domingo, 21 de septiembre de 2014

¡LEVÁNTATE!



COMENTARIO AL EVANGELIO
XV DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
El Evangelio de san Lucas narra un encuentro:  por una parte, está el triste cortejo que acompaña al cementerio al joven hijo de una madre viuda; por otra, el grupo festivo de los discípulos que siguen a Jesús y lo escuchan. También hoy, jóvenes amigos, podríais formar parte de aquel triste cortejo que avanza por el camino de la aldea de Naím. Eso sucedería si os dejáis llevar de la desesperación, si los espejismos de la sociedad de consumo os seducen y os alejan de la verdadera alegría enredándoos en placeres pasajeros, si la indiferencia y la superficialidad os envuelven, si ante el mal y el sufrimiento dudáis de la presencia de Dios y de su amor a toda persona, si buscáis saciar vuestra sed interior de amor verdadero y puro en el mar de una afectividad desordenada. 
Precisamente en esos momentos, Cristo se acerca a cada uno de vosotros y, como hizo al muchacho de Naím, os dirige la palabra que sacude y despierta:  "¡Levántate!". "Acoge la invitación que te hará ponerte de pie". 
No se trata de simples palabras:  es Jesús mismo, el Verbo de Dios encarnado, quien está delante de vosotros. Él es "la luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1, 9), la verdad que nos hace libres (cf. Jn 14, 6), la vida que el Padre nos da en abundancia (cf. Jn 10, 10). El cristianismo no es un simple libro de cultura o una ideología; y ni siquiera es sólo un sistema de valores o de principios, por más elevados que sean. El cristianismo es una persona, una presencia, un rostro:  Jesús, el que da sentido y plenitud a la vida del hombre. 
Juan Pablo II