sábado, 1 de marzo de 2025

DÍA 2. EL CORAZÓN DE SAN JOSÉ SE OCUPA EN LA VIDA INTERIOR Y OCULTA

DÍA SEGUNDO

El Corazón de San José se ocupa

en la vida interior y oculta.

 

MES

EN HONOR

A SAN JOSÉ

Por un sacerdote

de la Congregación de la Misión

 

ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

 

Por la señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, (breve silencio)

pidiendo el auxilio de la Virgen María (breve silencio)

y del Ángel Custodio, (breve silencio)

acudamos a la presencia del Glorioso San José y supliquemos:

 

Dios te salve, José, lleno de la gracia divina.

Entre tus brazos descansó El Salvador

y ante tus ojos creció.

Bendito eres entre todos los hombres,

y bendito es Jesús,

el hijo divino de tu Virginal Esposa.

San José, padre adoptivo de Jesús,

ayúdanos en nuestras necesidades familiares,

de salud y de  trabajo,

hasta el fin de nuestros días,

y socórrenos a la hora de nuestra muerte. Amén.”

 

DÍA SEGUNDO

El Corazón de San José se ocupa

en la vida interior y oculta.

 

Seríamos felices y dichosos si pudiéramos saber con exactitud y precisión a qué fin y de qué manera fueron empleados todos los momentos de esa vida interior y oculta que llevó san José, especialmente cuando vivió en compañía de Jesús, su hijo adoptivo, y su esposa, todas las particularidades de una vida tan preciosa como la suya, y conforme a la de su Jesús, cuyas más pequeñas acciones estudiaba para regularse en todo y conformarse a ese gran modelo. Ciertamente nos alegraría mucho poder conocer el orden, el método que seguía en sus ejercicios de espíritu y cuerpo, en sus devociones matutinas y vespertinas, en sus oraciones y lecturas, al levantarse, al acostarse, al vestirse, en tomar sus almuerzos, en el dolor de sus manos, y sobre todo en la conducta que tuvo con su Jesús, y que Jesús tuvo con él. Pero ¿cómo reconocer estas y otras peculiaridades similares? Oh Ángel de la Guarda de este gran Patriarca, podrías contarnos todas sus bellas y santas acciones que serían tan útiles y ventajosas para nosotros como serían honorables y gloriosas para él.

Pero sin esperar respuesta del Ángel podemos afirmar, siendo muy probable, que el entretenimiento más ordinario de la vida interior y oculta del san José era un Dios escondido en el cuerpo de un niño, encerrado y recluido en el seno de una Virgen, en la cuna de Belén, entre pobres ropas, sobre un poco de heno y paja, en el desierto de Egipto y en la casa de Nazaret. El objeto de los pensamientos de san José y el tema de su vida solitaria fue la triple vida oculta del Salvador del universo: la vida divina eclipsada por la natural y la humana; la vida gloriosa cubierta por un cuerpo pasible y mortal; la vida de santidad cubierta con un exterior común y sin afectación.

Después de haber visto nacer una vez en medio de la oscuridad y en el silencio de la noche a Aquel que la fe le enseñó que había sido engendrado en el seno del Padre eterno en el esplendor de los santos antes de que Lucifer apareciera en el cielo, está muy contento de vivir en una santa oscuridad a semejanza de su Jesús. Jesús era todo para él, y Jesús le bastaba, y las bellezas internas y externas de este divino Infante lo tenían tan ligado y unido a su adorable persona, que no podía en modo alguno abstraerse de él, ni encontrar otro placer en cualquier otro lugar que en él, y en ningún otro lugar que aquel en el que se encontraba su amable Jesús. Y tenía razón en llevar una vida tan interior y escondida que no se distraía en absoluto de la atenta aplicación que hacía al Verbo de Dios hecho carne, del que no podía apartar un momento su pensamiento y su mirada. En una palabra san José vivía en el mundo como si nunca hubiera estado allí, y como si viviera solo en un desierto, donde no tenía nada más que ver que Jesús y María, ninguna otra gente con la que tratar mas que estas dos grandiosas personas, porque en verdad, nunca estaba menos solo que cuando estaba e interactuaba con ellos.

