lunes, 6 de enero de 2020

HOY NOS NACE EL SOL DE JUSTICIA. San JErónimo

 
 COMENTARIO AL EVANGELIO
EPIFANÍA DEL SEÑOR
Y ya que ella cavilaba todo aquello en su corazón, meditemos también nosotros en el nuestro sobre el nacimiento de Cristo, que celebramos hoy. Algunos creen que Cristo nació en el día de la Epifanía. No es que reprobemos la opinión de los demás; nos atenemos simplemente a lo que se ha enseñado. “Que cada cual proceda según su propio parecer” (Rom 14,5), y “el Señor tal vez se lo revelara a cada uno” (Flp 3,15). Tanto quienes afirman que nació en aquella fecha como nosotros, que sostenemos que su nacimiento tuvo lugar en una fecha como la de hoy, rendimos culto a un mismo Señor y acogemos a un mismo Niño. Pero veamos como con mayor razón nuestro punto de vista no es una crítica a lo que los demás piensan, sino que nos permite ratificar nuestro parecer. Esto que vamos a decir no es opinión nuestra, sino de nuestros antepasados; todo el mundo afirma lo contrario a lo que opina esta provincia. Tal vez alguien pregunte; si Cristo nació aquí, ¿Cómo van a saber sobre el tema más quienes viven lejos de aquí que los propios habitantes de esta provincia? ¿Quiénes os lo comunicaron a vosotros? Unos habitantes de esta provincia, nada menos que los apóstoles, Pedro, Pablo y todos los demás. Vosotros los expulsasteis de allí y nosotros los acogimos. Pedro, que moró allí con Juan y con Santiago, nos instruyó en Occidente. Por lo tanto, los apóstoles son maestros tanto vuestros como nuestros. Digo aún más; los judíos reinaban aun por aquel tiempo en Judea. En efecto, escrito esta en los Hechos de los Apóstoles (8,1); “Y por aquel entonces se llevó a cabo una gran persecución y los creyentes fueron dispersados”. Y a su vez, aquellos que habían sido expulsados de Judea se fueron a Chipre y a Antioquia y desde allí consiguieron expandirse por el mundo entero. Los judíos siguieron aun reinando cuarenta y dos años después de la ascensión del Señor y en aquellos lugares reinaba la paz, mientras que aquí había guerra. Por ello, allí pudieron conservar las tradiciones mejor que aquí, donde dominaba la discordia. Pero al cabo de esos cuarenta y dos años subieron al poder Vespasiano y Tito; Jerusalén fue destruida y arrasada, y todos los judíos y cristianos fueron totalmente expulsados de allí. Luego, durante muchos años, hasta Adriano, la ciudad permaneció desierta y en la provincia no quedo judío ni cristiano alguno. Subió al poder Adriano y, al haberse desatado una nueva revuelta de judíos en Galilea, éste asolo los últimos restos que quedaban de aquella ciudad. Con tal motivo dicto un decreto por el que prohibía a todo judío aproximarse a Jerusalén, y pobló esa ciudad con nuevos habitantes traídos de diversas provincias. Y luego Adriano impuso a Jerusalén, ciudad arrasada por él, el nombre de Elia, pues se llamaba Elio Adriano. ¿Y a qué viene todo esto que acabo de decir? a que hay quienes nos dicen: “Aquí estuvieron los apóstoles, aquí estuvo asentada la tradición”. Nosotros sostenemos que Cristo nació en un día como hoy y que luego fue bautizado el día de la Epifanía. Atribuidnos, pues, a nosotros la idea de que separamos nacimiento y bautismo, vosotros que afirmáis que Cristo nació el día de la Epifanía. Si eso es así, ¿Cuándo recibió entonces el bautismo, a no ser que consideréis como hecho cierto que naciese y fuera bautizado el mismo día? No obstante, las criaturas ratifican nuestras afirmaciones y el mundo mismo da testimonio de nuestras palabras. Hasta ese día van creciendo las tinieblas, pero a partir de él comienzan a disminuir; va aumentando la luz y decrece la oscuridad; nace el día, mengua el error y emerge la verdad. Hoy nos nace el Sol de justicia. Tened presente también al mismo tiempo esto otro; que el nacimiento de Juan Bautista difiere seis meses del del Señor. En efecto, si examináis atentamente la fecha de nacimiento de Juan Bautista y la del Señor, veréis que entre ambas hay una diferencia de seis meses.