jueves, 4 de septiembre de 2014

EL ROSARIO DE HOY CON LA BEATA DINA BELANGER


Santo Rosario.
Por la señal.
Monición inicial: En Sillery, ciudad de la provincia de Quebec, en Canadá, beata María de Santa Cecilia Romana (Dina) Bellanger, virgen, de la Congregación de Religiosas de Jesús y María, que entregada y confiando sólo en el Señor, durante no pocos años soportó una grave enfermedad. Con sus pensamientos meditamos hoy el santo rosario.
Señor mío Jesucristo...
MISTERIOS LUMINOSOS
1. El bautismo del Señor
"Ese mismo día recibí el Bautismo. Dios tomó posesión de mi alma para que fuese toda de Él. ¡Qué dicha tan grande ser hija de Dios y de María, mi dulce Madre."
2. Las bodas de Caná
 “Me entregué totalmente a la Virgen por la práctica de la devoción perfecta, según el espíritu de San Luis de Montfort. Este abandono total de mí misma y de mis cosas a la Reina del Cielo me atrajo muchas consolaciones. Sólo en el cielo comprenderé las ventajas de abandonarme a su sabia guía. Quisiera consagrarle toda la humanidad. Hay que dejarla vivir en nosotras para que Cristo se sustituya en nuestra pequeñez. Ella es el camino más seguro, más corto, más idóneo para elevarnos hasta el infinito, para unirnos al amor increado hasta perdernos en Él, abismarnos en la fuente de la felicidad eterna.”
3. El anuncio del Reino invitando a la conversión
 "Quiero amar a María como Tú la amas, y quiero amar a los hombres, sobre todo a los pecadores, con tu mismo amor, hasta la locura."
4. La Transfiguración
" Un día recibí esta luz que me consoló mucho: el cielo es la posesión de Dios; Dios vive en mí, yo lo poseo, luego gozo del cielo en la tierra. Desde este dichoso momento, me escondía por más tiempo en el Corazón de Cristo y en Él encontraba las delicias de la bienaventuranza, con el privilegio añadido de ser capaz de sufrir por Él. Si los ángeles pudiesen tener algún deseo, creo que, además de la Eucaristía, envidiarían este don del sufrimiento por amor."
5. La institución de la Eucaristía
"Ante el Santísimo expuesto, fijos los ojos en la Sagrada Forma, le pedía verle con los ojos del cuerpo: ¡Deseo tanto veros! El Señor respondió a mis ingenuidades con un aumento de fe en su presencia eucarística."