DÍA OCTAVO
El sufrimiento del Corazón de Jesús
MES DE JUNIO
EN HONOR AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
CON SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
ORACIÓN PARA COMENZAR
TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.
Oración de Santa Margarita María Alacoque
Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.
Se meditan los textos dispuestos para cada día.
DÍA OCTAVO
El sufrimiento del Corazón de Jesús
MEDITACIÓN
Punto Primero. Que los del siglo ofendan, ultrajen y hagan sufrir al Sagrado Corazón de Jesús, es ya una ingratitud increíble; pero que le hagan sufrir también las almas religiosas ¿qué nombre tendrá esta ingratitud? Que sus hijos, que son los hombres todos, se rebelen ciegos contra su Padre celestial que sus hermanos desprecien a quien, siendo Dios y hombre verdadero, se precia de ser hermano de los mismos, que sus amigos, así llama Él a todos los hombres, se declaren enemigos, ¡qué aberración! ¡Que desprecio! ¡Qué increíble ingratitud! Pero que los religiosos, que las esposas de Cristo, que los favorecidos del cielo y las elegidas por el Cordero de Dios, para seguirle y cantarle alabanzas, que los consagrados con votos al servicio de Dios y las vírgenes suyas en quienes el Verbo hecho carne tiene sus miradas amorosas, desgarren el Corazón de Jesús con sus infidelidades, y le traspasen con sus inobservancias, como con agudos clavos, no se creyera si el mismo deifico Corazón de ello no se lamentara «Pueblo mío decía por un profeta al pueblo de las promesas, pueblo mío, ¿qué te he hecho yo, o en qué he podido contristarte? Respóndeme ¿Qué responderás tú, religioso, religiosa? Cuenta allí el Salvador los beneficios, con que había favorecido a aquel pueblo, y hace resaltar más su ingratitud. Cuenta tú religioso, religiosa, los que te ha hecho ¿qué responderás qué disculpa podrán tener tus imperfecciones? Cuenta si puedes los males de que te libró, llamándote, sin merecerlo tú, a la vida religiosa; cuenta los bienes, que en ella te dispensa. Mira con qué predilección te llama, pueblo suyo; atiende a lo que espera de ti ¿y así correspondes así hieres su adorable Corazón? ¡Oh! con cuánta razón puede exclamar dolorido el Corazón de Jesús ¡Pueblo mío pueblo mío! Esposas mías, predilectas mías, ¿en qué os he faltado? Respondedme. Ya respondo, Señor, con el dolor y con el deseo de amaros agradecido en el tiempo y en la eternidad.
Punto Segundo. Dos revelaciones del mismo deífico Corazón a la Beata Margarita María, prueban lo mucho que sufre por las imperfecciones de las almas religiosas «Mira, le dijo un día, las heridas, que recibo de mi pueblo escogido» Mostrábale su Corazón desgarrado y atravesado con clavo. «Los demás le dijo, se contentan con herir mi cuerpo; éstos lastiman y hieren mi Corazón» Ya lo sabes religioso, ya lo ves tibia e inobservante religiosa, mira adónde van a parar tus infidelidades, tus faltas, tus miserias. Llóralas y no hieras ya a ese Corazón tan amante para contigo. Mira, finalmente, que si no le correspondes le fatigas, le persigues.
Mostrósela otro día, también todo llagado y ensangrentado el Corazón de Jesús, a su sierva Margarita María y estaba, dice ella, como lleno de cansancio «He aquí, le dijo, cómo me ha llegado a poner mi pueblo escogido; yo le había destinado para aplacar mi justicia y él me persigue secretamente»
¿Qué ha de hacer el Corazón de Jesús, religioso, religiosa, sino cansarse y fatigarse, si no le correspondes? Se cansa porque te trae beneficios sin cuento; se cansa porque te cuida con esmero y pretende librarte siempre de tus enemigos; se cansa porque lucha su amor con tu ingratitud; se cansa porque no encuentra en ti, el desahogo que busca; se cansa, en fin, porque según Él, le persigues secretamente.
Yo quiero aliviarte soberano Corazón, yo deseo corresponderte. Ojalá sea la prenda de esta palabra y deseo, mi fidelidad en la observancia, mi cumplimiento en los votos, mi caridad en amaros y en Vos amar también a mis hermanos en religión, a mis hermanas en la misma y mi constancia hasta la muerte en cumplir lo que os ofrezco. Así sea, deifico Corazón, así sea.
Jaculatoria. ¡Oh! Corazón de Jesús, que siquiera te sean fieles, que siquiera te alivien en tus sufrimientos, las almas, a quienes tanto distingues en tu amor.
Súplica de reparación
«¡Oh Sagrado Corazón! Vos merecéis el amor de todos los corazones, a quienes habéis querido, amado y obligado hasta lo infinito. Pero ¡ay! no recibís ordinariamente de ellos más que ingratitudes, frialdades, sobre todo de mi corazón, que merece justamente vuestra indignación. Pero como sois un Corazón de amor, también sois un Corazón de bondad, de la que quiero valerme para mi reconciliación y perdón ¡Oh dulcísimo Corazón! si el dolor y confusión de un corazón que reconoce su error, puede agradaros, perdonad a mi corazón; porque este es el estado en que le ponen su infidelidad y el poco cuidado que pone en agradaros con su amor. Corazón de mi Dios, Corazón Santísimo, Corazón a quien sólo pertenece el perdón de los pecadores, perdonadme, perdonad, si os agrada, a este pobre y miserable corazón. Todas mis potencias se esfuerzan, para haceros humildemente esta reparación» ¡Oh Corazón de mi Jesús! yo os doy y os consagro en este instante todo mi amor, con su manantial mismo, que es mi corazón; os doy uno y otro irrevocablemente y con una confusión grande, por haber rehusado tanto tiempo vuestros propios bienes.
«Yo suplico a los más ardientes serafines, que ofrezcan a mi Dios los santos ardores, en que se abrasan para reparar la pequeñez de mi amor y del de todas las criaturas.
PARA FINALIZAR
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.