DEDICACIÓN DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Comentario al Evangelio de la
Catena aurea de santo Tomás de Aquino
Mateo
18, 01-06
En aquella hora se llegaron los discípulos a Jesús,
diciendo: "¿Quién piensas que es mayor en el reino de los cielos?" Y
llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: "En verdad os
digo, que si no os volviereis, e hiciereis como niños, no entraréis en el reino
de los cielos. Cualquiera, pues, que se humillare como este niño, éste es el mayor
en el reino de los cielos. Y el que recibiere a un niño tal en mi nombre, a mí
recibe. Y el que escandalizare a uno de esto pequeñitos, que en mí creen, mejor
le fuera que colgasen a su cuello una piedra de molino de asno, y le anegasen
en el profundo de la mar". (vv. 1-6)
San Jerónimo
Después que
los discípulos vieron que se había pagado el mismo tributo por Pedro que por el
Señor, dedujeron que Pedro era el primero de los apóstoles.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,2
Esta idea
suscitó en ellos una especie de resentimiento, que da a entender el evangelista
cuando dice: "En aquella hora se llegaron los discípulos a Jesús diciendo:
¿Quién piensas que es mayor en el Reino de los Cielos?" Se avergonzaban de
confesar la pasión que sufrían y por eso no dicen abiertamente: ¿Por qué
honraste más a Pedro que a nosotros? sino que preguntan de una manera general:
¿quién es mayor? Cuando distinguió el Señor a sus tres discípulos a la vez -a
Pedro, a Santiago y a Juan- en la transfiguración, no experimentaron lo demás
resentimiento alguno; pero cuando ven que uno solo es el honrado, se quejan los
otros. Mas debemos considerar, primeramente, que no exigen las cosas de la
tierra y además, que depusieron después este movimiento apasionado; pero
nosotros no podemos llegar ni hasta sus defectos, porque no preguntamos quién
es el mayor en el Reino de los Cielos, sino quién es el mayor en el reino de la
tierra.
Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
Si dudamos
en alguna ocasión y no encontramos la resolución de las dudas, debemos imitar a
los discípulos aproximándonos tranquilamente a Jesús, que tiene poder para
iluminar los corazones de los hombres y hacerles entender toda clase de
cuestión; preguntemos también a los doctores que están colocados al frente de
las iglesias. Sabían los discípulos, al hacer esa pregunta, que en el Reino de
los Cielos no eran iguales todos los santos; pero deseaban saber de qué manera
se llegaba a ser el mayor y por qué camino se descendía a ser el menor. O
también, por lo que el Señor les había dicho antes, sabían quién era grande y
quién el menor; pero no comprendían quién sería el mayor entre muchos que eran
grandes.
San Jerónimo
Mas el
Señor, al ver sus pensamientos, quiso curar su deseo de vanagloria, mediante
una comparación sumamente humilde. Por eso sigue: "Y llamando Jesús a un
niño, etc."
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,3
Me parece
una cosa muy bien hecha la presentación, en medio de ellos, de un niño
inocente.
San Jerónimo
De manera
que por su edad fuese el tipo de la inocencia. Por otro lado, el mismo Señor se
presentó en medio de ellos como un niño, para demostrarles que no había venido
para ser servido, sino para darles ejemplo de humildad. Otros significan por la
palabra niño, al Espíritu Santo, a quien puso el Señor en el corazón de sus
discípulos, para cambiar su orgullo en humildad. Sigue: "Y dijo: En verdad
os digo, que si no os volviereis, e hiciereis como niños, etc." El Señor
no mandó a los apóstoles que tuvieran la edad de los niños, sino que tuvieran
su inocencia y que obtuvieran por sus esfuerzos lo que aquellos poseían por sus
años, de manera que fueran niños en la malicia, pero no en la sabiduría ( 1Cor
14). Es como si dijera: así como este niño, que os propongo como ejemplo, no es
tenaz en la cólera, olvida el mal que se le ha hecho, no se deleita en ver una
mujer hermosa, no piensa una cosa y dice otra; de esta manera, vosotros, si no
tuviereis esa inocencia y esa pureza de alma, no podréis entrar en el Reino de
los Cielos.
