Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial: Se hace hoy memoria de de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora
de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas
Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de santidad en Cristo por su
inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio
de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las
almas y del incremento de la Iglesia, y voló al cielo a los 25 años de edad, el
día 30 de septiembre del año 1897.
Ella nos dice: “La Santísima Virgen
me demuestra que nunca deja de protegerme. Enseguida que la invoco, tanto si me
sobreviene una inquietud cualquiera, un apuro, inmediatamente recurro a ella, y
siempre se hace cargo de mis intereses como la más tierna de las Madres."
Con esa misma confianza acudimos a Nuestra Señora en el rezo del santo
rosario.
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús
en el Huerto
“Para mí, la
oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un
grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio
de la alegría. En una palabra es algo grande, algo sobrenatural que me dilata
el alma y me une a JESÚS.”
2. La flagelación de
Jesús atado a la columna.
“Me fue dado
también un gran amor a la mortificación. Y este amor era tanto más grande,
cuanto menos era lo que me permitían hacer para satisfacerlo… De haber obtenido
permiso para hacer muchas penitencias, de seguro que mi ardor no hubiera durado
gran cosa. Las solas que me concedían, sin yo pedirlas, era mortificar mi amor
propio, lo cual me aprovechaba mucho más que las penitencias corporales».”
3. La coronación de
espinas
“¿Cómo es posible
que Dios, amándonos infinitamente, se goce en hacernos sufrir? No; Dios no puede gozarse en nuestro dolor,
pero éste nos es necesario. Lo permite, pues, como a pesar suyo.”
4. Nuestro Señor con
la cruz a cuestas camino del Calvario
“Mi caminito
es el camino de una infancia espiritual, el camino de la confianza y de la
entrega absoluta.”
5. La crucifixión y
muerte del Señor
“Te doy
gracias, Dios mío, por todos los beneficios que me has concedido, y en especial
por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. En el último día te
contemplaré llena de gozo llevando el cetro de la Cruz. Ya que te has dignado
darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver
brillar en mi cuerpo glorificados los sagrados estigmas de tu Pasión... Después
del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en la Patria, pero no quiero
acumular méritos para el cielo,, quiero trabajar sólo por tu amor, con el único
fin de agradarte, de consolar a tu Sagrado Corazón y de salvar almas que te
amen eternamente.