martes, 2 de junio de 2020

MEDITACIÓN PARA EL MARTES DE PENTECOSTÉS. San Juan Bautista de la Salle


MEDITACIÓN PARA EL MARTES DE PENTECOSTÉS. 
San Juan Bautista de la Salle
Sobre el segundo efecto producido por el Espíritu Santo en el alma, que es moverla a vivir y obrar por la gracia
Jesucristo afirma en el evangelio de hoy que vino al mundo para que los suyos tengan vida y la tengan en mayor abundancia (1).
Eso mismo debe decirse del Espíritu Santo: que no viene al alma sino para comunicarle la vida de la gracia o para moverla a obrar por la gracia.
Como es necesario vivir para obrar, el primer efecto que el Espíritu de Dios ha de producir en los corazones que hace suyos, es infundirles la vida de la gracia. Por esa razón le llama san Pablo Espíritu de vida y asegura que, " gracias a este Espíritu, se ha visto él libre de la ley del pecado y de la muerte " (2).
Vosotros debisteis redimiros de tan vergonzosa ley al dejar el mundo y haceros libres por la " libertad de los hijos de Dios " (3), con la que os ha honrado Jesucristo.
Vivid, pues, sobre aviso para conservar la gracia que recibisteis y que Jesucristo os conquistó tan a su costa.
Y no os reduzcáis de nuevo al yugo de la servidumbre del pecado (4); eso seria afrentar a Jesús que, os mereció la gracia al precio de tantos dolores; y contristar al Espíritu Santo, que con indecible bondad os la comunicó.
No les basta con vivir de la gracia a las personas que dejaron el mundo: necesitan, además, resistir a todo cuanto pudiera hacérsela perder. Ése es otro de los frutos que el Espíritu Santo produce en ellas.
La carne, dice san Pablo, milita con sus apetitos contra el espíritu, y el espíritu contra la carne (5), pues son contrarios entre sí. Por eso añade el mismo Apóstol: Si mediante el espíritu - es decir, por el Espíritu de Dios que mora en vosotros - mortificáis las obras de la carne, viviréis (6).
De donde se sigue que no podéis conservar la vida de la gracia, sino mortificando en vosotros las inclinaciones de la naturaleza corrompida, que a eso llama carne san Pablo; y, en la medida en que las resistáis, se fortalecerá en vosotros la vida de la gracia.
Ése será también el medio único de conseguir que pertenezcáis vosotros de todo en todo a Jesucristo, pues según dice el mismo san Pablo, los que son de Jesucristo han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias (7).
Mortificad, pues, vuestros miembros (8), añade, y de ese modo os abstendréis de seguir los deseos de la carne, y consolidaréis la gracia en vosotros.
Tampoco es suficiente para vivir en vuestra profesión, según el espíritu de vuestro estado, manteneros en su santa gracia, aun cuando esto sea ya particularísimo efecto de la bondad de Dios.
Debéis, además, obrar en él a impulso de la gracia, y poner de manifiesto que os dejáis conducir por el influjo del Espíritu de Dios. Así probaréis, según san Pablo, que perseveráis en la gracia de Dios: Si vivís, dice, por el Espíritu, obrad también por el Espíritu (9).
Es menester, por consiguiente, que procedáis con suma vigilancia sobre vosotros mismos, de modo que la naturaleza no entre a la parte en lo que hacéis; antes, nada se dé en vuestras obras que no sea producido por la gracia.
¿No hacéis muchas cosas por motivos meramente humanos o naturales, y por sentiros inclinados a ejecutarlas? Hacedlo todo como quien está delante de Dios, es de Dios y no tiene que agradar más que a Dios.