QUINTO
COLOQUIO
ATRIBUTOS
DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL HOMBRE
MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD
Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS
San Juan Eudes
Para
comenzar cada día:
+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro
enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y
del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios,
digamos la siguiente oración:
Profesión de Humildad
Señor Jesucristo,
nada somos,
nada podemos ni
valemos,
nada tenemos a no
ser nuestros pecados.
Somos siervos
inútiles, nacidos en la enemistad,
últimos de los
hombres,
primeros de los
pecadores.
Sea para nosotros
la vergüenza y la confusión,
y para ti, la
gloria y el honor por siempre jamás.
Señor Jesucristo,
compadécete de nosotros. Amén.
QUINTO
COLOQUIO
ATRIBUTOS
DE DIOS EN LA CREACIÓN DEL HOMBRE
1
Dios, por habernos
creado, revela múltiples atributos respecto a nosotros. Es nuestro principio y
nuestro último fin, nuestro centro y nuestro elemento, nuestro supremo bien, nuestro prototipo y modelo, nuestro rey
y soberano absoluto; nuestro gobernador y defensor y, finalmente, nuestro juez.
Adoremos y
alabemos a Dios en todos estos atributos y excelencias. Alegrémonos de su
grandeza, de sus perfecciones y de su múltiple poder sobre todas sus criaturas.
Alegrémonos
también y bendigámosle porque le pertenecemos por tantos títulos y porque se
digna ejercer sus atributos con nosotros. Es, en efecto, singular privilegio y
honor tener principio tan noble, fin tan excelso, centro tan divino, bien
supremo tan espléndido y comunicativo de sí mismo, prototipo tan acabado, rey
tan poderoso, protector tan sabio y tan fuerte, juez tan justo y Dios tan
grande, admirable y bueno.
2
Los atributos de
Dios no están vacíos ni ociosos: los ejerce continuamente con nosotros y con
todas sus criaturas y con frutos maravillosos.
Porque, en cuanto
principio, nos da el ser, no sólo una vez en el momento de nuestra creación,
sino que incesantemente nos produce con mucha mayor efectividad que la fuente
alimenta sus arroyos, el árbol sus ramas, el sol sus rayos. Por eso dependemos
de él mucho más que el arroyo de su fuente, las ramas del árbol y los rayos del
sol.
En cuanto fin,
centro, elemento y supremo bien, sin cesar nos está llamando y atrayendo y nos
dice: Venid a mí los que estáis cansados y abrumados y yo os consolaré. ¡Porque
si hay una secreta virtud en el corazón dela piedra, en el elemento vital de
los peces y en la esfera del fuego que con tanta fuerza los atrae, ¿cuánta más
la habrá en nuestro centro verdadero, en nuestro real elemento y en nuestro
verdadero medio que es Dios?
Sin embargo, ¿cómo
es que tan lánguidamente nos dejamos atraer por él? Tenemos que admitir que son
bien grandes nuestros obstáculos y resistencias y bien estorboso y temible el
peso de nuestro pecado.
Tú que eres mi
supremo bien, mi centro divino, arrebátame a ti y no permitas que ponga trabas
para ello.
Además, como
último fin, centro, elemento, medio vital y supremo bien, sólo Dios puede
darnos la paz verdadera y el Perfecto sosiego y saciar la capacidad inmensa de
nuestra alma.
San Agustín
escribía: El alma racional ha sido hecha de tal manera capaz de tu majestad que
sólo t ú puedes llenarla y nadie más. Y, de hecho, cuando nuestra alma renuncia
a todo lo demás para darse enteramente a su Creador, éste la colma de sosiego
indecible, de paz que sobrepuja todo sentimiento, y de infinidad de bienes.
Como prototipo nos
da un modelo y ejemplar de admirable perfección y santidad, cuando nos dice:
Sed santos porque yo soy santo. Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre
del cielo. Se misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso.
Sed imitadores de Dios como sus hijos muy amados. Y, lo que, es más, imprime su
imagen en los que se dan plenamente a él. Dios mío, me entrego del todo a ti,
dígnate imprimir en mí una imagen perfecta de tu santidad y de tus divinas
perfecciones.
Como nuestro rey y
protector, Dios nos conduce mediante leyes santísimas y siempre está en vela
para dirigirnos y amparamos.
Como nuestro juez
ejerce sin cesar su justicia y su juicio en el mundo dando a cada uno el
castigo o el premio según sus obras.
Jaculatoria: Mi
corazón se consume por Dios, mi herencia perpetua.
Para
finalizar cada día:
LETANÍAS DE LA HUMILDAD
Venerable Cardenal Merry del Val
Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.
Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús
Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús
Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús
Del deseo de ser preferido a otros,
líbrame Jesús
Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús
Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús
Del temor de ser humillado, líbrame Jesús
Del temor de ser despreciado, líbrame
Jesús
Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús
Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús
Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús
Del temor de ser puesto en ridículo,
líbrame Jesús
Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús
Del temor de ser juzgado con malicia,
líbrame Jesús
Que otros sean más estimados que yo. Jesús
dame la gracia de desearlo
Que otros crezcan en la opinión del mundo
y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean alabados y de mí no se haga
caso. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean empleados en cargos y a mí
se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo
Que otros sean preferidos a mí en todo.
Jesús dame la gracia de desearlo
Que los demás sean más santos que yo con
tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo
Oración:
Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste
hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda
nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu
ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la
tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.
***
Sagrado Corazón de
Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón
de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca
san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles
Custodios, rogad por nosotros.
San Juan Eudes,
ruega por nosotros.
Todos los santos y
santas de Dios, rogad por nosotros.
***
¡Querido hermano,
si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
***
Ave María
Purísima, sin pecado concebida.