San Hilario, in Matthaeum, 18
Llamó
también niños a todos los creyentes, por su obediencia a la fe; éstos siguen a
su padre, aman a su madre, no saben querer el mal, desprecian los cuidados de
los afanes de la vida, no son insolentes, no tienen odio, no mienten, creen lo
que se les dice y tienen por verdadero lo que oyen. Tal es el sentido literal.
Glosa
Si no os
convertís de ese orgullo y de esa indignación en que ahora vivís, y no os
hacéis por la virtud tan inocentes y humildes, como son los niños por su edad,
no entraréis en el Reino de los Cielos, porque de este modo no se puede entrar.
Cualquiera, pues, que se humillare como este niño será el mayor en el Reino de
los Cielos.
Remigio
Esto es, en
el conocimiento de la gracia, o en la dignidad eclesiástica, o en cierta
bienaventuranza eterna.
San Jerónimo
O de otro
modo, cualquiera que se humillare como este niño -es decir, el que se humillare
a ejemplo mío- entrará en el Reino de los Cielos.
Sigue: "Y el que recibiere a un niño tal, en mi nombre, etc."
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,3
Esto
equivale a decir: No solamente recibiréis una recompensa si os hiciereis como
este niño, sino que si honrareis por mí a todos los que se hacen semejantes a
un niño, yo determino para vosotros, como recompensa del honor que les habéis
dado, el Reino de los Cielos. Y aun les propone otra cosa mayor, en estas
palabras: "A mí recibe".
San Jerónimo
Efectivamente,
recibe a Cristo aquel que imita su humildad y su inocencia. Y el Señor añade
oportunamente, a fin de que los apóstoles no se atribuyesen a sí mismos el
honor que se les había dado, que habían recibido ese honor, no por sus méritos,
sino por los de su Maestro.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,3
Enseguida
sigue: "Mas el que escandalizare, etc.". Lo que equivale a decir: Así
como tienen una recompensa los que por mí honran a éstos, así también los que
los deshonran deben sufrir los más terribles males. Y no os admiréis de que se
llame escándalo al desprecio, porque muchos pusilánimes se escandalizan por los
desprecios que se les hacen.
San Jerónimo
Observad que
el que se escandaliza es un niño. Porque los mayores no se escandalizan y
aunque pudieran tomarse estas palabras en un sentido general y aplicarse a
todos los que escandalizan a otro, sin embargo, el enlace de las ideas exige,
que puedan aplicarse también a los apóstoles, quienes por la pregunta que
hicieron al Señor: ¿Quién sería mayor en el Reino de los Cielos? parecía como
que debatían una cuestión de dignidad. Si ellos hubieran continuado en esta
lucha, podrían por su escándalo haber perdido a todos los que llamaban a la fe,
a causa de que veían a los apóstoles divididos por una cuestión de esa especie.
Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
Mas ¿cómo
aquel que ha sido convertido y hecho como un niño es también el más pequeño y
capaz de ser escandalizado? Podemos resolver este reparo de la manera
siguiente: todo el que cree en el Hijo de Dios y conforma su vida con los
preceptos evangélicos, está convertido y se hace semejante a un niño. Por el
contrario, el que no se convierte de tal manera, que quede hecho como un niño,
es imposible que entre en el Reino de los Cielos. En toda reunión de creyentes
hay algunos que hace poco tiempo que se han convertido y se esfuerzan por
hacerse semejantes a los niños, pero aún no se han hecho niños; éstos son
tenidos por pequeños en Cristo y capaces de ser escandalizados.
