domingo, 18 de agosto de 2019

LA DESESTIMA DE SI. San Juan Bautista de la Salle



LA DESESTIMA DE SI.
MEDITACIÓN PARA EL DOMINGO DÉCIMO DESPUES DE PENTECOSTÉS 
San Juan Bautista de la Salle

El menosprecio de si mismo es una de las cosas que mas ayudan para alcanzar la virtud; pues, como dice el Sabio, raíz de todo pecado es la soberbia y buena opinión de si (1). Y no hay hombre, por santo y favorecido de la gracia que fuere, que no deba abrigar bajos sentimientos de su persona y de cuanto le atañe.
¡Que desprecio de sí no merece aquel cuyo ser no es propio, sino recibido de Dios, el cual puede quitárselo y volverle a la nada cuando guste! ¿Que estima ha de hacerse de aquel cuya vida no es mas que pecado y que, de por si, nunca puede librarse de el?
Pues tal es la situación en que os halláis vosotros, aun cuando, parezca, al oíros que sois algo. No imitéis al fariseo que, en vez de orar a Dios, piensa solo en alabarse y darse a si mismo gracias.
Viendo Jesucristo que la mayor parte de los hombres viven tan pagados de si que, si hablan, no suelen hacerlo mas que de su persona y en su favor; propone en el Evangelio la parábola del fariseo y el publicano.
El primero, simulando que ora, no da cabida en su mente sino a sus buenas partes.
El segundo, que se considera miserable pecador y pide humildemente a Dios misericordia, es justificado a causa de la sencillez y humildad con que oro; mientras que el primero no obtiene otro resultado que la propia confusión, pues había ultrajado a Dios en lugar de honrarle con sus preces.
Este ejemplo que Jesucristo os propone debéis tener lo muy a menudo, ante los ojos para alentaros a no hablar nunca de vosotros ni a pensar en vuestras cosas; y, cuando lo hagáis delante de Dios en la oración, sea para humillaros e indagar en su presencia los me dios de corregir vuestras faltas. En la oración, decid a menudo, como David: Delante de mi esta siempre mi pecado (2).
En despreciarse a si mismo no cabe nunca exceso. San Francisco, con ser santo tan grande, se decía el mas vil pecador del mundo. Otros, a fin de que los despreciaran, hicieron cosas deshonrosas para el hombre.
Vosotros, que crucificasteis a Jesucristo (3) con vuestros pecados, haceos conformes a Él por los sentimientos de humildad y, mirándoos con los ojos de la fe, no paréis la atención sino en aquello que pueda sugeriros bajos sentimientos de vosotros mismos, delante de Dios y de los hombres.
Y, puesto que " Dios da su gracia a los humildes " (4), es preciso que, exterior e interiormente, elijáis como patrimonio el desprecio de vosotros mismos, y que en ello halléis vuestra consolación.
Ocasiones no os faltan en el estado y empleo. Para decidiros a aprovecharlas, tenedlas como uno de los medios mejores para santificaros, y vosotros juzgaos los mas débiles de todos los mortales, y los mas inhábiles para todo lo bueno.
Dad gracias a Dios por la que os concede de veros menospreciados, cargados de oprobios y calumnias. Y no deis la menor importancia a cuanto hagáis, puesto que Dios, por su bondad y gracia, es el autor de todo el bien que hay en vosotros.