lunes, 3 de septiembre de 2018

REPARAR LAS PROFANACIONES CONTRA LAS IMÁGENES DE LA VIRGEN. Homilía



REPARAR LAS PROFANACIONES CONTRA LAS IMÁGENES DE LA VIRGEN

Primer sábado de mes –septiembre 2018
Consideremos hoy el quinto motivo por el que la Virgen pide reparación a su Inmaculado Corazón: las blasfemias, sacrilegios y profanaciones contra sus sagrada imágenes.
El odio y el desprecio hacia Dios y hacia la Virgen no queda solamente en una pasión desordenada, o en meras actitudes o palabras, sino que normalmente se manifiesta en obras mediante el desprecio, la burla y el maltrato a todo lo que se  a ellos se refiere, y muy particularmente a sus imágenes.
Tristemente lo estamos viendo en nuestros días, aquí en nuestra patria: la polémica en el Valle de los Caídos no es simplemente remover de allí a un difunto, sino derribar la cruz que se eleva en el centro de España como signo de reconciliación y de paz. ¡Es lamentable! ¡Cuánto odio y sed de venganza tienen los llamados amigos de la libertad!

El hombre en su naturaleza, por su propia psicología, necesita tener representaciones de lo que le es querido, sobre todo cuando éste está lejano o no se puede gozar de su presencia. Necesitamos fotografía, escultura, pintura, etc… como objetos o cosas que nos liguen a aquello que amamos. –Como si la memoria no fuese suficiente necesitamos cosas materiales que nos evoquen lo amado y lo que queremos recordar.

El hombre llamado a la unión de amor con Dios, necesita a Dios. Su deseo más profundo es ver a Dios cara a cara.  La expulsión del paraíso a consecuencia del pecado original le lleva a buscarle y a intentar entrar en relación con él. En su búsqueda a través de la historia, el hombre necesitó hacerse representaciones de Dios para tenerlo presente. Desviados su conocimiento por el pecado, acabaron adorando a las criaturas en vez del al Creador. Lo expresa magníficamente el Apostol San Pablo en la Epístola a los romanos:  "lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de sabios se volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos, de reptiles. Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos;  a ellos que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador, que es bendito por los siglos. Amén." (Rom 1, 20-25)
Por eso, cuando Dios se revela al Pueblo de Israel prohíbe totalmente que el pueblo haga ninguna representación suya. Este es el primer mandamiento: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de la esclavitud. No tendrás otro dios fuera de mí. No te harás escultura ni imagen, ni de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas por debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso que castigo la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de aquellos que me odian; pero tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos.” (Ex 20, 2-6)

A pesar de la firme prohibición, el pueblo de Israel cae prontamente en la idolatría haciéndose el becerro de oro como imagen de la divinidad. Su inteligencia entorpecida, le hizo adorar como dios, una obra hecha por sus propias manos.
Es esta una tentación continuamente presente en Israel, por ello los profetas llamarán a la verdadera adoración a Dios y al rechazo de la idolatría.
El salmo 134, como otros muchos textos, hablarán de lo banales que son  esos ídolos, y serán un recordatorio permanente para todo judío piadoso que la verdadera adoración a Dios debe ser en espíritu y verdad:
Los ídolos de los gentiles son oro y plata,
hechura de manos humanas:
tienen boca y no hablan,
tienen ojos y no ven,
tienen orejas y no oyen,
no aliento en sus bocas.
Sean lo mismo los que lo hacen,
cuantos confían en ellos.
Casa de Israel, bendice al Señor;
casa de Aarón, bendice al Señor;
casa de Leví, bendice al Señor;
fieles del Señor, bendecid al Señor.

¿Cómo entonces los católicos tenemos imágenes y esculturas de Dios, de Jesucristo, de la Virgen, de los santos? ¿No es esto incumplir el mandato expreso de Dios? ¿No tiene razón Lutero y los protestantes cuando acusan a los católicos de adorar las imágenes?
La respuesta es no. No tienen razón, porque Dios se hizo hombre. El Dios trascendente se ha hecho visible, aquel que no puede ser contenido en los cielos se ha hecho hombre, ha tomado nuestro cuerpo, se ha hecho tangible. Dios, en Jesucristo, tiene rostro.
Cuando representamos y veneramos a Dios, a Jesucristo, a la Virgen, los ángeles y los santos en imágenes no adoramos y veneramos más que a quién esta imagen representa. Cuando yo doy un beso a la fotografía de mis padres, beso la foto materialmente, pero mi intención es besarlos a ellos que están ausentes. Esto es tan sencillo que cualquiera lo entiende.   
“Las sagradas imágenes –dice el Catecismo- proclaman el mismo mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la palabra, y ayudan a despertar y alimentar la fe de los creyentes.” Así como Dios quiso reducir su Palabra a la Escritura, siendo está limitada, así también quiso hacerse hombre, y nosotros podemos llegar a través de la sagradas imágenes a conocerle y amarle.  
Esta es la verdadera enseñanza de la Iglesia. Nunca se ha sustituido a Dios por la imagen que lo representa. Si algún abuso se ha dado o se da es por la falta de una debida formación y cultivo de la fe. Es obligación de los fieles en particular, pero sobre todo de los pastores el corregir las desviaciones y estar siempre alerta para una verdadera veneración. 
¿Cómo hemos de tratar las sagradas imágenes? Son sacramentales, instituidos por la Iglesia como cauces de la gracia, por tanto hemos de tratarlas como signos sagrados, con piedad y devoción. Las imágenes expuestas al culto público o privado deben ser bendecidas, se les honra con incienso, se les alumbra con cirios, se reza delante de ellas.
Privilegiadas son las imágenes del Divino Salvador a las que se le rinde culto de adoración, no a la materia con la que están hechas, sino a aquel a quien representan: el mismo Hijo de Dios que nació de la Virgen Inmaculada.  

