OBEDECER,
EL ÚNICO MEDIO DE ESPERAR LA SALVACIÓN Y CANTAR VICTORIA. HOMILÍA
Conmemoración
mensual Padre Pio. Abril 2018
Queridos
hermanos:
Sed
bienvenidos a la celebración mensual en memoria del Glorioso Padre Pio de
Pietrelcina. Esta vez lo hacemos sumergidos de lleno en el contexto pascual. La
Iglesia proclama exultante la victoria de Jesucristo Nuestro Redentor sobre la
muerte y sobre el pecado… Un triunfo luminoso que pretende y se nos regala como
un precioso faro que ilumina las tinieblas que tantas veces ensombrecen nuestra
vida. Tinieblas exteriores, de un mundo que proclama inconscientemente su
alejamiento de Dios, pero también interiores cuando dejamos apagar en nosotros
la luz de la fe, enfriar la llama de la caridad y desvanecer el aliento de la
esperanza.
También
en este tiempo festivo aprendemos a descubrir el misterio de la cruz de Jesús,
que acabó en un aparente fracaso, desde la perspectiva de su gloria. El mismo
Jesús, que padeció y murió por nosotros, Él mismo, recordad como insiste en ver
sus llagas a los discípulos, es el mismo que ha resucitado. La clave está en
descubrir el sentido de nuestras cruces, de nuestros dolores y sufrimientos.
Porque la cruz, si queremos vivir como verdaderos cristianos, es indispensable
en nuestro camino.
Las
multitudes que acudían diariamente a San Giovanni Rotondo para ver al padre Pío
participar en su misa, para pedirle consejo, confesarse, descubrían en él una imagen viva
de Cristo doliente y resucitado. A pesar del profundo misterio de sufrimiento,
en el rostro del padre Pío resplandecía la luz de la resurrección. Las llagas
impresas en su propia carne mostraban la íntima conexión entre la muerte y la
resurrección que caracteriza el misterio pascual. Sin duda para el Padre Pío la
participación en la Pasión tuvo notas de especial intensidad: los dones
singulares que le fueron concedidos y los consiguientes sufrimientos interiores
y místicos le permitieron vivir una experiencia plena y constante de los
padecimientos del Señor, convencido firmemente de que «el Calvario es el monte
de los santos».
Todavía
más intensas fueron las pruebas que tuvo que soportar, por decirlo así, como
consecuencia de sus singulares carismas. Como todos bien sabemos por la
Historia de los Santos, Dios permite que sean a menudo objeto de
incomprensiones. Cuando esto acontece, la obediencia se convierte en un crisol
de purificación, un camino de progresiva identificación con Cristo y un
fortalecimiento de la auténtica santidad. Así lo expresaba en una carta el
Padre Pío sus superiores: «Actúo solamente para obedecerle, pues Dios me ha
hecho entender lo que más le agrada a él, que para mí es el único medio de
esperar la salvación y cantar victoria». Así pudo identificarse con las
palabras de la epístola que acabamos es escuchar, Dios me libre de gloriarme si no
es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado
para mí, y yo para el mundo. Sin embargo, a nosotros nos cuesta mucho
aplicar estas palabras en nuestra vida, cuanta influencia tiene el mundo en
nosotros, cuantas veces nos dejamos llevar por modas, por corrientes de
pensamiento, por estilos que sea alejan enormemente del que Jesucristo ha
marcado en el Evangelio. La mundanidad que hoy reina en la sociedad, en la
Iglesia, en las almas es una de las razones, sino la que más, por la que el
cristianismo actual está agonizando. Porque los creyentes a menudo optamos por
ir de ganchete con Dios y con el mundo. Ciertamente, del Padre Pío, aprendemos
todo lo contrario. No es un personaje de los tiempos pasados, su muerte hace
tan solo cincuenta años, nos demuestra que el auténtico centro de su vida fue
siempre Jesucristo.
Jesús
nos dice en el Santo Evangelio venid a mi todos los que estáis cansados y
agobiados… bien sabemos de su predilección. El no busca nunca un cuerpo de
élite para forma la Iglesia. Quiere hombres y mujeres sencillos, pecadores,
pero con ardientes deseos de conversión, que un día puedan alcanzar la
verdadera élite que solo da la santidad.
Que
el Padre Pio sea un reflejo de la luz pascual, que nos ayude a comprender el
misterio de Cristo y a vivirlo intensamente.