VIERNES SANTO 2018. Homilía
Queridos
hermanos:
Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser
levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida
eterna.
Hemos llegado al Viernes santo, como nosotros miles de cristianos se reúnen
en esta tarde en torno a la cruz.
Desde la cruz, Cristo nos atrae y sin decir nada renueva la invitación a sus discípulos cuando todo dio
comienzo en Galilea: Ven y sígueme.
Es la voz de Cristo que nos atrae
la que ha resonado en nosotros para que le acompañemos, para que con él subamos
al monte de Dios, al monte Calvario.
Camino que exige la confianza
en él y la entrega: por eso ante los momentos de debilidad y apego a las
criaturas, nos dirá: el que echa mano al
arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios
Se lo recordará cuando duden de
él, afirmando sobre sí mismo: Yo soy el
camino, la verdad y la vida.
A aquellos que le critiquen por
haber llamado entre sus discípulos a publicanos como Mateo: le dirá: misericordia quiero y no sacrificio; porque
no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
En momentos en que las
pretensiones humanas obnubilen su entendimiento: les preguntará: ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?
¿Podéis pasar por el bautismo con que yo he de ser bautizado?
Cuando Pedro, pretenda apartar
a Jesús de la misión que el Padre le ha encomendado, les dirá: Si alguno quiere venir en pos de mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su
vida por causa de mí, la hallará.
También les hablara para los
momentos de persecución: Mirad, la hora
viene, y ya ha llegado, en que seréis esparcidos, cada uno por su lado, y me
dejaréis solo; y sin embargo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas
cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación;
pero confiad, yo he vencido al mundo.
Sí, Nuestro Señor Jesucristo
quiere llevar a sus discípulos al monte Calvario: ¿Qué es lo que allí acontece?
Allí el Hijo eterno de Dios, habiéndonos amado, nos amó hasta el extremo,
entregando su cuerpo y su sangre, su vida, muriendo por nosotros en la cruz.
La muerte de nuestro Señor
Jesucristo es el acto culmen y definitivo de su amor por nosotros; por ellos
con san Pablo cantamos en este día: Nosotros
debemos gloriarnos en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, en el cual está
nuestra salud, vida y resurrección, por quien hemos sido salvados y liberado.
¿Qué es lo que nos enseña Cristo
desde la cátedra de su cruz?
La lección de Cristo en la cruz
es aquello que manifiesta el apóstol san Juan en su carta: Deus caritas est.
Dios es amor.
Dios es amor que ha creado
todo.
Dios es amor ofendido y no
correspondido por nuestro pecado.
Dios es amor que salva y para
ello se entrega, sufre, muere, paga nuestra culpa…
Dios es amor que desde el monte
Calvario clavado a la cruz nos pide nuestro amor.
Pero, no pensemos que la cruz,
es cosa del pasado. No es simplemente una historia pasada… que sí, podemos
recordar, pero parece que no tendría mucho que ver con nosotros.
Jesucristo se entrega y muere
en la cruz por la humanidad, por el hombre de ayer, de hoy y de mañana, por los
pecados de la toda la humanidad, por los pecados del pasado, del presente y del
futuro. Su muerte tiene un valor infinito y universal, con ella ha pagado
infinitamente la deuda de nuestro pecado, y que nosotros no podríamos pagar.