lunes, 19 de abril de 2021

Jesucristo, en la santa misa, es el Buen Pastor y el Cordero que se inmo...


Domingo del Buen Pastor 2021

Queridos hermanos, seguimos celebrando el acontecimiento pascual.  Toda la cincuentena pascual es una auténtica prolongación de este acontecimiento, y no sólo, cada domingo del año, el día del Señor, perpetúa en la historia el Misterio de la Resurrección Gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo. Este triunfo de Jesús sobre la muerte y sobre el pecado nos ha reconciliado con Dios y ha abierto una canal inagotable de gracia y misericordia para la humanidad. Así nos lo presenta hoy la antífona del Introito, tomada del salmo 32, que es un Himno de alabanza a al Señor por su palabra creadora y su dominio sobre la historia. ¡La misericordia del Señor llena la tierra! Que expresión de optimismo y esperanza, en medio de la tragedia de nuestra sociedad que le da la espalda a Dios, el Señor se mantiene fiel, sigue ofreciendo su proyecto de salvación para los hombres. Y esta realidad, que se nos ofrece por Jesucristo, la contemplamos especialmente este domingo en la figura del Buen Pastor, de ahí que se denomine “Domingo del Buen Pastor”. No es una idea que la Iglesia asocie a Jesús en consonancia con toda la tradición hebrea que invoca a Dios como un Pastor y que la sagrada liturgia renueva en el Adviento con la antífona del 18 de diciembre, Oh Adonai, Pastor de la Casa de Israel; sino que es Jesucristo Nuestro Señor quien nos dice hoy en el Santo Evangelio, “Yo soy el Buen Pastor”.

El apóstol San Pedro en la Epístola nos adelanta en la Epístola lo que después dirá Jesús en el evangelio: el buen pastor da la vida por las ovejas. Dice san Pedro, “Cristo padeció por nosotros” “él llevó la pena de nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, a fin de que muertos a los pecados, viviésemos para la justicia”. En estas palabras descubrimos la imagen que los primeros cristianos dejaron retratada en las catacumbas romanas, Jesús como el pastor joven y robusto que carga, contento, sobre sus hombros la oveja descarriada. Concluye el apóstol san Pedro “Andabais como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis convertido al Pastor y custodio de vuestras almas”. El Salvador de los hombres se presenta como aquel que ha sido enviado a buscar las ovejas descarriadas de Israel, nos dice que viene a buscar lo perdido, nos quiere contagiar la alegría de encontrar la oveja descarriada. Todo ello pone de manifiesto la iniciativa divina de venir a rescatarnos, y en esto consiste la obra de redentora de Cristo, rescartarnos/redimirnos de las cadenas opresoras y esclavizantes de Satanás y del pecado. Estas cadenas que nos enredan e hieren como las espinas de las zarzas donde atorada se encuentra la oveja que busca el Pastor Divino. Y, misteriosamente dice el Apóstol, son otras heridas las que curan las nuestras, las llagas gloriosas de Cristo, que el Resucitado nos muestra para recordarnos que es el mismo que Dios la vida por nosotros colgado de la cruz.

Nuestro Señor Jesucristo en el Santo Evangelio, al presentarse como el buen Pastor que da la Vida por las ovejas quiere contraponer la imagen del que no es pastor, sino asalariado, y que no le importan las ovejas. ¡Qué gran contraste! Por un lado no solo el que ama a sus ovejas sino que el se ofrece por ellas, y por otro lado el que no le interesan ni le preocupa que estas se pierdan.

Jesús nos habla del conocimiento que él tiene de sus ovejas, y como estas también le reconocen a él. Sabemos que este conocer no es simplemente tener unos datos, una referencia sobre el otro, sino que se trata de una percepción más profunda, de un adentrarse en la realidad más íntima de la otra persona. Jesús nos conoce y nos ama, es más íntimo que nuestra propia intimidad, su mirada nos atraviesa y llega al corazón, y quiere que también nosotros le conozcamos para poder amarle cada vez con mayor intensidad. El versículo del aleluya nos da la clave, dentro del contexto pascual, “los discípulos le conocieron al partir el pan”: es el santo sacrificio de la misa, donde el buen pastor da la vida por nosotros, donde realmente podemos descubrir y conocer al Señor.