domingo, 23 de octubre de 2022

SE MANTUVIERON CONSTANTES EN MEDIO DE LA PRUEBA. San Juan Crisóstomo

 

 

Lecciones del II Nocturno de Maitines

 

(4º Domingo de Octubre)

 

 

Del Tratado de San Juan Crisóstomo sobre el Salmo 43.

Nosotros, oh Dios, lo hemos oído; nuestros padres nos han contado una obra que hiciste en sus días. El profeta habla en este salmo en nombre de los Macabeos, haciendo un relato profético de las cosas que debían suceder en su época. Porque lo propio de los Profetas consiste en recorrer todos los tiempos, el presente, el pasado, el por venir. Hay que empezar por decir quiénes eran los Macabeos, lo que sufrieron, lo que hicieron. Cuando Antíoco, llamado Epífanes, invadió la Judea y todo lo devastó, obligó a muchos judíos a abandonar las tradiciones patrias. Entonces los Macabeos se mantuvieron constantes en medio de la prueba.

Y cuando sobrevenía una guerra violenta, en la que no veían ellos ventaja alguna, se ocultaban; lo cual hicieron más tarde los Apóstoles. No siempre daban la cara, ni se lanzaban temerariamente al peligro; a veces se retiraban, ya huyendo, ya ocultándose. Mas en cuanto pudieron respirar un poco, abandonando sus guaridas cual vigorosos cachorros, y apareciendo en público, resolvieron salvarse a sí mismos y a cuantos pudieran. Recorriendo la ciudad y todo el país, reunieron a cuantos encontraban todavía fieles y constantes; y también a muchos que se habían dejado abatir o corromper, y les restituyeron a su primitivo estado, persuadiéndolos a abrazar de nuevo la ley de sus padres.

Recordaban que Dios es bondadoso y clemente, y que jamás niega la salvación al que hace penitencia. Estas exhortaciones pusieron en pie de guerra un ejército de hombres valerosísimos, que combatían, no por sus mujeres, sus hijos y sus servidores; no por ahorrar al país la ruina y la esclavitud, sino por la ley de sus padres y los derechos de la nación. Dios era su generalísimo; exponían sus vidas y derrotaban al enemigo, no fiando en sus armas, sino en la santidad de la causa por la cual combatían. Al marchar al combate, no atronaban el aire con vociferaciones ni cantos profanos; ni llevaban bandas de músicos, sino que pedían a Dios que les enviara su auxilio, que los asistiera y sostuviera, ya que hacían la guerra en defensa de su causa, y combatían por su gloria.