San Jerónimo
Cuando dice
el Señor: "Mejor le fuera que colgasen a su cuello una piedra de molino,
etc." Usa el Señor el lenguaje acostumbrado en la provincia, pues era
costumbre entre los antiguos judíos, castigar a los mayores criminales
arrojándolos al mar atados con una piedra y les convenía más este castigo.
Porque es mucho mejor recibir un castigo breve, que el ser reservado para
sufrir las penas eternas.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 58,3
Era una
consecuencia de lo anterior el decir: "A mí no recibe", que era el
más amargo de todos los males; pero como ellos eran groseros y no se movían por
esto, el Señor, para manifestarles la pena que les está reservada, usa un
ejemplo conocido, por eso les dice que les fuera mejor el sufrir este castigo.
Porque es mucho más terrible el que les está reservado.
San Hilario, in Matthaeum, 18
En sentido
místico, el castigo de la piedra de molino significa el mal de la ceguera,
puesto que a los asnos, después de vendarles los ojos, se les hace dar vueltas
con la piedra. Y muchas veces se designan con el nombre de asnos a los gentiles
porque su misma ignorancia les hace ciegos; mas no a los judíos a quienes la
misma ciencia de su ley les traza su camino. A éstos les hubiera sido mejor ser
precipitados en el mar llevando al cuello la piedra del asno, es decir, de
quedar sumergidos en los trabajos de los gentiles y en las tinieblas del siglo,
que el de escandalizar a los apóstoles de Cristo. Porque hubieran tenido menos
responsabilidad no conociendo a Cristo, que no habiendo recibido al Señor de
los profetas.
San Gregorio Magno, Moralia, 11,17
O de otro
modo, ¿qué otra cosa significa el mar, sino el siglo? ¿y qué la piedra del
asno, sino las acciones terrenales, que aprietan el cuello del alma con los
deseos insensatos y la hacen girar en el círculo del pecado? Hay ciertamente
algunos que abandonan las acciones terrestres, y, despreciando la humildad, se
elevan con una fuerza superior a la de su inteligencia hasta los ejercicios
contemplativos; no sólo se precipitan en el error, sino que arrastran consigo a
los que están débiles en la verdad. Al que escandaliza, pues, a uno de estos
pequeñuelos le hubiera sido mejor que le hubieran arrojado al mar con una
piedra al cuello. Porque hubiera sido más fácil para esta alma perversa el
ocuparse en los negocios del mundo, que el entregarse a los ejercicios de la
contemplación con perjuicio de muchos.
San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,24
O de otro modo, el que escandalizare a uno de estos pequeños -esto es, de esos humildes como los que quiere el Señor que sean sus discípulos- o con su desobediencia, o con su resistencia, como dice el apóstol sobre Alejandro ( 2Tim 4,14.), conviene que se le ate una piedra de asno al cuello y sea arrojado al fondo del mar, es decir, le conviene que la pasión que tiene por los bienes terrenales (a los que están atados los necios y ciegos), le lleve atado con esa carga a la muerte.
07-09
"¡Ay del mundo por los escándalos! porque
necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel hombre por quien viene el
escándalo! Por tanto, si tu mano o tu pie te escandaliza, córtale y échale de
ti; porque más te vale entrar en la vida manco o cojo, que teniendo dos manos o
dos pies, ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te escandaliza, sácale y
échale de ti; porque mejor te es entrar en la vida con un solo ojo, que tener
dos ojos, y ser echado en la gehenna del fuego". (vv. 7-9)
Glosa
Había dicho
el Señor, que le era mejor a aquel que escandaliza, que se le suspendiera al
cuello una piedra de asno; el mismo Señor da la razón en estas palabras:
"¡Ay del mundo por los escándalos!", es decir, a causa de los
escándalos.
Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
Se entiende
aquí por mundo, no los elementos que constituyen el mundo, sino los hombres que
viven en el mundo; mas los discípulos de Cristo no son de este mundo, por
consiguiente, no se les puede aplicar el "¡ay del mundo por los
escándalos!" porque aunque haya muchos escándalos no llegan a aquellos que
no son de este mundo. Pero si alguien está en el mundo y ama las cosas del
mundo, los escándalos le alcanzarán en todas aquellas cosas del mundo en que él
se mezcle.
Sigue: "Porque necesario es que vengan escándalos".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 59,1
El Señor en
las palabras: "Necesario es", no quita el libre albedrío, ni nos
somete a la fatalidad; no hace más que predecir lo que irremisiblemente ha de
suceder. Indudablemente los escándalos nos alejan del camino recto, mas la
predicación de Cristo no abre la puerta a los escándalos. Porque la predicción
no es causa del escándalo y cuando se predice no se hace más que decir con
anticipación lo que realmente ha de suceder. Pero dirá alguno, ¿si todos se
corrigen y no hay persona alguna que escandalice, no se podrán acusar de
falsedad las palabras de Cristo? De ninguna manera. El Señor habló así porque
previó que los hombres no se habrían de corregir: "Es necesario que vengan
escándalos", ciertamente no hubiera pronunciado Cristo estas palabras, si
los hombres se hubieran de corregir.
Glosa
O también:
"necesario es que vengan escándalos", porque son necesarios, es
decir, útiles. Por ellos conocemos a los que han sido probados.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 59,1
Porque los
escándalos levantan y estimulan a los hombres, los hacen más avisados, levantan
con prontitud al que cae y le inspiran más solicitud.
San Hilario, in Matthaeum, 18
La humildad
de la pasión es un escándalo para el mundo. Lo que más detiene a los hombres en
su ignorancia es el no querer recibir al Señor de la gloria eterna bajo la
forma de hombre. ¿Y qué hay tan perjudicial al mundo como el no haber recibido
a Cristo? Y por eso es necesario que vengan los escándalos. Porque para que
tenga cumplimiento el misterio que nos ha de dar la eternidad, es preciso que
se realicen en El todas las humillaciones de la pasión.
Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
También se
dice que los escándalos que vienen son los ángeles de Satanás; sin embargo, no
penséis que ellos sean escándalos, o por naturaleza, o por su sustancia, sino
que su libre albedrío los ha hecho así, no queriendo sufrir por la virtud. Y no
puede existir el verdadero bien sin ser combatido por el mal. Así, pues, es
necesario que vengan los escándalos, como es necesario también que nosotros
tengamos que sufrir la malicia de los espíritus celestiales, tanto más
irritados cuanto más está entre los hombres el Verbo de Dios y aleja de ellos
las inspiraciones malignas. Buscan ellos los medios para mejor escandalizar y
sobre esos medios es sobre quienes principalmente recae la maldición
"Ay". Porque peor será la suerte del que escandaliza, que la de aquel
que es escandalizado, por eso sigue: "Mas ay de aquel hombre por quien
viene el escándalo".
San Jerónimo
Lo que
equivale a decir: ¡Ay de aquel hombre por cuya causa resulta el escándalo, es
necesario que se verifique en el mundo! Judas, que preparaba su alma para la
entrega, está comprendido en esta máxima general.
San Hilario, in Matthaeum, 18
O también bajo
la palabra "del hombre" se significa al pueblo judío que fue el autor
de ese escándalo, cuyo objeto es la pasión de Cristo, y que arrojó al mundo en
el peligro de renunciar en la pasión a Cristo, a quien la ley y los profetas
habían anunciado como pasible.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 59,4
Para que
podáis estar seguros de que no hay necesidad absoluta de que existan los
escándalos, escuchad lo que sigue: "Por tanto, si tu mano o tu pie te
escandaliza", etc. No habla aquí de los miembros del cuerpo, sino de los
amigos, a quienes tenemos nosotros como miembros necesarios. Porque nada hay
tan nocivo como una conversación mala.
