martes, 22 de junio de 2021

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS. Día 23

DÍA 23

MES DE JUNIO DEDICADO AL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

D. FELIX SARDA Y SALVANY, Pbro.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Por la señal, etc.

 

¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estáis vivo e inflamado de amor por nosotros! Aquí nos tenéis en vuestra presencia, pidiéndoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa oh, buen Jesús, de haberos ofendido, por ser Vos tan bueno que no merecéis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén.

 

DÍA 23

PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN,

POR LOS POBRES INCRÉDULOS

Y MALOS CRISTIANOS

 

I

Hay hermanos nuestros criados como nosotros por Dios, redimidos como nosotros por la sangre divina, destinados como nosotros para el reino eterno, y que sin embargo se obstinan en cerrar sus ojos a la luz de la verdad y permanecer apartados de la fe, en ciego y voluntario paganismo. Estos son los pobres incrédulos. ¡Cuántos de esos gentiles hay en medio de nuestra sociedad cristiana! ¡Cuántos de nuestros amigos y conocidos, y quizás parientes, no tienen de Dios y de su ley y de sus misterios mayor conocimiento que el que tiene un pobre salvaje, para quien es absolutamente desconocida la cruz! Roguemos, pues, hoy al Sagrado Corazón de Jesús por este doloroso estado de tantas almas.

¡Oh, Jesús, Señor Nuestro! ¿Cómo puede ser que veinte siglos después de vuestra venida haya aún quien no os conozca? Abrid, ¡oh, buen Jesús!, los ojos a esos ciegos del alma, Vos que a tantos alumbrasteis los del cuerpo en vuestra vida mortal, Señor, os diremos como aquel cieguito del Evangelio: Señor, ¡que vean! ¡Que vean, que sientan, que gocen de la verdad de vuestra ley, la ternura de vuestro amor, la eficacia de vuestros Sacramentos! Que os conozcan ¡oh, buen Jesús! estas pobres almas, a quienes tiene engañada la idea de que pueden salvarse por ventura, con sólo una honradez mundana, que Vos no reconoceréis como de buena ley en vuestro juicio. Rasgad, Divino Sol, las densas tinieblas en que están envueltos tantos hermanos nuestros, y que les impiden ver el espantoso abismo de la eternidad que tienen abierto a sus pies. ¡Misericordia por ellos, piadosísimo Jesús! Aceptad por ellos, Corazón Sagrado, los humildes ruegos de nuestro rendido corazón.

Medítese unos minutos.

 

II

Además de los incrédulos están los malos cristianos; es decir, aquellos que creen de verdad, pero no practican; tienen fe y no quieren dejar de ser llamados católicos, pero tienen malas costumbres y cometen criminales acciones. ¿Qué les valdrá a los infelices su creencia, si no procuran traer ajustada su conducta? ¡Ah! les valdrá sólo de mayor responsabilidad en el tribunal de Dios.

Os pedimos también, amorosísimo Corazón de nuestro Jesús, por esos malos cristianos cuya vida criminal y viciosa deshonra vuestra ley y da ocasión a que se burlen de ella vuestros enemigos, al paso que es mortal escándalo para los incautos. ¡Oh indigna ingratitud! Creen en Vos, Señor, pero no os sirven; admiten vuestra ley, pero la pisotean y afrentan; temen vuestro infierno, pero nada hacen por no caer en él.

¡Oh, Señor! ¡Despertad con el trueno de vuestras amenazas a esos dormidos! ¡Limpiad de la asquerosidad de sus malas costumbres a esos leprosos! ¡Tocad con vuestra inspiración a esos Lázaros hediondos con la podredumbre de sus vicios! Haced brillar aquí a la vez vuestro poder y vuestra misericordia, son hoy lumbreras de santidad y ornamentos de la Iglesia.

¡Sagrado Corazón de Jesús! Por los infelices incrédulos, por los endurecidos pecadores, os pedimos hoy luz, gracia, perdón.

Medítese, y pídase la gracia particular.

 

 

 

DESPUÉS DE LA MEDITACIÓN DE CADA DÍA

ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN

 

Rendido a vuestros pies; oh, Jesús mío, considerando las inefables muestras de amor que me habéis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo vuestro adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedéis a los que de veras os conocen, aman y sirven.

¡Mirad que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos, como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! ¡Mirad que soy muy rudo oh, soberano Maestro y necesito de vuestras divinas enseñanzas para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mirad que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Vos lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, ¡oh, Señor! firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dadme en cambio lo que sabéis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.

 

***Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.