden el ver a Dios. Venid, Austro celestial, y disipad tales nubes.

2.- Y estando ellos mirando al que se iba al cielo, considera como aparecieron allí dos mancebos y dijeron: Varones de Galilea: ¿para que estáis parados aquí, mirando al cielo (2)? Después que se ausentó Jesús de los ojos de los Discípulos, son reprendidos éstos, lo 1. Porque se están parados. En esta vida siempre estamos de camino; no habemos, pues, de estar parados y ociosos, sino que habemos de ir caminando siempre de virtud en virtud. 2. Porque se están mirando al cielo. A este no se va mirando solo, y aún solo deseando. Se ha de trabajar para lograr tal reino; porque padece fuerza. Pero tú tal vez ni aún mereces tal reprensión; pues raras veces ni aún con sola la intención miras al cielo. Dí ahora, pues: De aquí adelante mis ojos mirarán siempre al Señor (3).

3.- Este Jesús, que recibió el cielo y se ausentó de vosotros, así vendrá (4). Excitan la memoria de la segunda venida para juzgar. Así vendrá, dicen: en cuanto a la majestad sí pero no en cuanto al fin, El que ahora se va al cielo para ser nuestro abogado, vendrá entonces para ser nuestro juez. Quieren, pues, que quede fija en nuestra memoria su venida a juicio al tiempo que se ausenta Jesús, para que temamos ofender al que hemos de tener por juez. Sigue pues, al que sube, de modo que no le temas cuando juzgue.

 

(1) Act., 1. (2) Act., 1. (3) Ps., 24. (4) Act., 1.

 

ORACIÓN PARA FINALIZAR

TODOS LOS DÍAS:

Oración del papa Clemente XI

 

Creo, Señor, haz que crea con más firmeza;

espero, haz que espere con más confianza;

amo, haz que ame con más ardor;

me arrepiento, haz que tenga mayor dolor.

 

Te adoro como primer principio;

te deseo como último fin;

te alabo como bienhechor perpetuo;

te invoco como defensor propicio.

 

Dirígeme con tu sabiduría,

átame con tu justicia,

consuélame con tu clemencia,

protégeme con tu poder.

 

Te ofrezco, Señor,

mis pensamientos, para que se dirijan a ti;

mis palabras, para que hablen de ti;

mis obras, para que sean tuyas,

mis contrariedades, para que las lleve por ti.

 

Quiero lo que quieras,

quiero porque quieres,

quiero como lo quieres,

quiero hasta que quieras.

 

Señor, te pido que ilumines mi entendimiento,

inflames mi voluntad,

limpies mi corazón,

santifiques mi alma.

 

Que me aparte de mis pasadas iniquidades, rechace las tentaciones futuras, corrija las malas inclinaciones, practique las virtudes necesarias.

 

Concédeme, Dios de bondad,

amor a ti, odio a mí,

celo por el prójimo

y desprecio a lo mundano.

 

Que sepa obedecer a los superiores,

ayudar a los inferiores,

aconsejar a los amigos

y perdonar a los enemigos.

 

Que venza la sensualidad con la mortificación,

la avaricia con la generosidad,

la ira con la bondad,

la tibieza con la piedad.

 

Hazme prudente en los consejos,

constante en los peligros,

paciente en las contrariedades,

humilde en la prosperidad.

 

Señor, hazme atento en la oración,

sobrio en la comida,

constante en el trabajo,

firme en los propósitos.

 

Que procure tener inocencia interior,

modestia exterior,

conversación ejemplar

y vida ordenada.

 

Haz que esté atento a dominar mi naturaleza,

a fomentar la gracia,

servir a tu ley

y a obtener la salvación.

 

Que aprenda de ti qué poco es lo terreno,

qué grande lo divino,

qué breve el tiempo,

qué durable lo eterno.

 

Concédeme preparar la muerte,

temer el juicio,

evitar el infierno

y alcanzar el paraíso.

 

Por Cristo nuestro Señor. Amén.

 

V/. Regina cæli, lætare; alleluia.

R/. Quia quem meruisti portare; alleluia.

V/. Resurrexit sicut dixit; alleluia.

R/. Ora pro nobis Deum; alleluia.

V/. Gaude et lætare, Virgo Maria; alleluia.

R/. Quia surrexit Dominus vere; alleluia.

 

Oremus:

Deus, qui per resurrectionem Filii tui Domini nostri Iesu Christi mundum lætificare dignatus es, præsta, quæsumus, ut per eius Genetricem Virginem Mariam perpetuæ capiamus gaudia vitæ. Per eundem Christum Dominum nostrum. Amen.

 

Fidélium ánimae per misericordiam Dei requiéscant in pace. R.Amen.

 

***

 

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.