domingo, 7 de agosto de 2022

VANIDAD DE VANIDADES. San Juan Crisóstomo

 


VANIDAD DE VANIDADES. San Juan Crisóstomo

 

Sermón de San Juan Crisóstomo.

Sermón contra los concubinarios, en el final, tomo 5.

Mientras Salomón vivió cautivado por el amor de las cosas de este mundo, las creía grandes y dignas de admiración, y les dedicaba muchos cuidados y fatigas, edificando palacios magníficos, aumentando sin cesar sus tesoros, reuniendo coros de músicos, sosteniendo gran número de servidores para su mesa y sus bodegas, buscando su complacencia en la contemplación de los jardines y de las bellezas corporales, siguiendo todos los caminos del placer y de la diversión.

Pero desde que entró dentro de sí mismo, y pudo, como desde el fondo de un abismo tenebroso, distinguir la luz de la verdadera sabiduría, lanzó esta exclamación sublime y digna del cielo: “¡Vanidad de vanidades, y todo Vanidad!” Vosotros también, si así lo queréis, daréis un testimonio semejante, o más sublime aún, tocante a esas voluptuosidades desordenadas, si lográis sustraeros por un instante a los malos hábitos.

Salomón no estaba obligado a una busca tan diligente de la sabiduría, porque la antigua ley no prohibía ciertas satisfacciones, ni calificaba de vanidad el goce de los bienes superfluos; pero, fácilmente pudo ver cuán viles y despreciables son. Nosotros, llamados al goce de virtudes más perfectas, escalamos cumbres más elevadas, y nos entregamos a más nobles ejercicios. ¿Qué se nos exige sino regular nuestra conducta según la vida misma de esas virtudes celestiales, que nada tienen de corpóreo, sino que son puras inteligencias?