Rábano
La palabra
escándalo es griega y podemos traducirla por tropiezo, caída o choque del pie.
Por consiguiente, aquel que diere a su hermano ocasión de caer, o con sus
palabras, o con sus acciones, le escandaliza.
San Jerónimo
Así, pues,
es preciso arrancar de raíz todo afecto y cortar todo parentesco, a fin de que
con ocasión de algún sentimiento, ninguno de los creyentes abra las puertas al
escándalo. Si, dice El, cuanto está unido a vosotros como la mano, el pie, el
ojo y te es útil y te sirve para ver con solicitud y perspicacia, es causa de
escándalo y te precipita en el infierno a causa de la diferencia de costumbres,
mejor es que carezcáis de su proximidad, que el que por ganar amistades o
parentescos, tengáis una ocasión de perderos; cada uno de los creyentes conoce
lo que le es nocivo, lo que solicita su alma y muchas veces lo que la tienta.
Por eso es mejor vivir en la soledad que perder, por atender a la vida
presente, la vida eterna.
Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
O también se puede entender, sin violentar el sentido, por "el ojo", a los sacerdotes, que son como el ojo de la Iglesia y sus centinelas. Por "la mano" los diáconos y todos los demás que ejecutan las obras espirituales y en el pueblo vemos los pies del cuerpo de la Iglesia; a nada de todo esto debemos perdonar, si sólo sirve para escándalo de la Iglesia. O también el acto del alma es la mano que peca y la marcha del alma el pie que peca y la vista del alma es el ojo que peca. De todo esto debemos prescindir, si nos traen el escándalo; con frecuencia se pone en la Escritura las operaciones de los miembros, en lugar de los mismos miembros.
10-14
"Mirad que no tengáis en poco a uno de estos
pequeñitos; porque os digo, que sus ángeles en los cielos siempre ven la cara
de mi Padre: que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre vino a salvar lo
que había perecido. ¿Qué os parece? Si tuviere alguno cien ovejas, y se
descarriare una de ellas, ¿por ventura no deja las noventa y nueve en los
montes, y va a buscar aquella que se extravió? Y si aconteciere hallarla,
dígoos en verdad que se goza más con ella que con las noventa y nueve que no se
extraviaron. Así no es la voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos,
que perezca uno de estos pequeñitos". (vv. 10-14)
San Jerónimo
Dijo el
Señor arriba, que debían ser amputados el pie, la mano, el ojo, todo parentesco
y toda costumbre que pudiera dar lugar al escándalo; ahora suaviza la dureza de
esta máxima diciendo: "Mirad que no tengáis en poco a uno de estos
pequeñitos". Que equivale a decir: No los despreciéis, sino procurad, en
cuanto os sea posible, su salvación después de la vuestra; pero si los viereis
que continúan en el pecado, mejor es que os salvéis vosotros que el que
perezcáis con la multitud.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 59,4
O también se
gana mucho con huir de los malos y con honrar a los buenos. Nos enseñó el Señor
arriba, que cortemos nuestras amistades con los que escandalizan y aquí nos
enseña a rendir culto y a tener celo por los santos.
Glosa
O de otro
modo, guardaos de despreciar a ninguno de estos pequeñitos. Porque el mal que
resulta de los hermanos, que han sido escandalizados, es muy grande.
Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
Son
pequeñitos aquellos que hace poco tiempo que han nacido en Cristo, o aquellos,
que no pudiendo avanzar, están como si acabaran de nacer. No tuvo el Señor
necesidad de mandar que no se despreciase a los fieles más perfectos, sino a
los pequeñitos, como ya lo había mandado antes: "Si alguno escandalizare a
alguno de estos pequeñitos" ( Mt 18,6), etc. Además, bajo la palabra
pequeñitos quizá quisiera comprender aquí también a los perfectos, según el
modo que tuvo de expresarse en otro lugar ( Lc 9,48): "El que fuere más
pequeño entre vosotros, éste será el mayor", etc.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 59,4
O también,
porque los que son perfectos, son mirados por muchos como pequeñitos, es decir,
pobres y despreciables.
Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
Sin embargo,
no se armoniza bien esta interpretación con la frase: "Si alguno
escandalizare a uno de estos pequeñitos" ( Mt 18,6), etc. Porque el hombre
perfecto ni se escandaliza, ni perece; los que admiten esta interpretación
dicen que es mudable el alma del justo y que alguna vez se escandaliza aunque
no con facilidad.
Glosa
No se les
debe despreciar; son tan queridos de Dios, que les ha enviado sus ángeles para
que los guarden. Por eso sigue: "En verdad os digo que", etc.
Orígenes, homilia 5 in Matthaeum
Afirman
algunos que Dios da a los hombres un ángel custodio. Porque han venido a ser
por el agua regeneradora niños en Cristo; añadiendo, que no es posible que un
ángel santo mire a los incrédulos y a los que yerran y que mientras permanece
el hombre en la incredulidad y en el pecado, está bajo la potestad de los
ángeles de Satanás. Otros creen que desde el momento en que nace uno recibe su
ángel custodio.
San Jerónimo
Grande
dignidad es ésta del alma humana, de tener desde que nace un ángel destinado
para que la guarde.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 59,4
No habla
aquí el Señor de los ángeles indistintamente, sino de los ángeles más elevados.
Porque al decir: "Ven siempre la cara de mi Padre", nos significa que
su presencia es muy libre y el honor de que gozan delante de Dios es muy
grande.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 34,12
Se cuenta
que el anciano y venerable Padre Dionisio Areopagita decía (y lo dice
realmente), que entre los ángeles, que son de un rango inferior, hay algunos
que son enviados para desempeñar alguna misión visible o invisible, mientras
los que son de escala superior no son empleados para ninguna comisión exterior.
San Gregorio Magno, Moralia, 2,3
Y los
ángeles ven siempre el rostro del Padre y, sin embargo, vienen a nosotros. Porque
vienen hacia nosotros con la presencia espiritual y no obstante permanecen en
el lugar de donde salieron por la contemplación interior y no salen fuera de la
visión divina, de tal manera que queden privados de los gozos de la
contemplación interior.
San Hilario, in Matthaeum, 18
Los ángeles
ofrecen diariamente a Dios las oraciones de los que se han de salvar por
Cristo. Por consiguiente, es muy peligroso despreciar a Aquel cuyos deseos y
peticiones llegan por servicio y ministerio de los ángeles a Dios eterno e
invisible.
San Agustín, de civitate Dei, 22,29
O también
son llamados ángeles nuestros los que son ángeles de Dios. Son ángeles de Dios
porque no se separan de El y nuestros porque han comenzado a tenernos por
conciudadanos suyos; consiguientemente, así como ellos ven a Dios, también
nosotros le veremos cara a cara. San Juan dice de esta visión ( 1Jn 3,2):
"Le veremos como El es". Por rostro de Dios debe entenderse su
manifestación y no la parte del cuerpo a que nosotros damos ese nombre.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 59,4
Otra nueva
razón nos da el Señor para que no despreciemos a los pequeñitos, cuando dice:
"Porque el Hijo del hombre vino", etc.
Remigio
Lo que
equivale a decir: No despreciéis a los pequeñitos, porque yo me he dignado
hacerme hombre por los hombres. En las palabras: "lo que había
perecido" se sobreentiende el género humano. Todos los elementos guardan
su orden, pero el hombre erró, porque perdió el suyo.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 59,4
Añade el
Señor a lo que acaba de decir una parábola para demostrar la voluntad que tiene
su Padre de salvar a todos los hombres, cuando dice: "¿Qué os parece? Si
tuviere alguno cien ovejas", etc.
