24 de octubre. San Rafael Arcángel
Sermón de S. Buenaventra, Obispo.
Sermón 5, santos Ángeles.
Rafael significa medicina de Dios. La liberación del mal se obtiene por los tres beneficios que Rafael nos hace al curarnos. Médico celestial, nos sana de las enfermedades del alma, conduciéndonos a la amarga contrición. Dice Tobías: Luego que entrares en la casa, unge sus ojos con la hiel. Lo hizo así, y su padre recobró la vista. ¿Por qué no lo hizo el mismo Rafael? Porque no corresponde al Ángel comunicar la compunción sino señalar su camino. Por la hiel entendemos la amargura de la contrición, que cura los ojos interiores del alma, según el Salmo: Él es quien sana a los de corazón contrito. Esta contrición es un excelente colirio. En el libro II de los Jueces se lee que el Ángel subió al lugar de las lágrimas, y dijo al pueblo: Yo soy el que os saqué de la tierra de Egipto, y os hice tantos y tantos beneficios; y todo el pueblo se puso a llorar; y aquel lugar se llamó el de los lloradores o de las lágrimas. También a nosotros, los Ángeles nos están hablando de continuo de los beneficios de Dios y recordándonoslos: ¿Quién te ha creado? ¿Quién te redimió? ¿Cómo te has portado con Él? ¿Por qué le ofendiste? Si consideramos estas cosas como es debido, no podremos menos que llorar.
Segundo: Rafael nos libra de la esclavitud del demonio recordándonos la Pasión de Cristo, que vemos figurada en el capítulo sexto del libro de Tobías: Si pusieres sobre las brasas un pedacito del corazón del pez, su humo ahuyenta todo género de demonios. Y en el capítulo octavo del mismo libro, leemos que Rafael confinó al demonio al desierto del Egipto superior. ¿Qué significa esto? ¿No podía Rafael ahuyentar al demonio sin poner el corazón del pez sobre las brasas? ¿Era acaso el corazón del pez lo que daba al Ángel un poder tan grande? No. Ninguna eficacia habría tenido de no haber en ello un misterio. Con este hecho se nos da a entender que no hay nada comparable a la Pasión de Cristo para librarnos de la servidumbre del demonio, y que esta Pasión tiene su raíz en su Corazón. El corazón es la fuente de todo calor vital. Si pones, pues, el Corazón de Cristo, es decir, la Pasión que sufrió, cuya raíz era la caridad y cuyo manantial el ardor que lo consumía, sobre las brasas, o sea, sobre tu memoria enfervorecida, al punto huirá el demonio, sin que pueda dañarte.
Tercero: Nos libra de la enemistad de Dios en que incurrimos al ofenderle, excitándonos a la oración perseverante. A esto se refiere lo dicho por el ángel Rafael a Tobías, en el capítulo XII: Cuando tú orabas con lágrimas, yo presentaba al Señor tus oraciones. Los Ángeles nos reconcilian, en cuanto de ellos depende, con Dios. En cambio, nuestros acusadores ante Dios son los demonios. Los Ángeles nos excusan cuando presentan a Dios nuestras oraciones, que ellos mismos nos excitan a hacer devotamente. Así se lee en el capítulo octavo del Apocalipsis: Subió el humo de los perfumes al acatamiento del Señor por la mano del Ángel. Estos perfumes que se consumen suavemente, son las oraciones de los Santos. ¿Aspiras a aplacar a Dios a quien ofendiste? Ruega devotamente. Los Ángeles ofrecen a Dios tu oración para reconciliarte con Él. Se dice en S. Lucas que Jesucristo, entrando en agonía, oraba intensamente, y que, apareciéndosele un Ángel del Señor, le confortaba. Lo cual se hizo en favor nuestro; no necesitando el Salvador confortación alguna, esto acaeció para mostrar que los Ángeles asisten y ayudan de buen grado a los que oran, les fortalecen y ofrecen sus oraciones a Dios. Benedicto XV extendió a toda la Iglesia la fiesta de San Rafael Arcángel.
Oremos.
¡Oh Dios, que hiciste que el arcángel San Rafael fuese compañero de camino de tu siervo Tobías!; concédenos a tus siervos ser siempre protegidos por él y defendidos con su auxilio. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.