Y he aquí el gran modelo que debéis tener continuamente ante vuestros ojos, oh almas devotas, para imitar. Él ama mucho a las almas recogidas e interiores, que se retiran a la habitación de su corazón para adorar a Dios en silencio y quietud, lejos de la vista y del ruido de las criaturas. Afortunadas son estas almas, si por amor a san José saben extirpar del corazón la inclinación natural a expresar y hacer público todo lo que pueda fomentar el amor propio y obtener alabanza y gloria de la criatura. Libres de la tiranía de esos fantasmas de la vanidad, del interés y de las reflexiones humanas, que suelen corromper fácilmente la belleza de las buenas obras, como las moscas estropean la preciosidad del ungüento al permanecer extintas en él: sigamos al glorioso san José que camina por los senderos interiores, caminos que son tan enemigos de la naturaleza, de los sentidos y de la disipación, como amigos de la gracia, del espíritu y de la concentración. Invoquémoslo a menudo para que nos ayude a morir a nosotros mismos, a la carne, al pecado, a los placeres del mundo, y nos obtenga comenzar de una vez por todas aquella vida escondida en Jesucristo, su hijo, una vida pura, santa, mortificada y enteramente celestial.

 

JACULATORIA

Oh san José, que tuviste el destino de llevar, custodiar y vestir

al Rey del Cielo que se hizo Niño por nuestro amor,

ruega por nosotros.

 

AFECTOS

Bienaventurado San José, a tus gloriosos antepasados ​​se les prometió el Mesías, y el Mesías vino conforme a las promesas divinas, pero después de un gran número de generaciones, y lo vieron sólo con deseo, sin pagar ningún servicio personal, ni recibir de él un honor inmediato. Sólo a ti, te tocó verlo con tus ojos corporales, llevarlo en tus brazos, alojarlo en tu casa, alimentarlo con tu esfuerzo y con el sudor de tu rostro, vestirlo, acariciarlo como a un hijo y recibir inefables honores de él. Muy afortunado san José, flor de los hombres, que fuiste exaltado por Dios sobre todos los reyes de la tierra y los príncipes de su milicia, por encima de lo que podemos imaginar. Oh santísimo Patriarca, hazme digno de recibir en la Sagrada Comunión a ese mismo Jesús a quien tú trataste tan dignamente y con tanta confianza y amor, y de acariciarlo y tenerlo cerca de mi corazón para que no tenga que separarme de él para siempre.

 

LETANÍAS A SAN JOSÉ

Indulgencia de 5 años, cada vez que se recitan. Indulgencia plenaria si diariamente se recitan devotamente durante un mes. Pio XI, 25 de marzo de 1935

 

Señor, ten misericordia de nosotros

Cristo, ten misericordia de nosotros.

Señor, ten misericordia de nosotros.

 

Cristo óyenos.

Cristo escúchanos.

 

Dios Padre celestial,

ten misericordia de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo.

Dios Espíritu Santo.

Santa Trinidad, un solo Dios.

 

Santa María,

ruega por nosotros.

San José,

ruega por nosotros.

Ilustre descendiente de David.

Luz de los Patriarcas.

Esposo de la Madre de Dios.

Casto guardián de la Virgen.

Padre nutricio del Hijo de Dios.

Celoso defensor de Cristo.

Jefe de la Sagrada Familia.

José, justísimo.

José, castísimo.

José, prudentísimo.

José, valentísimo.

José, fidelísimo.

Espejo de paciencia.

Amante de la pobreza.

Modelo de trabajadores.

Gloria de la vida doméstica.

Custodio de Vírgenes.

Sostén de las familias.

Consuelo de los desgraciados.

Esperanza de los enfermos.

Patrón de los moribundos.

Terror de los demonios.

Protector de la Santa Iglesia.

 

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

escúchanos, Señor,

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo:

ten misericordia de nosotros.

 

V.- Le estableció señor de su casa.

R.- Y jefe de toda su hacienda.

 

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia, te dignaste elegir a San José por Esposo de tu Santísima Madre: concédenos, te rogamos, que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

***

Querido hermano: si te ha gustado esta meditación del mes de san José, compártela con tus familiares y amigos.

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.