MEDITACIÓN PARA LA FIESTA DE SANTIAGO EL MAYOR
San Juan Bautista de la Salle
25
de julio
Aun
cuando todos los apóstoles fueran especialmente amados de Jesús, por
constituir el grupo de sus discípulos preferidos, a quienes confió sus
misterios; descuella Santiago entre los que más amó, y a quienes descubrió
más abiertamente sus secretos.
Tuvo
la ventura de hallarse presente en la transfiguración de Jesucristo (1), y ver
allí glorificado su cuerpo, aunque de modo transitorio; lo cual no fue otorgado
más que " a él, a su hermano san Juan y a san Pedro ".
Tuvo
también la suerte de acompañar a Jesucristo en el Huerto de Getsemaní (2),
donde fue entregado por Judas a los judíos, que se apoderaron de su persona.
¿Seguís
a Jesús tan gustosos en el Calvario como en el Tabor? La mayoría, aun de los
que parece se dan a Dios, toman parte de muy buen grado en los consuelos de
Jesucristo; pero son muy pocos los que participan con alegría en sus dolores.
Y, con todo, a ello nos invita san Pedro: Alegraos, dice, cuando tenéis parte
en los dolores de Jesucristo; sea éste el principal motivo de vuestro gozo (3).
Santiago,
tan particularmente querido de Jesús, fue también uno de los más considerados
entre los Apóstoles. De él da san Pablo este testimonio en una de sus
epístolas: Santiago era tenido por una de las columnas de la Iglesia (4).
Si
san Pablo, aunque elegido de manera milagrosa, y enseñado por Jesucristo, tuvo
tan elevada estima y tanto respeto a Santiago; está muy puesto en razón que
vosotros le honréis de modo especial, como a uno de los Apóstoles más
ilustrados en las verdades de nuestra santa religión.
Y,
pues debéis enseñarlas a los niños que tenéis bajo de vuestra tutela, pedid
por intecesión de este santo Apóstol la gracia de conocerlas cumplidamente.
Demuestra,
además, que Santiago era uno de los más celosos propagadores y defensores de
la religión cristiana, el hecho de que, pretendiendo Herodes complacer a los
judíos, mandó contarle la cabeza (5); lo que, efectivamente produjo alegría
en éstos; pues temían que el establecimiento de la religión cristiana
contribuye se en gran manera a destruir la suya. Tiénese por seguro que fue
Santiago el primero de los Apóstoles en derramar su sangre por la fe de
Jesucristo.
Dios
os ha establecido sucesores de los santos Apóstoles para exponer la doctrina de
Jesucristo, y para afianzar su santa ley en el espíritu y corazón de aquellos
que instruís por la explicación del catecismo, que es vuestra función
principal.
Teneos
por " felices y bien pagados cuando os sacien de oprobios, o cuando
padezcáis cualquier ultraje por amor de Jesucristo " (6). Si los malvados
se complacen en causaros molestias, sea para vosotros motivo de extraordinaria
alegría soportarlas; puesto que os ayudan a morir a vosotros mismos.