martes, 10 de abril de 2018

LA MISERICORDIA DEL SEÑOR LLENA LA TIERRA. Homilía



Triduo de la Divina Misericordia 2018
Segundo día, viernes 6 de abril

La misericordia del Señor llena la tierra. Sal 32, 5
Con esta afirmación, el salmista proclama el actuar de Dios con el mundo.
La misericordia es el atributo más grande de Dios y el modo con el que él se relaciona con todas sus criaturas.
El amor solo puede darse entre iguales… Por eso la vida de la Trinidad es amor: entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo…
Pero el mundo y sus criaturas incluidos los hombres no somos iguales a Dios, y por ello no somos dignos de ser amados;  y esto se hace todavía más admirable y asombroso porque a causa de nuestro pecado sería totalmente detestables para  Dios.
Por eso, su modo de amarnos es la misericordia: él tiene la iniciativa, se acerca a nosotros, rebajándose a poner su corazón  (cor) en aquello que es pobre (miser)…
  Dios, en Jesucristo, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.
Misericordia Divina, asombro de los ángeles, incomprensible para los santos, insospechada para la humana razón.

La misericordia del Señor llena la tierra. Sal 32, 5
La devoción a la divina misericordia nos debe llevar a una forma nueva de comprender y ver el mundo que nos rodea. Todo es misericordia, todo es amor benevolente de Dios hacia nosotros.
Descubrir el don de la propia vida, como también todos los dones que el Señor nos da a través de la creación, desde este nuevo enfoque, nos hace crecer en la admiración:
Dios ha pensado en mí desde la eternidad, porque su misericordia es eterna.
Él  me ha llamado a la vida, porque es eterna su misericordia.
Me ha dado un alma inmortal y un cuerpo, llamados a la vida eterna y a la resurrección, porque es eterna su misericordia.
Me ha dado una familia, unos padres, hermanos, personas que me aman, me ayudan y me enseñan, porque es eterna su misericordia.
Dios me ha regalado un lugar donde vivir, un hogar, me ha dado un mundo hermoso, el sol, la luna, las estrellas, la tierra salida de sus manos… porque es eterna su misericordia.
Este Dios que me ama cuida de mí en su providencia y hace que no nos falte lo necesario para una vida digna… porque es eterna su misericordia.
¡Cuándo uno no es capaz de ver su vida desde la pura gratuidad de la misericordia de Dios, la vida se hace áspera, amarga, falta de luz y alegría! ¡Cuándo uno piensa que lo que tiene es suyo y fruto de su esfuerzo el corazón se endurece y se hace egoísta! Y en definitiva, es incapaz de acoger la Misericordia y de ser misericordioso.

La misericordia del Señor llena la tierra. Sal 32, 5
La devoción a la Divina misericordia nos ha de llevar también a reconocer la misericordia de Dios  también en todos los bienes y gracias espirituales.
Todo es gratuidad, pura misericordia, don del cielo… Como la lluvia que cae del cielo para regar la tierra, así derrama Dios las gracias sobre las almas.
La imagen de Jesús de la Misericordia, con su costado abierto, saliendo de él los rayos de luz, son el signo de esta permanente disposición divina de darnos su gracia… Gracias que brotan de su corazón –símbolo de su amor y de su misericordia para nosotros- de forma incesante e inagotable como el agua brota del manantial.
El Evangelio de hoy nos invita a caer en la cuenta de la gracia recibida del bautismo. Después de la vida, el haber recibido el bautismo es el don más grande de la misericordia de Dios.

Id, pues, e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;  enseñándolas a observar todas las cosas que yo os he mandado.”
Esas palabras han llegado a nosotros, ese mandato ha sido la causa de nuestro bautismo… Y nosotros bautizados nos podemos hacer contemporáneos de la escena del Evangelio. En mí, se han cumplido el Evangelio, el mandato de Cristo a los apóstoles.  
Y el bautismo es la misericordia de Dios para con nosotros porque este es necesario para la salvación de todos aquellos a quienes el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este sacramento. Sin el Bautismo, nadie puede salvarse.- Es el medio ordinario establecido por Dios para salvarnos.
 
Hoy también nosotros somos invitados a salmodiar a Dios y a cantar su historia de salvación con nosotros:
He recibido el bautismo y con él la salvación, porque es eterna su misericordia.
Se me ha perdonado el pecado original, como todos los pecados personales –cuando el bautizado es adulto- y todas las penas debidas al pecado; porque es eterna su misericordia.
Se me ha hecho hijo adoptivo de Dios y heredero del cielo, porque es eterna su misericordia.
 Se me hace partícipe de la vida divina trinitaria mediante la gracia santificante, porque es eterna su misericordia.
Participé del sacerdocio de Cristo, porque es eterna su misericordia.
Se me ha dado la fe, esperanza y caridad y los dones del Espíritu Santo, porque es eterna su misericordia.
Se me ha sellado de forma indelebe como propiedad de Dios, consagrado a él,  porque es eterna su misericordia.
Dad gracias conmigo al Señor, porque es eterna su misericordia.

Queridos hermanos: pidamos que Dios nos ayude a conservar la gracia del bautismo,  que por la fe recibimos, viviendo según nuestra condición de hijos de Dios, llevando una vida en santa y piadosa –como recomienda el apóstol san Pedro- , esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios!… Procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz… Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.» 2. Pedro 3,11-12,14, 17.
Que así sea.