COMENTARIO AL
EVANGELIO
X
DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
FORMA
EXTRAORDINARIA DEL RITO ROMANO
Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es
más, precisamente mientras se encuentra sentado a la mesa en la casa de
Mateo-Leví, respondiendo a los que se escandalizaban porque frecuentaba
compañías poco recomendables, pronuncia la importante declaración:
"No necesitan médico los sanos sino los enfermos; no he venido a llamar a
justos, sino a pecadores" (Mc 2, 17). La buena nueva del
Evangelio consiste precisamente en que Dios ofrece su gracia al pecador. En
otro pasaje, con la famosa parábola del fariseo y el publicano que subieron al
templo a orar, Jesús llega a poner a un publicano anónimo como ejemplo de
humilde confianza en la misericordia divina: mientras el fariseo hacía
alarde de su perfección moral, "el publicano (...) no se atrevía ni a
elevar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!"". Y Jesús
comenta: "Os digo que este bajó a su casa justificado y aquel no.
Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será
ensalzado" (Lc 18, 13-14). Por tanto, con la figura de Mateo,
los Evangelios nos presentan una auténtica paradoja: quien se encuentra
aparentemente más lejos de la santidad puede convertirse incluso en un modelo
de acogida de la misericordia de Dios, permitiéndole mostrar sus maravillosos
efectos en su existencia.
BENEDICTO
XVI