domingo, 7 de julio de 2019

EL QUE OBEDECE, SIEMPRE ACIERTA. San Juan Bautista de la Salle

 
Que se acierta siempre cuando se obedece. 
PARA EL DOMINGO CUARTO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Ocurre con frecuencia que no consigue el resultado apetecido aquello que se intenta, porque se emprendió de propio movimiento, sin otra regla ni guía que la dictada por la personal inspiración.
Así nos lo muestra el evangelio de este día en la persona de san Pedro. Según él mismo confesó a Jesucristo, había trabajado en pescar toda la noche, sin conseguir hacerse con un solo pez (1): y eso, a causa de haber obrado por cuenta propia.
A veces, os ocurre a vosotros lo mismo: creéis producir algún bien y, en realidad, no operáis ninguno, ni en vosotros ni en los demás, por no haber contado en lo que emprendisteis con otro guía ni conductor que vuestro propio espíritu.
Cuando así se procede, trabájase realmente " en la oscuridad de la noche ", porque nuestro espíritu sólo sirve, a veces, para extraviarnos: la luz que hay en él no es muy a menudo más que tinieblas (2). Seguid, por con siguiente, a otro guía más seguro, si no queréis descaminaros e inutilizar del todo vuestro esfuerzo.
San Pedro, que fracasó en su tarea, mientras obró por propia iniciativa; en cuanto le dio orden Jesucristo de echar la red, y le señaló el punto preciso en que deba arrojarla, se mostró tan sumiso a lo que el Salvador acababa de decirle que, al momento, él y sus acompañantes pescaron tal abundancia de peces, que la red se rompía (3).
Ved ahí el fruto de la obediencia: atrae de tal modo la bendición de Dios sobre cuanto se emprende que, por su medio, se alcanza todo lo que se desea, junto con mucha facilidad para obrar el bien y mover los corazones, si se tiene la fortuna de trabajar en la salvación delas almas y de ocuparse en ello por pura obediencia.
Si caéis en muchas faltas; si no conseguís tanto fruto como podríais en vuestro empleo; atribuidlo a que muchas veces no sois tan observantes como debierais, y a que no procedéis con la necesaria sumisión. Comparad lo que hacéis por inspiración de la obediencia con lo ejecutado por personal impulso, y considerad lo primero como obra de Dios, y lo segundo como trabajo del hombre.
Los que viven en comunidad tienen sobre los seglares la suerte de poder decir todos los días a Jesucristo con san Pedro: " Maestro, sobre tu palabra echaré la red (4); por tu orden voy a emprender tal obra; esto me da confianza de que la bendecirás y tendrás por agradable ".
Basta, en efecto, que algo se haga por obediencia para que agrade a Dios, si se procede con tal llaneza, que no se tenga otra mira que obedecer. De ahí que haya ocurrido a veces, por particular providencia de Dios, que determinadas acciones, malas en sí mismas, se trocasen en buenas, por haberlas realizado con sencilla obediencia.
Puesto que procura la obediencia tan señalados bienes, tomad medidas para que sea inseparable de todos vuestros actos, los haga dignos de Dios y os ponga en condiciones de producir fruto en las almas de aquellos que debéis conducir a Él y educar como cristianos.