viernes, 25 de marzo de 2022

EL INVISIBLE EN SU NATURALEZA SE HA HECHO VISIBLE EN LA NUESTRA. San León Magno

 


25 de marzo

LA ANUNCIACIÓN

 

Lecciones del II Nocturno de Maitines

 

Sermón de San León, Papa.

Sermón 2 de la Natividad del Señor.

Al tiempo en que la malignidad diabólica nos emponzoñó con el veneno mortal de su envidia, el Dios todopoderoso y clemente, cuya naturaleza es bondad, su voluntad es poder, y su acción es misericordia, señaló los remedios con que su piedad se proponía socorrernos; y lo hizo desde el principio del mundo, diciendo a la serpiente que nacería de la mujer un hijo fortísimo para quebrantar su cabeza llena de orgullo y de malicia: Cristo, el cual tomaría nuestra carne, siendo a la vez Dios y Hombre, y, naciendo de una virgen, condenaría con su nacimiento a aquel por quien el género humano había sido manchado.

Tras engañar al hombre con su astucia, regocijábase el diablo viéndole desposeído de los dones, despojado de la inmortalidad y bajo el peso de una sentencia de muerte; alegrábase de sus males en la compañía del prevaricador, y por motivar que Dios, tras crear al hombre en un estado tan honorífico, hubiese cambiado sus disposiciones acerca de él, para satisfacer las exigencias de la justicia. Ha sido necesaria, hermanos, la economía de un profundo designio, para que un Dios que no se muda, cuya voluntad, por otra parte, no puede dejar de ser buena, cumpliese por un misterio más profundo, para que el hombre, arrastrado hacia el mal por la malicia del demonio, no pereciese, subvertiendo el plan divino.

Así, al llegar los tiempos señalados para la salvación del hombre, nuestro Señor Jesucristo, desde el cielo, se abaja, pero sin dejar la gloria del Padre. He ahí un nuevo prodigio: su generación; otro prodigio más: su natividad. Nuevo prodigio, en efecto: el invisible en su naturaleza, se hace visible en la nuestra; el inmenso e inaccesible, quiere hacerse accesible y limitado; el que subsiste desde antes de los siglos, comienza a existir en el tiempo; el Señor del universo toma la forma de siervo, escondiendo su majestad; el Dios impasible e inmortal se hace hombre pasible y se sujeta a las leyes de la mortalidad.