San Gregorio, homiliae in Evangelia, 34,3
Esto dice
relación al Creador de los hombres. El número cien es número perfecto y El tuvo
cien ovejas, cuando creó la naturaleza humana y la naturaleza angélica.
San Hilario, in Matthaeum, 18
Por la palabra una sola oveja se entiende un solo hombre y por hombre todo el género humano y todo el género humano se perdió en el error de un solo Adán. De ahí que el que busca al hombre es Cristo y las noventa y nueve ovejas que deja, son la multitud de todos aquellos que se regocijan en el cielo.
San Gregorio, homiliae in Evangelia, 34,3
Y dice el evangelista, que las dejó en los montes, para significar las alturas. Porque las ovejas que no habían perecido estaban en los lugares más elevados.
Beda
Encontró el
Señor a la oveja, cuando restauró al hombre y hubo en el cielo mayor alegría
por la oveja encontrada, que por las otras noventa y nueve. Porque hay más
motivos para alabar a Dios por la restauración de los hombres, que por la
creación de los ángeles. Creó Dios admirablemente a los ángeles; pero más admirablemente
restauró al hombre.
Rábano
Observad que
al número nueve le falta una unidad para formar el número diez y al número
noventa y nueve para formar el ciento. De donde resulta, que los números a
quienes para ser perfectos les falta una unidad, pueden variar por la
sustracción, o por la adición; pero la unidad permaneciendo en sí misma sin
variación, cuando se agrega a otros números los perfecciona. De esta manera
para perfeccionar en el cielo el número completo de ovejas, es buscado en la
tierra el hombre que se ha perdido.
San Jerónimo
Opinan otros
que el número noventa y nueve se refiere a los justos y la pequeña oveja a los
pecadores, según lo que ya se ha dicho en otro lugar: "No he venido a
llamar a los justos, sino a los pecadores" ( Mt 9,13).
San Gregorio, homiliae in Evangelia, 34,3
Debemos
considerar por qué confiesa el Señor, que se alegra más por la conversión de
los pecadores, que por la estabilidad de los justos. Es porque los que tienen
seguridad de no haber cometido pecados graves, están perezosos muchas veces
para cumplir los deberes más elevados, mientras que, por el contrario, a los
que tienen conciencia de haber obrado mal, el sentimiento de su dolor los
inflama más en el amor divino y como ven que han andado errantes lejos de Dios,
recompensan con las ganancias posteriores las pérdidas anteriores; de esta
manera el general prefiere al soldado, que después de huir, vuelve al enemigo y
le acomete con valor, a aquel que no ha vuelto jamás la espalda, pero que jamás
ha acometido ni ha hecho cosa alguna con valor. Pero también hay algunos justos
que causan tanta alegría, que bajo ningún concepto se les puede posponer a
ningún penitente; éstos, aunque no les arguya su conciencia de falta alguna, sin
embargo, desprecian hasta lo que les es permitido y son humildes en todas las
ocasiones. ¿Cuán grande alegría, pues, no proporciona el justo cuando llora en
la humillación, siendo tan grande la que causa el pecador cuando condena el mal
que ha hecho?
Beda
También las
noventa y nueve ovejas que dejó en el monte significan los soberbios, a
quienes, para llegar a la perfección (marcada por el número cien), les falta el
número uno. Cuando El ha encontrado al pecador, se alegra, es decir, hace que
se alegren los suyos, más por ese pecador que por los justos falsos.
San Jerónimo
Las palabras que siguen: "Así no es la voluntad de vuestro Padre, que perezca uno solo", etcétera, se refieren a lo que queda dicho más arriba: "Mirad, no tengáis en poco a uno de estos pequeñitos" ( Mt 18,10) y de esta manera nos enseña, que la parábola propuesta ha sido dicha para que no sean despreciados los pequeñitos. En las palabras: "No es voluntad de vuestro Padre", manifiesta el Señor que siempre que pereciere alguno de estos pequeñitos, no perece por voluntad del Padre.