18 de octubre. San Lucas, evangelista
Del libro de San Jerónimo, presbítero.
Sobre los escritores eclesiásticos.
Lucas, que era médico de Antioquía, y que estaba versado en la lengua griega, según se ve en sus escritos, fue discípulo de San Pablo, a quien acompañó en sus diversos viajes. Escribió un Evangelio, refiriéndose al cual dice el mismo Apóstol: Hemos enviado con él uno de nuestros hermanos, del que todas las Iglesias hablan con elogio a causa de su Evangelio; y en su carta a los Colosenses: Lucas, el médico muy amado, os saluda; y en la epístola a Timoteo: Lucas está solo conmigo. Nos ha dejado otro valioso libro titulado Los Hechos de los Apóstoles, en que se refiere la historia de aquellos tiempos hasta el 2º año de la permanencia de Pablo en Roma, hasta el año 4º del reinado de Nerón, de lo cual deducimos que compuso la obra en esta ciudad.
Así pues, hemos de considerar los viajes de Pablo, de Tecla y la fábula del León bautizado, como libros apócrifos, porque ¿cómo es posible que, entre tantas otras cosas, un compañero del Apóstol hubiera olvidado sólo éstas? Vemos en Tertuliano, que vivió a poca distancia de esta época, que el Apóstol San Juan señaló como autor de estas narraciones a cierto sacerdote asiático, el cual confesó escribirlas por afecto que tenía a San Pablo, siendo depuesto por este motivo. Según opinión de algunos, siempre que Pablo en sus epístolas escribe estas palabras: según mi Evangelio, se refiere al Evangelio de San Lucas.
Este Evangelista, no sólo se había informado del Apóstol San Pablo, que no había visto al Señor en carne mortal, sino también de los otros Apóstoles. Él mismo lo dice al principio de su Evangelio, así: Teniendo en cuenta que estas cosas nos han sido transmitidas por aquellos que desde el comienzo las han visto y han sido ministros de la palabra. Así, pues, Lucas incluyó en su Evangelio los acontecimientos que había oído referir a los demás, y en los Hechos de los Apóstoles, los que él mismo había presenciado. Vivió 84 años, sin contraer nupcias. Fue enterrado en Constantinopla, a donde fueron transportados sus restos desde Acaya, junto con los del Apóstol San Andrés, en el año 20º del reinado de Constantino.
Oremos.
Te rogamos, Señor, que abogue por nosotros tu santo Evangelista Lucas, el cual llevó siempre en su cuerpo la mortificación de la Cruz por la gloria de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.