domingo, 22 de septiembre de 2024

23. DERECHOS DE DIOS SOBRE EL HOMBRE POR LA CREACIÓN. SAN JUAN EUDES

SEXTO COLOQUIO

DERECHOS DE DIOS SOBRE EL HOMBRE EN VIRTUD DE LA CREACIÓN

 

MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD

Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS

San Juan Eudes

 

Para comenzar cada día:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, digamos la siguiente oración:

 

Profesión de Humildad

 

Señor Jesucristo, nada somos,

nada podemos ni valemos,

nada tenemos a no ser nuestros pecados.

Somos siervos inútiles, nacidos en la enemistad,

últimos de los hombres,

primeros de los pecadores.

Sea para nosotros la vergüenza y la confusión,

y para ti, la gloria y el honor por siempre jamás.

Señor Jesucristo, compadécete de nosotros. Amén.

 

SEXTO COLOQUIO

DERECHOS DE DIOS SOBRE EL HOMBRE EN VIRTUD DE LA CREACIÓN

 

1

En virtud de los anteriores atributos, Dios tiene sobre nosotros múltiples derechos que debemos conocer para no atentar contra ellos. Porque si tanto nos importa conocer los más insignificantes derechos que tenemos sobre los que dependen de nosotros, con mucha mayor razón debernos considerar los inmensos e importantes derechos que el gran Dios tiene sobre nosotros, para que actuemos en consecuencia. Veamos cuáles son:

1.         Por todos sus atributos en general, tiene derecho a que lo reconozcamos, adoremos y glorifiquemos como a Dios, como a nuestro Dios, y que le sacrifiquemos todas las cosas, hasta nosotros mismos.

2.         Como nuestro principio, fin y supremo bien, tiene el derecho de poseemos plenamente, como algo totalmente suyo que sólo ha sido creado para él y que de él depende infinitamente.

3.         Por ser principio y fin de nuestro ser y de nuestra vida, tiene también el derecho de serio de nuestros pensamientos, palabras y acciones, de los usos y funciones de nuestra vida. No debemos pensar, ni decir, ni hacer nada que no sea por él y para él, por su disposición y para su gloria.

4.         Como nuestro principio nos produce sin cesar y nos lleva siempre en sus brazos para impedir que volvamos a la nada. Tiene, por tanto, el derecho, no sólo de que permanezcamos en él forzosamente puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos, sino de que permanezcamos en él voluntariamente mediante nuestro amor y caridad. Porque Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios. Dios mío, haz que yo permanezca siempre en tu amor y en la caridad hacia mi prójimo para permanecer siempre en ti.

 

2

5.         Su condición de principio nos da un ser y una vida que son participación de los suyos. De ahí que san Pablo nos advierta que somos del linaje de Dios. Por lo mismo tiene derecho a exigimos que

6.         Como nuestro fin, nuestro centro, nuestro elemento y medio divino, tiene derecho a que nosotros aspiremos y tendamos sin cesar hacia él y que sólo en él busquemos nuestro descanso y felicidad.

7.         Como supremo bien tiene derecho a que lo amemos sobre todas las cosas y a ser el dueño de nuestros pensamientos y afectos. Dios mío, sólo en ti se encuentran los verdaderos bienes, honores y contentos. Que te ame, pues, en forma exclusiva y soberana y que, en adelante, seas tú el único objeto de mis deseos y de mis amores.

 

3

8.         Nuestro prototipo Dios tiene derecho a que caminemos en su presencia, con la mirada fija en ese divino ejemplar, para ajustar nuestra vida y costumbres a la perfección de su vida y de sus acciones.

9.         Como rey y gobernador tiene derecho a darnos leyes, a reinar en nosotros y a dirigir todas nuestras acciones.

10.       Como nuestro protector debemos reconocer que sólo él puede asistirnos y defendernos y que sólo a él debemos acudir en nuestras necesidades corporales y espirituales.

11.       Como nuestro juez tiene el derecho de vigilar y examinar nuestras acciones, de pedimos cuenta hasta de una palabra ociosa y de castigarnos o premiarnos según nuestros méritos.

 

Dios mío, te adoro y glorifico en estos derechos justos y legítimos que tienes sobre todas las criaturas y sobre mí en particular. Por ellos me alegro de todo corazón y declaro que si, por imposible, no tuvieras tales derechos sobre mí, de estar en mi poder te los concedería. Te pido perdón por los numerosos obstáculos que he puesto al uso de esos derechos. Quiero, en adelante ponderarlos cuidadosamente para no impedirlos y cumplir, con tu gracia, las obligaciones que de ellos se desprenden.

 

Jaculatoria: Mi Dios y mi todo.

 

 

Para finalizar cada día:

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.