La Virgen nos pide reparación por los sacrilegios contra sus sagradas imágenes:
1.-Todos conocemos y tenemos en nuestra memoria recuerdo de fotografías de profanaciones de imágenes. Es el primer pecado que hemos de reparar: aquellos que por odio a Dios destruyen, mutilan, se burlan o juegan con lo sagrado. Tristemente es más común de lo que pensamos.  
Pero no olvidemos que muchas veces somos los mismos creyentes lo que no tratamos debidamente las cosas sagradas: la falta de delicadeza e irreverencia por parte de los mismos sacerdotes y de los mismos fieles… hemos de reparar con delicadeza y piedad.
Profanaciones, sacrilegios y debida reverencia también ante las imágenes impresas o pintadas… Profanaciones o faltas de respeto tan cotidianas como los típicos calendarios de pared o de bolsillo, o las estampas… no debemos deshacernos de ellas tirándolas a la basura, hemos de intentar quemarlas respetuosamente o sepultarlas en la tierra.
2.-Reparar por los sacrilegios contra las imágenes de la Virgen nos lleva también a pensar en sus imágenes vivas: toda mujer nos recuerda  a la Madre de Dios, nueva Eva; particularmente las religiosa consagradas, pero también las madres de familia, las jóvenes y las niñas… Todo la falta de respeto contra la mujer y sus derechos es también ofensa a la Madre de Dios. Pensemos en tantas mujeres maltratadas, obligadas a una vida de prostitución, al desprecio simplemente por ser mujeres, a la injusticia en el mundo laboral…
Todos los abusos contra la mujer deben ser reparados, y como cristianos hemos de luchar porque se defiendan y garanticen sus derechos.
Decía Juan Pablo II: La Iglesia ve en María la máxima expresión del « genio femenino » y encuentra en Ella una fuente de continua inspiración. María se ha autodefinido « esclava del Señor ». Cuanta vejación de las mujeres en nuestros días con el falso feminismo y la ideología de género: quiere destruir a la mujer, su esencia femenina, su vocación a la maternidad, porque en definitiva destruir a la mujer es destruir a la familia.   
3.- Reparar por los sacrilegios contra las imágenes de la Virgen nos lleva también a considerar a la Iglesia, esposa de Cristo, pueblo de Dios y sociedad perfecta por encima de los pecados de los hombres que a ella pertenecemos. Cuántas injurias, blasfemias, odio, desprecios e intentos de dañarla y de hundir la barca de Pedro. Todo esto hiere el Inmaculado Corazón de María. Ella es Icono y Madre de la Iglesia, su modelo acabado y perfecto. En la Virgen contemplamos lo que la Iglesia está llamada a ser: la mujer resplandeciente vestida de sol, coronada de estrellas, con la luna bajo sus pies.  

Queridos hermanos: hay mucho que reparar, hay mucho por tanto que amar. Amad a la Virgen María, amadla en sus imágenes, reparad su Corazón Inmaculado.
Una forma sencilla, la enseñaba el padre Pío: “Cuando se pasa ante una imagen de la Virgen hay que decir: Te saludo, María. Saluda a Jesús de mi parte.”
Tened una imagen de la Virgen en vuestra casa. Cuidad las que haya en vuestra iglesia. Sed delicados, rezad con piedad delante de ella. Regalad imágenes de la Virgen.
Mirad que testimonio tan hermosa de la joven santa Gema Galgani: “Ya estamos en el mes de mayo. Yo pienso, pienso a todas las horas en los grandes beneficios recibidos de mi Mamá, desde mis primeros años, y toda me corro de haber mirado con tan poco cariño aquel tierno corazón y aquella mano tan bondadosa que me los concedían; y mucho más me avergüenzo de haber pagado con ingratitudes y pecados tales favores. ¡Oh sí… cuántas veces depositando ante la imagen de mi Mamá las penosas ansias de mi corazón agitado, ella me consolaba! Sí Padre mío. ¿Por qué no decirlo? Yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de madre en la tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre del Cielo.”

Ella me consolaba. Depositemos también nosotros nuestras ansias ante su sagrada imagen. Hallaremos la paz.